Para nadie resulta novedoso que el torneo tiene favorito conocido, Estados Unidos, y un enemigo nada confiable, Yugoslavia, el último campeón. ¿Qué dudas genera el torneo? Saber, por ejemplo, si a esta nueva versión del Dream Team el nombre le queda grande; si Yugoslavia, como se sospecha, puede amargarle la fiesta a los locales o cuál será la respuesta del público norteamericano, habituado a ver básquetbol NBA ante un evento internacional desconocido.

Tampoco es sorpresa que como nunca antes el segundo pelotón reúne casi nueve equipos de llamativa paridad entre los cuales todo puede pasar. Tal vez allí, en la seductora incógnita que genera la lucha por un lugar en el podio anide la mayor atracción del Mundial.

Para los equipos latinoamericanos el objetivo planteado traerá premio extra: si Argentina, Brasil, Puerto Rico, y en menor medida, Venezuela, consiguen su objetivo de meterse entre los ocho mejores, lo que significaría un avance para ellos, les dejaría además como regalo que se liberen algunas plazas más en la región para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

ARGENTINA APARECE COMO FAVORITA
El que parte con mayores y fundamentadas posibilidades es Argentina, último campeón panamericano. Como nunca antes, conformó un plantel de jerarquía, que le permite animarse a soñar, partiendo desde el grupo D, con una actuación histórica.

¿Qué puede ser histórico? Meterse entre los primeros seis ya sería destacable, aunque a juzgar por los que individualmente consiguieron sus jugadores en Europa y lo que mostró el equipo en la preparación, trepar hasta semifinales o acceder a una medalla, no sería un objetivo inalcanzable, aunque sí nada sencillo. Para eso debería ganar su grupo, venciendo a Rusia, Nueva Zelanda y Venezuela y apenas cediendo en la segunda fase ante Estados Unidos y poco más. Eso la dejaría bien parada para el cruce de cuartos de final.

¿Pero qué tiene Argentina para ilusionarse? Buenas individualidades que conformaron un mejor equipo. Jugadores que en las ligas más competitivas del mundo hicieron explotar su potencial e incorporaron lo que se necesita para trascender al primer mundo basquetbolístico.

Del alero Emanuel Ginóbili, figura indiscutida en Europa, se espera casi todo. Con Fabricio Oberto, Luis Scola y Rubén Wolkowyski conformó un juego interior consistente, que disimula la ausencia de una "torre" desequilibrante. A diferencia de otras épocas no hay un conductor indiscutido, pero entre Pepe Sánchez, Alejandro Montecchia y Lucas Victorianos tiene bases confiables y de distintos estilos. En los laterales, además de Ginóbili, estarán Sconochini, Nocioni y Palladino, jugadores adaptados al roce de alto nivel.

Después de varias décadas Argentina recuperó protagonismo internacional, el que tendrá la oportunidad de aprovechar y consolidar durante los once días del Mundial.

VENEZUELA APUNTA A LA SEGUNDA RONDA
Para Venezuela, otro integrante del grupo D, la de Indianápolis será apenas su segunda cita mundialista y sus posibilidades máximas se ubicarían, triunfo sobre Nueva Zelanda mediante, a pasar a la segunda ronda.

Ajustándose a las necesidades de una competencia desgastante, bajó casi en 3 años el promedio de edad de su plantel, que fue de 30 en 2001. De lado quedaron nombres históricos como Walcott, Becker o Nelcha, que ya poco podían aportar. Sin embargo, otros veteranos seguirán liderando el equipo: el pivote Carl Herrera (35 años) y el tirador Víctor Díaz (34). El primero es un lujo para Venezuela, porque es el que mejor sabe jugar a alto nivel. El otro es una garantía ofensiva, que en la última etapa de su carrera afrontará, tal vez, el mayor desafío. Pero el triángulo que sostendrá a los venezolanos se completará con el alero Oscar Torres, del que se espera justifique su pasada temporada de aceptables actuaciones en la NBA con Houston.

Las principales amenazas de Venezuela parecen estar dentro del mismo equipo. La escasa vocación defensiva y su indisciplina táctica, sobre todo expuesta en una mala selección de tiros, serán dos enemigos de los que deberá librarse si quiere sobrevivir a los tres primeros partidos.

BRASIL TIENE QUE CONFIRMAR QUE YA NO ES PROMESA
A Brasil le tocará ratificar en Indianápolis el crecimiento mostrado en los últimos años. Como le gusta decir a Helio Rubens, su trabajo a largo plazo tomó un nuevo impulso desde el año pasado con la incorporación de varios jóvenes de excelente proyección como el pivote Anderson y el alero Guilherme. Pero la apuesta del entrenador y las posibilidades del equipo quedaron resentidas, tras confirmarse la ausencia del pivote Nene, flamante fichaje de Denver Nuggets.

El grupo B lo superarán sin problemas junto a Turquía y Puerto Rico, dejando en el camino a Líbano, por lo que su etapa vital será la segunda, mucho más compleja y en la que el objetivo será llegar a una plaza en cuartos de final. A la solidez de Demetrius como conductor y al poder ofensivo que generan permanentemente tiradores como Marcelinho o Rogerio, estos brasileños sumaron un arraigado concepto defensivo que los mejoró como conjunto.

Meterse entre los seis primeros no sonaría descabellado, si no fuera por que el punto débil será su gente alta, ya que apenas Anderson y su hermano Sandro aparecen con experiencia y jerarquía para pelear bajo los cestos, una zona en donde a nivel internacional no se perdonan errores ni carencias.

PUERTO RICO ES UNA INCÓGINTA
Puerto Rico transita por esa zona indefinida que marca el final de una generación y el nacimiento de otra. Desde 1996 hacia acá los boricuas vienen de un fracaso tras otro, por lo que necesitan una actuación decorosa para frenar un evidente declive. Se dijo, el grupo B lo superarán sin problemas, pero nadie les garantiza un lugar entre los mejores ocho.

Para complicar el panorama, los puertorriqueños no tuvieron un buen tiempo de preparación y perdieron por lesiones hombres importantes como el pivote Fajardo y los guardias Casiano y Colón. El equipo de Julio Toro se apoyará en el incombustible pivote Piculín Ortiz, que a sus 38 años sigue siendo irremplazable. Pero para aspirar a algo importante tendrán que demostrar que tienen nivel internacional jugadores como el base Carlos Arroyo, el tirador Larry Ayuso o el pivote Daniel Santiago. Tanto Ortiz como Jerome Mincy, otro jugador de enorme trayectoria, que jugará su quinto Mundial, cerrarán su carrera en el equipo nacional y se merecen hacerlo con una alegría, que antes de comenzar nadie bien informado se animaría a asegurar.

ESTADOS UNIDOS, A MANTENER EL INVICTO
Mientras, Estados Unidos tratará de no romper esa "verdad" cada vez más cuestionada de la imbatibilidad de las últimas versiones del Dream Team. La que estará en Indianápolis tiene nombres sin tanto brillo, pero se presume aportará una mejor actitud, elemento clave para mantener el invicto internacional.

Su enemigo, Yugoslavia, aparece agazapado y esperando el momento del ataque que no sería otro que la final, si la lógica no se toma algún descanso.