Patricio Garino encontró lo que estaba buscando: volver al seleccionado argentino para sentirse nuevamente un jugador de básquetbol con deseos de competir. El alero marplatense había rescindido su contrato con Nanterre de Francia tras una serie de lesiones: primero sufrió la rotura del ligamento cruzado anterior en la rodilla derecha y luego un desgarro en el isquiotibial. Se entrenó en soledad y se preparó para tener la oportunidad de vestir nuevamente la camiseta argentina. "Estoy muy contento, feliz de estar acá. El cuerpo está reaccionando mucho mejor de lo que esperaba a pesar de que llevaba casi 6 meses sin entrenar con un equipo. Estuve preparándome por mi cuenta. Todavía me queda un largo camino por delante pero para mí estar jugando cinco contra cinco y en la Selección significa muchísimo", dijo Garino.
Garino buscará continuar con su progreso luego de su extensa inactividad. Así analizó su presente: "Me falta tanto en lo físico como en el juego. Siempre fui muy exigente, casi perfeccionista. Me falta potencia, explosividad y reacción. Y en el juego hay situaciones que tengo en la cabeza pero el cuerpo no reacciona".
Pato fue un jugador clave en el equipo que llegó a su pico de rendimiento en 2019 con la medalla dorada en los Juegos Panamericanos en Lima y el subcampeonato en la Copa del Mundo en China. Después de aquellos logros, Argentina no tuvo una buena actuación en los Juegos Olímpicos de Tokio y Sergio Hernández decidió terminar su ciclo como entrenador. Oveja había sido el único coach que Garino había tenido en el seleccionado y ahora trabaja por primera vez con el Che García. "Néstor me pide que sea yo mismo, que sea el de siempre: agresivo en defensa, que corra y que tome los tiros abiertos. El primer día estaba cagado hasta las patas. Era el primer entrenamiento con el equipo, todos lo sabían y me respetaron mucho. Tenía que ganar mis sensaciones", dijo el alero.
La personalidad del Che ya es una marca registrada en el básquetbol del continente. Los jugadores del seleccionado argentino se están acostumbrando a su estilo de trabajo y su forma de ser. "Todo el equipo se está adaptando muy bien. Varios de los chicos ya habían estado en las ventanas anteriores y los restantes nos estamos acoplando a la idea de Néstor. Es un entrenador muy positivo, que motiva mucho, y con el que te dan muchas ganas de entrenar, de tener energía y de ser agresivo. El trabajo se hace muy ameno. Todavía nos queda muchísimo por entender y asimilar de su filosofía, pero estamos yendo en una linda dirección y sabemos que nos va a ir muy bien", dijo Garino.
La tercera ventana clasificatoria para la Copa del Mundo 2023 le ofrece un calendario comprometido a Argentina: el 30 de junio visita a Venezuela y el 3 de julio a Panamá. "Estamos en una etapa temprana. Llevamos pocos días entrenando con este nuevo grupo. Son conceptos de trabajos de transición, de llegada y de mover el balón para no estar tan estáticos. También estamos preparando el partido contra Venezuela en relación a la derrota de la ventana pasada, con algunos ajustes para tratar de modificar lo que se hizo en ese juego", explicó Garino. Y agregó: "Lo que viene es durísimo. En Venezuela va a ser una guerra y más en esa cancha que es una caldera. Será muy difícil, tendremos que estar muy concentrados y preparados para su agresividad y la presión que mete el público. Después pensaremos en Panamá, ya que tenemos que ir partido a partido y no saltearnos pasos".
Garino es un jugador plenamente identificado con la Selección. De hecho, los mejores momentos de su carrera fueron con el conjunto nacional. Y ahí es donde buscará su nueva plataforma de despegue.