James Harden escribe su propio guion de redención en esta postemporada con los 76ers. Mientras Joel Embiid llora en cámara por recibir el MVP de serie regular, La Barba es el que está haciendo el trabajo que importa cuando verdaderamente hace falta.
Es el responsable máximo de que los Sixers tengan vida en estos playoffs frente a Boston Celtics.
Ya nadie mira si Harden está excedido de peso, si sale de noche o si publica algo inapropiado en redes sociales. Harden habla cada vez menos fuera de la cancha y mucho más dentro. Mientras P.J. Tucker le grita a la cara a Embiid para que reaccione en el clutch, para que demuestre que es el mejor jugador de la NBA, es La Barba el que toma la responsabilidad para hacerse cargo de la pelota cuando pesa como un globo de arena.
En pocas palabras: lo que Embiid sufre, Harden lo disfruta. La serie regular no son los playoffs y estamos devorando cucharadas de esto en cada partido.
Seamos claros para no confundir: los Celtics son un equipo mejor que los Sixers. Por profundidad, calidad, energía. Harden, sin embargo, está haciendo lo imposible por evitar que esta máxima se concrete en resultado final. Para que los Sixers puedan estar a la altura, necesitan producciones extraordinarias como las que está mostrando La Barba. Sin él, esta serie ya hubiese terminado en barrida.
El domingo por la tarde, Harden tuvo su segundo partido de 40 puntos en la serie, recuperándose de un desacertado tercer juego en el que estuvo muy poco alineado con el aro. Nos dice SIG que Harden se unió a Allen Iverson (seis en 2001 y dos en 2003) como los únicos Sixers con partidos múltiples de 40 puntos o más en una única postemporada.
El dato es demoledor, pero si uno repasa la estadística del domingo, verá que Embiid hizo 34 puntos, 13 rebotes y tres asistencias. La planilla es bastante aceptable por no decir excelente, pero no refleja para nada lo que pasó en el desenlace.
"Creo que los jugadores tenemos que dar un paso al frente... Debo hacer mi trabajo. Todo el mundo conoce su rol y tienen que hacer el suyo", dijo el camerunés luego del Juego 3 que tuvo a Boston en plano ganador sin atenuantes.
Pareció un misil teledirigido a Harden esa declaración, pero la realidad es que también pudo haber sido autocrítica y quizás también algo de culpa. Lo cierto es lo que pudimos ver: los números de Embiid fueron buenos pero mientras Harden aceleraba sin ayuda en el final del juego, con la sangre caliente en las venas, Embiid fue un auto pesado que sus compañeros tuvieron que empujar para que funcionase.
Quizás haya sido por esto que aún no se entiende la defensa de Jaylen Brown en en el cierre del segundo tiempo extra que finalizó con el tiro fundamental de Harden. Con los Celtics dos puntos arriba, ¿para qué cerrarse y doblar a Embiid dejando a Harden solo para el triple decisivo? Con solo ver un poco de esta serie sabíamos quién iba a tomar el último lanzamiento. Un pecado que aún debe estar dando vueltas en la cabeza de Joe Mazzulla.
Sobre todo si vemos lo que pasó en los dos juegos que perdieron con Harden. En el primero, hizo 45 puntos con un tiro ganador faltando ocho segundos en el reloj. En el segundo hizo 42 con 19 segundos por jugar.
La redención, entonces, es evidente: entrando a esta serie, Harden estaba 1-10 en tiros para pasar a ganar en los últimos 30 segundos de un partido de playoffs. Ahora está 2-2 contra Boston.
"Solo quiero ganar y no importa de qué manera. Quiero ganar", dijo Harden. "Y para ser honesto, hoy era matar o morir para nosotros. Encontramos la manera de lograr el triunfo y eso es todo lo que importa en la postemporada".
Los dos partidos que ganaron los Celtics, lo hicieron en modo crucero. Los que ganaron los Sixers, fueron rezando plegarias en el final.
Boston es un equipo mejor que Philadelphia, pero Harden, el freno de mano de esta serie, el caballero de la redención que asciende, nos dice una vez más que las cosas no terminan hasta que terminan.
Joel Embiid es el MVP de la serie regular para los Sixers. James Harden, el de los playoffs.
Los directivos, los fanáticos, los entrenadores y nosotros ya lo sabemos.
Sus compañeros, también.