Draymond Green pisó a Domantas Sabonis en el Juego 2 de Primera Ronda entre Sacramento Kings y Golden State Warriors y fue suspendido por la NBA para el tercer juego de la serie. Ni polémica ni fuera de tono: es una decisión que está más que justificada. Por lo que pasó pero también por su legajo plagado de incidentes.
Green ha sido un jugador fundamental en los cuatro títulos de campeón que tienen los Warriors. Si Stephen Curry y Klay Thompson fueron la precisión quirúrgica, Green fue el trabajo sucio, la fuerza y, por momentos, el juego desleal. Como alguna vez dijo Maquiavelo, el fin justifica los medios.
Draymond defiende esta premisa con dichos pero también con hechos. "La explicación (que me dieron) fue que lo pisé demasiado fuerte", dijo el alero de Golden State en la conferencia de prensa posterior al partido. Su flagrante de grado 2 le costó la expulsión: en su defensa Sabonis le sujetó el pie desde el piso. Si bien nada justifica el final de la acción, esta vez más que acción fue una reacción desmedida.
"Supongo que agarrar del tobillo está bien", ironizó luego Green.
Digamos todo: ya nadie mira a Green con cariño. En el plano de buenos y malos, Green es algo así como Darth Vader, el representante del lado oscuro de la NBA. Lo aman los suyos, lo odian todos los demás.
Green ha sido, a lo largo de su carrera, un provocador mayúsculo. La Liga, un poco queriendo y otro poco no, le ha permitido jugar siempre al filo del reglamento y el no solo aprovechó esa chapa de sheriff intangible, sino que la usó a su favor al límite del abuso de poder.
Green fue expulsado 17 veces en lo que va de su carrera. Es una absoluta barbaridad. En todas las campañas que jugó, estuvo cerca de liderar la cantidad de faltas técnicas por temporada y acumula 17 en lo que va este año, solo por detrás de Dillon Brooks de Memphis Grizzlies. No solo eso: además de haber sido expulsado ante los Kings el lunes, también ocurrió por doble técnica lo mismo ante los Pacers el 14 de diciembre y ante los Pistons el 4 de enero.
El polémico alero ha tenido a lo largo de su trayectoria, según el sitio Sportrac, la ridícula marca de 193 multas registradas por faltas técnicas, flagrantes, expulsiones, mala conducta, hablar mal de los árbitros, referirse de mal modo a la Liga, etc. Ha pagado en total $1,260,100 dólares por infringir el reglamento.
La Liga y los Warriors tienen que pagar el precio de haber permitido cuestiones que se han ido de las manos. En la pretemporada, con todo el plantel presente, le pegó un puñetazo a Jordan Poole que recorrió el mundo. ¿Qué pasó en ese momento? Nada. Absolutamente nada.
"Va a volver a los entrenamientos el jueves", dijo Steve Kerr en aquella oportunidad. "Ha sido multado. No será suspendido. Espero que juegue el viernes en nuestro último partido de pretemporada y en la noche de apertura".
Son tantos los incidentes de Green que podríamos necesitar un libro para narrarlos. Pero alcanza con destacar, a modo de ejemplo, el codazo a Blake Griffin en el choque de Navidad de 2013 contra los Clippers, la patada que le pegó a Steve Adams en el choque ante el Thunder en el Juego 3 de Finales de Conferencia Oeste 2016 y el golpe en la ingle a LeBron James de los Cavaliers en aquellas Finales que le costó la suspensión en el Juego 5.
En 2015, aún se recuerda la burla a los Cavaliers cuando dijo, al lado de Klay Thompson en una entrevista post campeonato: "es nuestra liga" y "ellos apestan" en referencia a LeBron y los Cavs.
Ni hablar la patada en diciembre de 2016 a James Harden cuando estaba en los Rockets o la pelea que terminó en la tribuna contra Bradley Beal de Washington Wizards a comienzos de temporada 2017-18, por citar solo algunos ejemplos.
La fama de chico malo la extendió fuera de la cancha y en 2016 fue denunciado por Jermaine Edmondson, un jugador de fútbol americano de la Universidad de Michigan, quien dijo que Green lo golpeó fuera de un restaurante.
No fueron casos aislados ni hechos poco significativos: con Green este guión fue el mismo desde sus comienzos. En la temporada en curso, salió al cruce de Brooks, quien había dicho públicamente que no le gustaba Green. "Si te preguntas por que los Memphis Grizzlies no pueden competir por un campeonato, no busques más allá del idiota que está aquí", le contestó el número 23 en su podcast personal.
Bocón, irreverente, agresivo, pero también ganador (sobre todo ganador), Green ha empujado los límites tanto que se ha pasado de revoluciones. La culpa es de él, pero también de los que le permitieron este accionar en continuado. El golpe a Sabonis no solo fue desleal, sino que fue un sinsentido. Una verdadera tontería en el momento de recuperación de los Warriors para ponerse a tono en el Juego 2.
Grita él, sufre Kerr, lo padecen todos.
El que siembra vientos recoge tempestades. Dicho esto, los Kings están 2-0 arriba.
Y, por ahora, es justicia.