SAN DIEGO -- Hay que haber cubierto muchas conferencias de prensa de Juan Carlos Osorio, para poder interpretarlo. Al menos haber estado presente en la mayoría de sus comparecencias ante los medios. Yo lo he hecho.

Este Osorio del sábado por la noche en San Diego estaba contrariado, cabreado, molesto. No cargó con sus numerosas carpetas de apuntes, ni jugueteó con sus lentes, ni pretendió estudiar mientras el jugador a su lado, en este caso Hugo Ayala respondía. Y no sonrió ni una sola vez.

Hubo dos momentos determinantes en ese acto que se suponía sería de contrición pública. E instantes respetables además. Muestran al Osorio, ese que no es bonachón, ese que coaliciona inteligencia y carácter.

Sí, ese mismo que debe evitar los detalles sentimentalistas y paternalistas del fondo humanitario y auténtico de sus rotaciones. Entre otras situaciones, claro.

1.- SOBRE SU SEGREGACIÓN...

Osorio no se disculpó con el cuerpo arbitral, y ni siquiera hizo referencia a FIFA. Desafía a sus verdugos, desde la visión resignada de sentirse inocente.

Y es un reflejo magistral de que sigue pensando que hizo lo incorrecto, pero en el momento correcto; que se equivocó, pero como reacción a equivocaciones flagrantes. Parte del principio legaloide de que dos injusticias no sufragan una justicia.

Y que además, sigue aferrado a que defendió a su equipo con desesperación ofuscada ante la ofuscante desesperación de un arbitraje sospechosamente erróneo. El VAR pudo haber cambiado el destino con el penalti sobre Héctor Moreno.

Osorio, pues, aunque dice que "trataré de no volver a hacerlo", deja el mensaje de que está dispuesto a hacerlo de nuevo si, a su juicio, equivocado tal vez, es necesario hacerlo de nuevo. Peculiar eso: confrontó la sentencia, sin agachar la cabeza.

Ya habíamos advertido que esto ocurriría: el VAR, un juguete justiciero en manos torpes, termina siendo una herramienta de injusticia.

2.- SOBRE SU FUTURO...

En la conferencia de prensa estuvo Decio de María, tal vez más enviado por el Salón Oval de Televisa, que por su propio gusto.

Cuando el técnico de la selección mexicana tuvo que hablar de la clara posibilidad de que sea sancionado por la FMF, y cuando dijo que escuchó al presidente de ese organismo, y aceptó su opinión, envía otro mensaje muy claro: que asimila su juicio, pero, ni remotamente significa que lo comparte y lo acepta.

Las tres veces que se refirió a Decio o a la FMF, Osorio sólo volteó a ver a su interlocutor de los medios, pero jamás se preocupó por ver al dirigente. De hecho, visualmente, lo ignoró toda la noche, y en un detalle curioso, espero, lentamente en el estrado, a que Decio abandonara ese sitio de hacinamiento inhabitable que es la sala de conferencias del Qalcomm Stadium, para entonces salir él del espacio. Así, Osorio actuó como en su homilía de arranque del acto: sin disculparse con Decio, ni con la FMF, y, claramente, manteniendo, por capricho, convicción o desacato, su postura de incompatibilidad con el discurso confidencial de horas antes con su jefe supremo.

Y si Decio llegó con ese rostro tan particularmente festivo, como el de un pitbull constipado, abandonó la conferencia de prensa aún más molesto. Osorio, públicamente, no permitió que le pusieran el yugo en el pescuezo.

Ojo: lejos de justificar la postura de Osorio, que implica, según FIFA, "una actitud violenta y agresiva" y aderezada con insultos, lo cierto es que el técnico colombiano vuelve a mostrar el temperamento que debería cambiar por rigor en el manejo de la selección mexicana.

Osorio se equivocó. Es el primero, pero no será el último entrenador al que la volatibilidad y volubilidad de los tipos que administran el uso del VAR, caprichosos y tendenciosos, provoquen este tipo de exabruptos.

Es necesario aclarar una mentira de la FMF. Decio dice que deberá esperar a que reciban detalladamente toda la documentación de la sanción a Osorio, incluyendo la cédula arbitral, para valorar si hay una apelación.

La verdad es que la FMF tiene ya en su poder todos los documentos. Por procedimiento, FIFA avisó antes a la organización del castigo que a los medios.

Gente que tuvo acceso al reporte de FIFA sobre la cédula arbitral nos explica que aparece detalladamente relatado cada insulto y acusación que le musitó Osorio al oído al cuerpo arbitral.

Por otro lado, gente allegada al Tri, me explicaba este sábado que Decio dejó una emboscada ante Osorio. Le advirtió que su sanción seguramente la dará a conocer hasta después de que termine la participación del Tri en la Copa Oro.

"Para que trabaje tranquilo", le habría dicho Decio. ¿Alguien puede trabajar tranquilo cuando le tiran la trampa de que su futuro depende de un torneo como la Copa Oro?

Y dos precisiones para cerrar este texto.

1.- No he cambiado absolutamente en nada mi percepción sobre el trabajo, los méritos y las deficiencias de Osorio, pero, más allá de sus eventuales dislates manejando al Tri, es el primer técnico que desafía abiertamente al dueño del desinflado balón del futbol mexicano. Para bien o para mal.

2.- Y la otra, la debe recordar mejor que nadie el mismo Juan Carlos Osorio, en una de las primeras charlas en corto con él. "Profe, ¿sabe usted verdaderamente dónde se vino a meter, cómo se maneja la Federación y lo especial que es el jugador mexicano?". Recuerdo su sonriente respuesta: "No debe ser muy diferente de Colombia".

Habrá, espero, oportunidad de preguntarle lo mismo nuevamente.

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LOS ÁNGELES -- Era inevitable en ese día de junio de 2013, recrear una vieja y obscena imagen. Esa estampa del mismo sujeto con impecable traje, pero, en aquel entonces contrariado y con la melena desordenada, sacudiendo el dedo mayor y profiriendo insultos a la tribuna de Estados Unidos en Columbus. Rabia pura.

Esa postal del mismo personaje que ese día presentaba ante La Famiglia del futbol mexicano el Código de Ética, ese que sería impuesto sin concesiones, sin miramientos, en un acto de justicia absoluta.

Con ese mismo dedo impune e impugnador, Decio de María, volteaba las páginas de su constitución de derechos y deberes disciplinarios del futbol mexicano. La Iglesia estaba en manos de Lutero.

Decio de María OsorioGetty Images

Más allá de que hemos visto cómo ese Código de Ética es violado y violentado, por el mismo engendrador, en casos similares, hoy mismo es víctima de la falacia de su anuncio.

En un recorrido engañoso, exhibiendo sus debilidades y temores, para castigar a clubes como Veracruz, Monterrey y Tigres, por desacatos de sus aficiones, o recular ante tipos como los López Chargoy o Fidel Kuri, nuevamente Decio de María se ahoga en la desesperación por violar el que promulgó como inviolable Código de Ética.

Cuando un año antes de su presentación, en julio de 2012 enaltecía el aún en embrión Código de Ética, el entonces jefe de Decio, y hoy su mandamás en la sombra, Justino Compeán, aseguraba que este reglamento "será el eje rector de todo este cambio que tanto dueños, propietarios, presidentes, directores técnicos, jugadores y la gente que trabajamos en comisiones cumplamos con él".

Y advirtió que "el futbol es muy pasional, pero hay que saber controlarnos, ser prudentes. A mí me dicen el cerillo porque me prendo muy rápido y tengo que aprender a ser prudente y paciente, y todos", explicaba, el quien entonces se etiquetó a sí mismo como El Fósforo Compeán.

Cuando el lamentable, bochornoso y deplorable exabrupto de Miguel Herrera, jaloneando e insultando a Martinolli en el aeropuerto de Filadelfia, llevó al banquillo de acusados a El Piojo, y aunque primero le prometió un escarmiento, al final, por presiones de TV Azteca, le cortó la cabeza.

Nadie levantó la mano para defender a Herrera. Tenía todos los agravantes en contra: premeditación, alevosía y ventaja. Además, lo penoso era que salía festivo de haber ganado la Copa Oro, esa misma que el arbitraje de Concacaf le rescató en Cuartos de Final y Semifinal con atrocidades de los jueces, aunque, ante Jamaica, el Tri dio su único partido de gran calidad en el certamen.

Una semana, sí, hasta una semana después del segundo zafarrancho de Juan Carlos Osorio en la Copa Confederaciones, Decio es enviado a entrevistarse con su técnico.

Cuando El Piojo protagoniza ese reprobable incidente, Decio de María lo echó apenas 48 horas después de que se suscitó el conato de bronca en el aeropuerto. Sí, en sólo 48 horas. Esa vez hubo una reacción expedita, vertiginosa, implacable.

Ahora, insisto, una semana después, Decio apenas se apersona ante Osorio para charlar con él. Y se enciende entonces la simpática metáfora del cerillo de Compeán.

Osorio molesto contra Nueva Zelanda
Imago7

En impacto hacia el futbol mexicano, ¿qué ha sido más lamentable y bochornoso, la agresión de Herrera o la explosividad de Osorio ante el cuerpo técnico de Nueva Zelanda y ante el cuerpo arbitral frente a Portugal?

Sin duda ambas son igual de graves. Una ocurrió en un incidente entre civiles, por agresiones incluso familiares en redes sociales, aunque, obvio, Herrera aún estaba dentro de la delegación del Tri.

Y la otra ocurre con todas las investiduras de la selección nacional, en plena competencia, en el segundo torneo intercontinental de selecciones más importante del mundo.

Más allá de que ninguno de los entrenadores es inocente, sí es lamentable la demostración patética de doble moral por parte de Decio de María, y la vulnerabilidad lastimosa y lastimera del tan mentado Código de Ética.

Pero, qué puede esperarse del mismo sujeto que insultó a la tribuna de EEUU y nunca fue castigado, para luego ser ungido como el supuesto Rey Salomón de la FMF con todos y su Código de Ética. El coyote cuidando al gallinero.

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LOS ÁNGELES -- Cuesta arriba, con las cruces de la Copa Confederaciones a cuestas, México arranca este domingo la Copa Oro. El Salvador lo pondrá a prueba.

En un escenario que ha sido el teatro referencial de grandes victorias para el Tri, como el Qualcomm Stadium, súbitamente se convierte en el tribunal para un seleccionado emergente y un seleccionador bajo urgencias, como es Juan Carlos Osorio.

Despedazada la quimera de trascender en la Copa Confederaciones, y con un castigo de seis partidos por su lenguaje procaz y "actitud violenta", Osorio carga con la ineludible responsabilidad de consolidar en la Copa Oro el actual membrete que le ha conquistado a su equipo en el Hexagonal Final de la CONCACAF como amo y señor de estas tierras.

Además de la sensible baja de Alan Pulido por fractura en el húmero, el número de goles de los atacantes disponibles para Osorio, como Martín Barragán, Ángel Sepúlveda y el emergente Cubo Torres, no parece el jarabe curativo para una selección que adolece, históricamente, de la carencia explosiva del gol.

Luego de dos partidos de preparación ante Ghana y Paraguay, bajo el mando de Luis Pompilio Páez, esta selección mexicana llega con suficiente tiempo de inmersión en las pretensiones tácticas, más allá del inevitable recurso de las rotaciones.

Getty Images

Marginado Osorio de la banca durante esta Copa Oro, el cuerpo técnico ha trabajado para consumar la idea futbolística de un proceso que necesita, por credibilidad universal cosechar trofeos, más allá de enseñorearse en la trasiega premundialista del Hexagonal Final.

En el papel, en la revisión del funcionamiento de sus jugadores en sus respectivos equipos, sin duda el Tri cuenta con la mejor media cancha del torneo, con jugadores capaces de darle solidez, transición, idea y habilidades físicas y futbolísticas para merodear ambas áreas.

A partir de ahí, de esa capacidad para montar un equipo competitivo desde los cimientos de media cancha, la selección mexicana pretenderá dominar la fase de grupos, luego de un sorteo benevolente por parte de la Concacaf, no sólo en los adversarios, sino en el trazo geográfico, ya que contará con la comodidad de traslados cortos y específicamente en plazas donde hay dominante población mexicana.

Con argumentos tales como esos pistones en el amplio territorio del medio terreno, como Dueñas, Orbelín, Pizarro y Burrito Hernández, y la seguridad confortable de peregrinar como local en San Diego, Denver, San Antonio, y de ser posible, Phoenix (Glendale), Los Ángeles (Pasadena) y San José (Santa Clara), el horizonte bendice su futuro en medio de un marco de contingencia absoluta.

En medio de ese escenario de ganar o ganar, especialmente por la salud del proyecto con Osorio, el adversario inmediato está muy lejos de ser una víctima resignada, más allá del indiscutible dominio histórico que mantiene el Tri sobre El Salvador.

Mexsport

Pero el técnico de El Pulgarcito de América, Eduardo Lara, también se sabe el cuento de Gulliver, y tiene fe en el agigantamiento de sus jugadores ante México, a sabiendas, claro, de que la presión se acentúa sobre el grupo tricolor, por los resultados de la Confederaciones y la condena semi patibularia impuesta a su entrenador.

"Más que por México, me tengo que concentrar en los problemas de El Salvador, porque tenemos demasiados problemas también. México siempre será de mucho respeto y de grandes quilates. Ya será tema de Juan Carlos (Osorio) saber cómo solucionan sus problemas, pero indudablemente que es buen equipo, buena selección, con jugadores de gran palmarés, y esperar que salga un lindo partido", dijo el también técnico colombiano Eduardo Lara.

De colega a colega, de entrenador a entrenador, Lara habló del castigo a Osorio. "Uno como técnico siempre quiere estar en la raya, con su grupo, pero a veces hay cosas que no aguantamos, que explotamos y decimos cosas, y tenemos que pagar por ellas. Y es reflejo de lo que viene cargando, de lo que uno viene soportando".

Sin dispararse la venta de boletos como en otras épocas, cuando se anunciaba el lleno desde días antes, el reporte de este sábado era de 50 mil boletos vendidos, aunque la experiencia muestra claramente que los aficionados salvadoreños y mexicanos son adictos a la compra de entradas de último momento.

En el juego preliminar, Curazao, aparente león dormido de este grupo, enfrentará a Jamaica, que no se ha recuperado del extraordinario papel en la anterior edición de la Copa Oro.

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SAN DIEGO -- En lugar de andar buscando frases capciosas dentro de las deliciosas galletitas chinas, para inscribirlas en camisetas, Juan Carlos Osorio debió darle una hojeadita y ojeadita a Séneca.

Escribía el filósofo: "La ira: un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte".

Con seis juegos en el calabozo de FIFA, negociables seguramente, Osorio encara las consecuencias de sus ofuscaciones. Quedó maltrecho el recipiente.

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Si quedó impune el saludo a las mamás de los pinnípedos con ese #MotherFoca ante Nueva Zelanda, no fue así con el arrimón intimidatorio con epítetos musitados al oído del juez de línea frente a Portugal. Ni Pepe le entraba así a Chicharito en la cancha.

Por lo visto, al saberse impune e inmune ante la justicia tras el desplante ante los Kiwis, pensó que una vez más seguiría a salvo. Ojo, después de ese saludo ecológico a las #MotherFoca, nadie, ni Guillermo Cantú ni Decio de María, le advirtió que era una violación al código de conducta interno de la selección mexicana.

El silencio de ambos directivos y jefes de Osorio fue el banderazo de tolerancia absoluta para el técnico colombiano. "Siga m'ijo", le habrían dicho en Barranquilla.

Aquí, a Decio y a Cantú les hubiera servido revisar a Papini: "La ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo. Después es tarde". Y con su silencio cómplice no lo apagaron, lo avivaron. Son, pues, cómplices de esta conflagración.

Más allá de los dos arrebatos sofocados de Osorio, ante Nueva Zelanda y Portugal, se agregan agravantes a su gestión administrativa y deportiva de cancha, de futbol.

Cierto que los zalameros bobaliconamente imberbes argumentan que el Tri está a dos puntos de asegurar el pase al Mundial y que eso es elogiable, renegando, así, de la ilusión de todos los mexicanos que es ver, finalmente, el salto al Muro hacia el quinto partido.

Finalmente, sí, finalmente, muchos ya entendieron que México gana partidos con la bendición papal de la chiripa, y que ya se convirtió en un caos castrante el manejo interno del vestuario, con un erosionada vorágine, originado por las rotaciones, los cambios de puesto y de perfiles a los jugadores. Frankenstein se rebela.

Son ya demasiadas las versiones de reporteros cercanos al Tri de la Confederaciones que ratifican que Giovani dos Santos y Carlos Vela habrían amenazado con que van a estar muy, pero muy ocupados si Osorio los invita para las fechas eliminatorias de septiembre y octubre.

Más grave sin duda que los exabruptos del berrinchudo Osorio, es sin duda ese vacío de poder que ha habido en torno a él. Esto ayuda a entender por qué Santiago Baños prefirió ir al Nido del América que la promesa de seguir con un Tri casi mundialista.

Pero, hoy, queda claro que ni Guillermo Cantú ni Decio de María tienen la autoridad moral, deportiva, espiritual ni jerárquica para atreverse con personalidad a dialogar, o incluso reclamar directamente, a Juan Carlos Osorio, por todos los anteriores pecados mencionados antes de este castigo de FIFA.

Ahora con seis partidos de suspensión, que tal vez se reduzcan o tal vez no, se reducen las posibilidades de un escarmiento a Osorio, porque arriba de él no hay nadie con la capacidad para flagelarlo con cuestionamientos, exigencias o algún ultimátum, ya no sólo disciplinariamente, sino en el desarrollo futbolístico de una selección que él prometió llevar a la Final de la Confederaciones y hacerla campeona de la Copa Oro.

Hoy, lejos de ser regañado Osorio, los que deben estar como trepadero de mapaches de lastimados, con urgencias y flagelaciones directas desde el Salón Oval de Televisa, deben ser Decio de María y Guillermo Cantú.

Queda claro que ambos directivos no están cumpliendo con sus obligaciones: vigilar que el Tri juegue mejor y que el entrenador no caiga en exabruptos estrafalarios, demenciales y esquizofrénicos.

Aunque, ojo, tal vez deba agradecerse a Juan Carlos Osorio su manifestación absoluta de personalidad. ¿Doctor Jekyll o Mister Hyde? Tal vez el verdadero Osorio es el que se engendró brutalmente en esas exaltaciones ante Nueva Zelanda y Portugal.

Tal vez todos fuimos engañados. Por eso me alío con esta reflexión del italiano Tommaseo: "La ira ofusca la mente... pero hace transparente el corazón".

Finalmente, ante Nueva Zelanda y Portugal, ¿la ira hizo totalmente transparente y genuino el corazón de Juan Carlos Osorio?

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SAN DIEGO -- Parece ignorar que están en el epicentro de un posible cisma y un posible sismo. El Tri de Copa Oro no refleja el entorno, es clima de linchamiento que los medios hemos -así, en primera persona- generado en torno a este certamen.

Este México de horizonte Conkakafkiano (patentaría alguna vez Guillermo Chao), sabe, o debe saber, que carga una herencia maldita. La camiseta que les han entregado se pudre de ignominia, gracias al deplorable saldo de la Copa Confederaciones.

No es su culpa. Pero sí su huella. De no levantar la Copa Oro quedaría estigmatizada como la generación maldita. Sin deberla ni temerla.

Esto, pese a que no tienen culpa alguna de lo que ocurrió en Rusia: jugadores desconocidos por su bajo rendimiento, aunque algunos en puestos desconocidos para ellos. Un grupo desorientado, sin fe ni guía, a no ser los misterios de una libreta y la prédica del padre español de las bellotas.

Y estos jugadores de la Copa Oro son la carne de cañón de una selección mayor y un técnico que no mejoran, que no evolucionan ni después del aniversario del 7-0.

Además, un grupo que no es equipo y jugadores resentidos que generan dudas: ¿después de ser ninguneado ante Alemania, Carlos Vela querrá regresar al Tri?

Más grave aún: parecería que México retrocedió, reculó, desde el cataclismo de ese 7-0 ante Chile, en una incapacidad moral, espiritual, competitiva y futbolística para sobrevivir, para resucitar, para reinventarse, por parte de los jugadores y el cuerpo técnico. "Polvo eres y en polvo te has de convertir".

En una coalición fatalista de conformismo, abnegación y resignación, hay un sentimiento casi suicida de algunos medios mexicanos, ex futbolistas, ex técnicos y directivos, de esconder la cabeza e inmolarse bajo el "es que no hay pa' más", "es que la realidad de México es la Concacaf", en un himno negro a la pusilanimidad: "pos aquí nacimos, pos aquí nos quedamos".

Bajo esa corriente lastimera de la autoflagelación, para concluir que ni la sabiduría infinita de Juan Carlos Osorio puede hacer funcionar mejor a estos seleccionados mexicanos incluyendo, claro, a esa tan ponderada, vanagloriada, aventurera legión europea, que está capacitada para dar más, aunque la realidad es que ha dado tan poco.

Por eso, en ese clima de calma chicha del Tri Copa Oro, parecería que se mantienen ajenos a la tormenta que los circunda, los rodea, los abruma. Vivir en su propio limbo es un acto de escapismo. Pero, ni los caracoles ni las babosas mueren en su caparazón.

1.- Está obligado a ganar la Copa Oro. Especialmente porque, en esa multitud arrodillada, a México sólo le alcanza para ello.

2.- Sólo ha trabajado bajo el gestor de Osorio, pero, supuestamente Pompi ( Luis Pompilio Páez) debe haber abonado los puntos exquisitos de la "libretica" de Osorio, esa misma que, ojo, aún no descifra la selección mayor después de dos años de discurso o de monserga.

3.- Visto así, entonces, entre derechos y deberes, el Tri Copa Oro está obligado a ganar, gustar y golear, especialmente tras el desfile exitista por vencer a Ghana y a Paraguay en partidos de preparación.

4.- Y, de una u otra manera, sale a escena, según el mismo Osorio, la generación de recambio, la que en su momento volverá prescindibles a los huidizos victimados en la Copa Confederaciones.

5.- Se juegan pues el futuro del técnico, el suyo y el de la supuesta generación de futbolistas que deberá tratar de mantener esa imagen míticamente adulterada, desgastada y ficticia del Gigante de la Concacaf, uno de los títulos nobiliarios más empobrecidos en la corte de la FIFA.

Es cierto, la mejor manera de confrontar la inevitable tormenta es con calma, aunque no sé si con esa aparente pachorra, laxitud y lasitud con que parecen hacerlo.

Claro puede ser que ellos sepan, que sí sepan, que hay un grupo de rescatistas emergentes bajo la administración generosa de la Concacaf: los Aguilar Chicas, los Mark Geiger, los Baldomero Toledo, los Walter López, los Jair Marrufo, y contando...

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LOS ÁNGELES -- La pregunta deberá responderla el mismo Juan Carlos Osorio. Sólo él, tal vez, y sólo tal vez, tiene la respuesta.

Después del 7-0 ante Chile, el entrenador colombiano aseguró que había aprendido la lección, especialmente después de ese retiro espiritual que tuvo por una semana bajo la tutela paciente --e inútil, por lo visto-- de Marcelo Bielsa.

Sí, el Dante futbolístico llevó a su vilipendiado Virgilio en un sendero paliativo, plañidero y consolador del Infierno al Purgatorio. Fútilmente...

Si en un año de arduo trabajo, después del 7-0, Osorio, aunque lo prometió, no fue capaz de mejorar, de evolucionar tras ese resultado, ¿quién puede garantizar que sí lo hará a un año de la Copa del Mundo, a la cual, por cierto aún no clasifica?

Nadie puede garantizarlo. Especialmente en tiempos en los que la Selección Mexicana no tiene cabeza. Hoy, Osorio tiene una dictadura absoluta. Todo procede según él lo exige a Guillermo Cantú, su enlace directo con la FMF.

Tras la renuncia del director deportivo del Tri, cuando Santiago Baños eligió irse al América, la autoridad quedó acéfala. ¿Es mayor reto un club una selección casi mundialista? ¿O es su renuncia el reflejo de una situación interna que ya era incontrolable dentro de la Selección Mexicana?

Lo cierto es que hoy, en su entorno, sin Baños, y con su 'Pompi' (Luis Pompilio Páez) metido en el siguiente calvario, la Copa Oro, sin duda Juan Carlos Osorio debe sentirse perdido. Sin duda una visita a Irak o Irán le sentaría bien, para ver si se "medio orienta".

Desamparado, sin asesores, expuesto al régimen absolutista de su propio desconcierto y dudas, Osorio no encuentra cómo reasumir el control en medio de esta crisis de resultados.

Si en el lapso de un año, tras el 7-0, no encontró un antídoto a sus propias equivocaciones, es evidente que no hay ninguna garantía de que en el año que resta de aquí al Mundial de Rusia, si logra clasificar, sea capaz de aprender, sanar, entender, sobrevivir y evolucionar, para sacar una saludable experiencia del brutal tropiezo en esta Copa Confederaciones.

Bien lo citó Óscar Restrepo, decano del periodismo colombiano y un conocedor del proceso de Osorio como entrenador: "el futbol mexicano ha retrocedido 25 años", tras el saldo en el torneo intercontinental.

Tras aquel 7-0, Osorio hizo varias promesas, las cuales no ha cumplido, y que, evidentemente le muerden los tobillos de su credibilidad.

1.- "El acercamiento con Bielsa me enseñó como manejar, salir adelante y aprovechar este tipo de accidentes (7-0 con Chile)".

2.- Dijo que tendría otras perspectivas respecto a las rotaciones de jugadores, las consideraciones sobre los perfiles naturales y cambiados, y en exigir "como hombres" el rendimiento de algunos jugadores.

3.- Siempre tener un Plan B en casos de contingencia, aunque, ha demostrado que tiene más Planes B que Planes A.

4.- Además, Osorio ha mostrado una doble cara que escapa a lo que normalmente se le conocía. Primero les espeta a los miembros del cuerpo técnico de Nueva Zelanda que sus señoras madres ejercen el oficio más antigua del mundo, con un taxímetro entre las piernas. Aquella alusión a los pinnípedos: #MotherFoca

5.- Y tras ofrecer disculpas, mostrándose acongojado y compungido por ese estallido, despés contra el cuerpo arbitral del juego ante Portugal por el tercer puesto, tendría una reacción aún más grave al toquetear en dos ocasiones al juez de línea, y encima musitarle al oído, "despacito, despacito", cantaría Fonsi, y para que las cámaras no lo captaran, una retahíla mayor de insultos, que seguramente le acarrearán una suspensión en la eliminatoria de Concacaf, comenzando en el juego en el Estadio Azteca ante Panamá.

Queda pues en claro que si en un año, Osorio no mostró capacidad de mejorar, de evolucionar, de aprender, de redimirse en el control de sus propios exabruptos, muy difícilmente lo hará de aquí a la Copa del Mundo.

Un compañero colombiano en ESPN me describió de manera muy sucia, procaz, escatológica y promiscua, aunque no menos metafóricamente puntual, el estado actual de Osorio, según un dicho muy cafetero: "está más perdido que flatulencia de ofidio", obviamente con el léxico ligeramente maquillado aquí.

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LOS ÁNGELES -- Pompilio Páez sacó del cementerio de los oprobios del futbolista mexicano un pestilente cadáver: su abotagamiento espiritual. El discreto encanto de la burguesía, con los permisos de Luis Buñuel.

El auxiliar de Juan Carlos Osorio no descubrió la vacuna contra, por ejemplo, las rotaciones, pero sí retrajo y sustrajo, un tema que incomoda al futbolista mexicano: su proclividad al aburguesamiento en ese pent-house que es su jaula de oro.

Quien será el laboratorista del Tri-B para la Copa Oro, mientras regresan los cruzados tricolores de su gesta por Rusia en la Copa Confederaciones, recalcó la falta de osadía y codicia profesional del jugador mexicano por irrumpir en los mercados de Europa.

"Aquí (en México) ganan muy bien, y aquí se quedan", reflexionaba Pompilio Páez en charla con Destino Futbol de ESPNDeportes Radio.

No es muy diplomático de su parte. Sobre todo, porque en junio deberá empezar a trabajar con el pelotón a que Osorio margina de la Confederaciones, para tratar de convencerlos que la Copa Oro es importante.

Él, Pompilio, será el técnico interino de, usando sus reflexiones, la selección de los aburguesados de la Liga MX. De los que no arriesgan su comodidad millonaria para experimentar en los hostiles desafíos europeos.

Insisto, esa elección acomodaticia de vida existe en el jugador mexicano, pero, quede claro, tiene todo el derecho a marcar sus prioridades: familia, terruño, querencia, comida, amigos...

La Rosa de los Vientos de la mayoría de los futbolistas mexicanos no apunta temerariamente a la reconquista, ni a la itinerancia de los retos. Su Edén, su zona de confort es exquisitamente seductora. La prosperidad se convierte en aburguesamiento. Fama y fortuna.

Aseguraba Octavio Paz que "la resignación (hermana pobre del conformismo) es una de nuestras virtudes populares. Más que el brillo de la victoria (a los mexicanos) nos conmueve la entereza ante la adversidad".

Una sustentación del mismo Paz, cuando establecía que el mexicano, en general, teme más a la victoria que a la derrota. Sin arrepentimiento citaría después: "Un poeta me dijo algo divertido: que yo había escrito una elegante mentada de madre contra los mexicanos (Vuelta a El laberinto de la soledad)". Él bien sabía que la verdad, cuando hiere, es más verdad.

Plagiando el término de Alberto Cortez, el futbolista mexicano está predispuesto y programado con las "instrucciones para ser un pequeño burgués".

México es un generador de buenos futbolistas. En algunos casos, de excepcionales futbolistas. Sin embargo, la referencia más puntual se apega a dos jugadores que más allá de su talento exhibieron una combatividad admirable, una beligerancia absoluta ante la adversidad. Sí, los nombres saltan: Hugo Sánchez y Rafa Márquez.

En atmósferas de tremendismo mediático como hoy, Hugo emparejaría la trascendencia de las hazañas de Cristiano Ronaldo, porque además ambos son hijos de un trabajo de depuración diaria, indeclinable. Portentoso rematador, el mexicano le agregaba acrobacias asesinas y su eficiencia en los cobros directos fue superior a la del portugués.

Más allá del protagonismo de Piqué, en el Barcelona aún andan sus buscadores de talento con una Lámpara de Diógenes tratando de encontrar a un nuevo Rafa Márquez, cuya carrera, para la exigencia de ese club y de esa Liga, la clausuraron antes su lesiones.

"Mi alimentación, mi fortaleza, el trabajo físico de niño, no me preparban para ello", reconocía un día el eterno capitán del Tri.

En 1986, después del Mundial, el Brest de Francia quiso llevarse a Fernando Quirarte y a Félix Cruz. Ambos sacaron cuentas y entendieron que la bonanza financiera estaba en casa. Les contestaron a los galos: "Un tiens vaut mieux que deux tu l'auras", algo así como "más vale pájaro en mano que ciento volando".

A muchos deberá parecerles exagerado, pero la versión más cercana en México a la leyenda de El Salvador, Mágico González, es sin duda Cuauhtémoc Blanco, con esa sagacidad futbolera magnífica, además de la maestría en los tiros libres, más allá del mismo molde de mujeriegos, parranderos y... juguetones. El Mágico es aún el eje del museo de memorias del Cádiz. El Cuauh, alcalde de Cuernavaca.

Citemos un caso reciente. Matías Almeyda vio al Gullit Peña y creyó que había encontrado su propia versión mexicana, pero con gol. Creyó que había encontrado al Almeyda que necesitaba en Chivas. Un jugador con potencia, fuerza en la marca, dinamismo, y capaz de recuperar y generar. Pero, desilusión absoluta. Al Gullit lo gobiernan "su vientre y su sexo".

El Pelado apenas anotó seis goles en 315 juegos, pero fue un símbolo en Lazio y River Plate. La diferencia es que el mexicano ya era millonario, a la edad en que Almeyda apenas pujaba en el Sevilla por las grandes bolsas. Almeyda nunca fue un fuera de serie, pero sí imprescindible. Gullit podría haberlo sido, pero se ha vuelto prescindible.

Hay quienes comparan a Benjamín Galindo con el máximo ídolo de Maradona: Ricardo Bochini. Pero el mexicano marcaba gol con las dos piernas y su disparo era un prodigio de artillería. El argentino era deseado fervorosamente en Europa, pero él nunca quiso emigrar. Galindo sólo quiso desfilar por clubes mexicanos, porque al ser transferido de Tampico-Madero a Chivas, como una carambola política, pasó a convertirse en el jugador mejor pagado de México.

Mientras los casos de todos, absolutamente todos, los que hoy batallan en Europa merecen el reconocimiento por sus afanes personales, aunque a la selección a veces le queden en deuda, lo cierto es que hubo algunos antes que decidieron renunciar espiritualmente antes que futbolísticamente.

Manuel Negrete era un jugador con todas las condiciones para liderar al Sporting de Lisboa, y Luis Flores en el Sporting de Gijón. Pudieron, debieron, pero no quisieron.

Y como casos ejemplares, puede citarse a Pável Pardo, Ricardo Osorio, Carlos Salcido, Maza Rodríguez, sin olvidar a un Luis García en el Atlético de Madrid, y quien incluso habría podido mantenerse un par de años más. Y en México ha habido otros con facultades similares a ellos, pero...

¿Alguien duda sobre la calidad de García Aspe, Luis Hernández, quienes experimentaron en River y Boca, sacrificando hasta la mitad de su salario? Ambos habrían sido exitosos protagonistas en ligas europeas... pero a mitad de sueldo.

Alguna vez Daniel El Ruso Brailowsky explicaba que "para el argentino el futbol es su proyecto de vida, sabe que no va a poder ser otra cosa, y se dedica a ello totalmente, mientras algunos jugadores mexicanos terminan viendo el futbol sólo como un hobby".

Como estos casos, abundan. Y es entendible para el jugador, un obrero privilegiado de corta vida. A ellos y a sus familiares les parecería un suicidio financiero generacional ir a Europa a ganar la mitad de su salario en México.

Es muy fácil tacharlos de conformistas, cuestionando sus preocupaciones y sus prioridades salariales, familiares, financieras y afectivas.

Decía Alfred Adler que para atreverse a juzgar a alguien "hay que mirar con los ojos del otro, escuchar con los ojos del otro y sentir con el corazón del otro".

Porque más allá de que Pompilio Páez hoy retraiga, hoy invoque, una vieja discusión, lo cierto es que en la lista de prioridades del futbolista mexicano no está el futbol mexicano como ente, regido además por una FMF que hace todos los esfuerzos por esclavizar y menospreciar a su propio jugador.

Merece el futbol mexicano y su federación que el jugador nativo se inmole por ellos. Absolutamente no, en ese terreno de inequidad y traición que existe.

Recordemos el caso de Cuauhtémoc Blanco cuando lo fracturó Ansil Elcock: "La FMF nunca me llamó, nunca me preguntó cómo estaba, si necesitaba algo, si podía volver a jugar. Me lesioné jugando por la selección, y me olvidó".

Y aún así, pese a ese abandono que sufrió, tras ser determinante en clasificarse al Mundial de 2002, Cuauhtémoc regresó a recibir la traición de Ricardo LaVolpe, pero, todavía a rescatar al Tri para el Mundial de Sudáfrica.

Y aquí, para vulgarizar una conclusión, el futbolista mexicano bien puede puntualizar "que se haga la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre".

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LOS ÁNGELES -- Curazao y Jamaica. Dos espléndidos paraísos turísticos en el destino de México. El Salvador, siempre belicoso es el tercero en la reyerta.

Mediante la prestidigitación vulgar y macuarra de un tahúr artrítico con reúmas incluidas, la Concacaf organizó, bajo su voraz apetito fariseo, los grupos de la Copa Oro 2017.

Queda claro que la Concacaf orquestó su "sorteo" para que México sobreviva limosneando la mayor cantidad de dólares posibles en la Copa Oro.

Consciente la Concacaf de que México envía a una Selección F de Frankenstein a su torneo estelar, decidió que era urgente poner a bailar con la más fea, a ese bailarín torpe cuya coreografía dirigirá Pompilio Páez, mientras Juan Carlos Osorio busca "jugar la Final de la Copa Confederaciones", según lo dijo él mismo.

Y mientras Osorio enfrentará a una Rusia, local pero débil, y a un Portugal, en transición, avejentado y con Cristiano Ronaldo exhausto de Liga y Champions, el Tri versión arrejuntado tratará de llenar estadios, avanzar en el certamen y ganar medio boleto a la Copa Confederaciones.

Ojo, la descripción anterior obedece al plan maestro de la FMF y su Comisión de Selecciones Nacionales: finalista de la Confederaciones y campeón de la Copa Oro, y para eso Osorio realiza el peregrinar más extenso de un entrenador mexicano becado por la FMF, incluyendo el viaje del Sao Paolo a Sampaoli.

México es el único seleccionado que enfrenta a tres adversarios que no están en el Hexagonal Final de la Concacaf, dentro de su vecindario en la Copa Oro.

Clasificados, según FIFA en los últimos escalones de su cadena alimenticia en el listado de febrero, México como lugar 17, encarará al 73 (Curazao), 77 (Jamaica) y 114 (El Salvador).

Esa distancia en la voluble, tendenciosa y misteriosa clasificación de FIFA sería un referente determinante, pero a esta Selección Mexicana AV (Al Vapor) que enviará al torneo tal vez apenas con uno o dos jugadores de militancia, aunque no de trascendencia europea, cualquiera de los tres contendientes lo puede meter en problemas.

Mientras Osorio busca enfrentar en semifinales en Rusia, a la Alemania B que acudirá a la Confederaciones, y al terror psicológico del 7-0 con Chile, para la Copa Oro, Pompilio Páez, su brazo derecho, intentará darle forma y fondo a jugadores que se concentrarán después de vacaciones, y para tratar de entender la Filosofía Osorio, esa misma que incluso los referentes europeos, aún no descifran.

Queda claro que para muchos de los futbolistas mexicanos, tras numerosas concentraciones con el técnico colombiano, la mentada Libreta de Osorio les parece más confusa y compleja que el Ulises de James Joyce.

Sin tener la certeza de que sus aliados arbitrales Mike Geiger, Aguilar Chicas y Walter López comparezcan en sus partidos, México entonces deberá lidiar en el mano a mano futbolístico con las batallas inmediatas, además sin contar para entonces con jugadores como 'Conejito' Brizuela y la duda sobre el 'Chucky' Lozano.

En una logística innecesariamente exhaustiva, entre bochornos de verano y tormentas de la temporada, el Tri tendrá a Osorio en la semana previa a su debut, dependiendo claro está, de que cumpla su promesa de jugar la Final de la Confederaciones en Rusia. Emprendería entonces un vuelo el 3 de julio para enfrentar a El Salvador en San Diego el 9 de julio.

La opción que reflotó de manera saludable, en el sentido de que Chivas compareciera, con refuerzos a la Copa Oro, fue abortada por celos, inseguridades, miedos, rencores, venganzas e intrigas, aunque se mantiene una versión de que si queda campeón el Guadalajara en la Liga, sí se le utilizaría como base absoluta del Tri... pero dirigida por Osorio y no por Matías Almeyda. Complicado que se apruebe de esta manera.

Lo cierto es que la Concacaf cumple su primer objetivo: llenos absolutos en San Diego, Denver y San Antonio con la esperanza de que se trasladen luego a Phoenix, Pasadena y finalmente Santa Clara, el templo de los horrores y de los errores del Tri en aquel 7-0 ante Chile.

Lo cierto es que a la FMF no le preocupa en extremo que esta Selección SQP (Sálvese Quien Pueda) no sea campeón en esta Copa Oro, mientras llene las cajas de caudales de Concacaf, porque aún le quedaría la posibilidad de disputar la otra parte del boleto, en la siguiente Copa Oro para merecer otra repesca.

Insisto: la Concacaf orquestó su "sorteo" para que México sobreviva la mayor cantidad de dólares posibles en la Copa Oro.

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¿Qué nos dejó el título de Pachuca?

FECHA
30/05
2016
por Alex E. Peña, ESPN Stats & Information
¿Qué nos dejó el título de Pachuca? Los números detrás del campeonato Clausura 2016

No es necesario que las finales alberguen a uno de los cuatro clubes grandes de México para que sea emocionante o memorativa. Desembolsar cantidades brutas de dinero por fichajes caros tampoco se traducen a campeonatos.

El sexto título de Pachuca en Liga MX nos dejó un poco de drama, encanto y sobretodo enseñanzas. Pachuca ha invertido en su equipo, acertado en sus fichajes foráneos y demuestra que todavía es la franquicia a seguir en México.

Con mexicanos, ¡sí se puede!

En una época donde las reglas de estructuración de equipo benefician a aquel que apueste a inflar su plantilla de extranjeros y naturalizados, Pachuca nos recuerda que aún se puede ganar con jugadores mexicanos y jóvenes. El domingo Pachuca alineó a seis mexicanos, en contraste con los tres de Monterrey. Ninguno de los mexicanos Rayados fue en posición de ataque.

Los mediocampistas del Pachuca Rodolfo Pizarro (22 años), Erick Gutiérrez (20) e Hirving Lozano (20) todos son productos Tuzos. El trio se combinó para 15 goles y 13 asistencias esta temporada en liga. Lozano jugó los 23 partidos del torneo mientras que Pizzaro jugó 22 y Gutiérrez lo hizo en 19. Además, los tres jugadores del Pachuca que participaron en los 23 juegos de la temporada fueron mexicanos menores de 27 años.

Y no se olviden del jugador que anotó el gol ganador, el joven Víctor Guzmán de 21 años. Que a pesar de ser un producto de Chivas, su debut y sus 21 partidos jugados han sido todos con Pachuca. Marcó su segundo gol de carrera en liga, pero sin lugar a duda el más recordado será ese cabezazo en tiempo de compensación en una noche lluviosa en el BBVA Bancomer.

Podría ser un presagio a lo que sería el futuro de la selección mexicana con estos jugadores.

Hay Conejo para rato.

Quizás los reflectores de Pachuca se enfoquen en su gran cantera, posiblemente la nueva fábrica de producir talentos en México. Pero no hay que olvidar al gran veterano bajo los tres postes. Óscar Pérez, sí, ése 'Conejo'. El que nos brindó tanta alegría con la selección de México hace más de una década. A los 43 años y 118 días, el arquero se convirtió en el jugador más veterano en ganar un título de Liga MX. Algunos de sus compañeros no habían nacido cuando Pérez debutó en 1993.

Pero el 'Conejo' se consagró como una de las estrellas del Pachuca esta temporada. Pérez atajó seis disparos en la vuelta de la Gran Final, su 3er partido con seis atajadas en esta Liguilla, y los tres goles que concedió en esos partidos recorrieron una distancia promedio de 22 metros. Así que vencer al veterano Pérez no fue fácil. Y resultó una total embestida de Monterrey, que realizó 20 disparos en la 1ra mitad, la mayor cantidad de cualquier equipo en los primeros 45 minutos en un partido desde el Apertura 2012.

Bajo el liderazgo de Pérez, Pachuca se reagrupó, jugó solido en defensa y Monterrey solo tuvo cinco disparos en la segunda mitad, a pesar de que Pachuca jugó en desventaja tras la 2da expulsión de Aquivaldo Mosquera en su carrera en Liguillas. Casi transcurrieron 20 años desde el último título de Pérez en el Invierno 1997, pero la espera valió la pena, y el "Conejo" tiene cuerda para un año más.

La sultana del Tuzo

Pachuca consiguió su sexto título, convirtiéndolo en el séptimo club más ganador en la historia de Liga MX, y ha ganado todos desde 1999, un año después de su cuarto ascenso. Pero el club más añejo de Primera División se ha coronado tres veces en la ciudad de Monterrey. Lo hizo en el Estadio Universitario de los Tigres en el Invierno 2001 y Apertura 2003, y ahora en terreno de los Rayados. En esas tres finales Pachuca tomó ventaja en la ida en casa, y son ahora cuatro veces que Pachuca es campeón cuando gana en el 1er partido de una final.

Cabe mencionar que cuando Monterrey y Pachuca se enfrentan en torneos cortos, el visitante solo ganó cinco veces en 48 partidos (Pachuca ganó en 2005 y 2010). Pachuca lleva ahora racha de cinco invictos vs Monterrey entre Liga y Copa MX.

Técnicos extranjeros a la moda

Los seis títulos del club han sido todos con entrenadores diferentes, comenzando con Javier Aguirre en el Invierno 1999 y culminando con Diego Alonso el domingo. Pachuca es ahora el 5to equipo diferente que gana títulos con al menos 6 técnicos distintos (Pumas, América, Toluca y Chivas).

Pero Diego Alonso fortalece la moda del técnico extranjero, ya que son ahora seis torneos consecutivos que un club dirigido por una persona foránea es campeón. Todo comenzó con Gustavo Matosas y su bicampeonato con León en el Apertura 2013, seguido por Antonio Mohamed, Pedro Caixinha y Ricardo Ferretti.

Es la racha más larga de campeonatos por técnicos no Mexicanos desde 1943-53, cuando 10 clubes se coronaron bajo la batuta de hombres extranjeros. Curiosamente, esas fueron las primeras 10 temporadas bajo la era del profesionalismo en el fútbol mexicano. Ya son 52 diferentes técnicos que son campeones, y con Alonso, son 27 extranjeros distintos que lo logran. Alonso es el 1er técnico nacido en Uruguay en ser campeón desde Carlos Miloc en 1981-82.

Elaborado por Alex E. Peña de ESPN Stats & Information

Etiquetas:

ESPN Datos, Futbol, Copa Oro

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LOS ÁNGELES -- Obligación. A algunos técnicos les asusta jurar ante esa bandera.

Obligación. Parece un tabú. O pavor a una maldición. O pánico a consumar el reto.

"No estamos obligados ni prometemos nada. Sólo nos comprometemos", quiso escurrir en su momento Hugo Sánchez dirigiendo a la Selección Mexicana, y terminó siendo carnada y presa de sus propias palabras.

"No estamos obligados a ganar. Estamos obligados al mejor esfuerzo. Nadie está obligado a nada", defendía el Chepo de la Torre, ya con el freno de mano en la pendiente del declive de su gestión.

Acaso sólo Javier Aguirre se atrevió en su momento a asumir esa obligación, aunque declinó, en una teatralidad morbosa e innecesaria, en la conferencia previa al juego ante Argentina en el Mundial de Sudáfrica, cuando se ciñó bajo las cejas la gorra del Tri y firmó burlón el acta de defunción que se extendía de manera generalizada al equipo mexicana.

Al final, esa vez, Aguirre se equivoca encomendando al 'Bofo' Bautista la labor de ser Messi, cuando, entonces, Argentina ni siquiera necesitó de Messi, y le bastó un error de Osorio y una calamidad arbitral.

Pero, queda claro, asumir la obligación de ganar sabe a suicidio, a inmolación, a la verde hiel pastosa del miedo. Convierte a halcones en avestruces.

Algunos técnicos rehúyen agregar ese Onceavo Mandamiento a su liturgia táctica y motivacional. Creen que es una palabra maldita en el vestidor y que podría causar desazón en los espíritus frágiles de algunos jugadores.

Cierto que la obligación del esfuerzo extremo es incuestionable. Pero esa, es parte inalienable de un futbolista profesional. Ha sido su elección. Y su privilegio.

Pese incluso a que en México se pagan sueldos estratosféricos por perder, porque luego los jugadores reclaman primas especiales por empatar y por ganar. Son pues, visto así, asalariados del fracaso.

¿Y proclama el Tuca Ferretti la obligación como un credo supremo y absoluto de sus jugadores al salir a la cancha o basta con el arrabalero "échenle ganas por su mamacita"?

Porque Ferretti y el Tri, este sábado, ante Estados Unidos, recopilan una legado de pactos de sangre para puntualizar la obligación como un estimulante adictivo para saltar a la cancha. ¿O no?

Hagamos cuentas de esos motivos. Porque abundan. Desde los deportivos, hasta los sociales y los financieros. Sí, hay una obligación de ganar...

  • 1.- ...porque es Estados Unidos, y porque para el mexicano significa restablecer el control en el único deporte en el que aún habría fuero para superar al vecino.

  • 2.- ...porque es Estados Unidos, y porque la rebeldía de los antes esclavizados, les ha permitido llevar a desplantes de soberbia, como esa burla persistente y permisiva del "2-0" sobre el Tri.

  • 3.- ...porque es EE.UU., y algunos seleccionados lo saben por sus mismas familias, las secuelas de una derrota entregan a una humillación sin cuartel a los mexicanos en convivencia diaria con centroamericanos, y ahora, con los mismos estadounidenses.

  • 4.- ...porque si bien la Copa Confederaciones no es el circo supremo del futbol, México alguna vez ganó una versión más relajada de esta competencia, y EEUU se plantó en una Final, tras abofetear a España, y tener incluso 2-0 abajo a un Brasil que se levantó de la lona para coronarse.

  • 5.- ...porque después de un Mundial plausible ante Brasil, notable ante Croacia y, como siempre, #ConsuélameConElYaMerito ante Holanda, el Tri sumó un fracaso de espanto en Copa América, y porque su coronación en la Copa Oro, tiene dos asteriscos tras los penaltis creativamente perpetrados ante Panamá y Costa Rica por el terrorismo arbitral.

    Es el momento de lavarse la cara en la Concacaf, aunque la conciencia siga promiscuamente percudida.

  • 6.- ...porque si el Tuca Ferretti aceptó dirigir tres encuentros moleros y uno oficial por "agradecimiento a México", la única manera de ser agradecido es conquistar el boleto a la Copa Confederaciones. O de otra manera, ese agradecimiento no queda consumado.

  • 7.- ...porque para muchos seleccionados nacionales esta Copa Concacaf ante EE.UU., puede ser su última convocatoria y su último logro trascendente, con dificultades evidentes para llegar a la misma Confederaciones y al Mundial de Rusia.

  • 8.- ...porque enseguida, con un técnico nuevo, sin referencias anteriores, sería lamentable para muchos seleccionados cargar con el estigma de una eliminación ante EE.UU. este sábado, y enseguida sumergirse en el Azteca ante El Salvador y después en San Pedro Sula ante Honduras.

  • 9.- ...porque para eso aceptan vestirse de seleccionados nacionales, y por eso proclaman que es un Clásico ante EE.UU.

  • 10.- Porque con el ficticio proyecto de Jurgen Klinsmann, este es el momento paupérrimo del futbol estadounidense, y no sacudirse ese yugo esta vez, sería ceñirlo de manera más asfixiante.

  • 11.- Y porque como dice el necio, con argumentos más hormonales que neuronales: "pos porque sí".

Así que, más allá de que rehúsen y rehúyan jurar bajo ese estandarte, obligación debe ser la primera palabra de cualquier discurso de cualquier miembro de esta Selección Mexicana.

No hacerlo, no decirlo, no practicarlo, ya es un síntoma reprobable de deserción.

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