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Adrián Beltré sobre su transición a las Grandes Ligas

El dominicano Adrián Beltré no debería tener inconvenientes para ingresar al Salón de la Fama en su primer año de elegibilidad. Tom DiPace

Como parte del proyecto de Béisbol Experience, estaremos publicando una entrevista cada día desde el 15 al 25 de junio. Las podrán encontrar todas en espndeportes.espn.com/beisbol/beisbolexperience/.

Esta entrevista se hizo en español y se tradujo al inglés. Se puede leer aquí.

En su carrera de 20 temporadas en Grandes Ligas, Adrián Beltré se ha convertido en uno de los jugadores más respetados en el deporte. Pero su viaje no siempre ha sido fácil. Firmado como agente libre internacional a los 15 años de edad, Beltré comparte sus problemas con el aprendizaje del idioma, ordenar comida y su relación con sus compañeros. Él habló con Marly Rivera sobre su transición a Estados Unidos hace casi 25 años.

¿Fué difícil para tí llegar a Estados Unidos?

En mi época, mucha gente veía el béisbol en República Dominicana como la forma de salir de la pobreza; de poder traer la comida a la familia, de dar un ejemplo a nuestro país. Nos abrieron el camino. Para mí, para David Ortiz, para Pujols, ya fue un poquito más fácil porque ya habían llegado Sammy Sosa y Raúl Mondesí, y nosotros teníamos el camino abierto, en el aspecto que ya el mundo sabía que en República Dominicana había buenos peloteros, al igual que en Puerto Rico o en Venezuela.

¿Cuál fue el mayor choque cultural cuando llegaste a suelo estadounidense?

El número uno fue el lenguaje. Cuando yo vine a los Estados Unidos no sabía el lenguaje. Sabía muy poquito, aunque la organización de los Dodgers enfatizó en tratar de enseñarles a los jugadores lo principal que uno va enfrentar aquí en Estados Unidos, cómo desenvolverse, lo que pedir para comer, cómo comunicarse con otros jugadores, etc.

¿Cómo era ordenar comida en inglés?

Al principio no fue difícil porque en mi caso nosotros nos estábamos quedando en Dodgertown. Tenía mucha ayuda con todo. Ellos tenían varios coaches que hablaban el idioma y ayudaban a uno poco a poco. Tan pronto como la temporada empieza, las cosas se pusieron un poquito más difíciles.

Aunque vivía con varios latinos, no hablaban inglés, entonces poco a poco nos fuimos adaptando. Fuimos buscando la forma de comunicarnos y cómo hacer para llegar al estadio. Comenzamos a pedir comida en los McDonald's o en los Subway después del juego. Hacíamos un poquito de todo para ordenar. A mí lo que me ayudó más fue que llegaba al lugar y apuntaba el dedo a la foto y decía algo como murmurando y ellos me contestaban y yo les decía "yes". Pero no sabía lo que me iban a dar. Lo que venía, trataba de comérmelo.

Incluso pasé mucha hambre porque yo siempre he odiado el pepinillo. Entonces muchas veces la comida de McDonald's traía mucho pepinillo y cuando yo ordenaba, tomaba la bolsa, me iba al hotel, me sentaba a comer y cuando lo abría muchas veces tenía pepinillo. Inmediatamente lo tiraba a la basura.

¿Cómo era no poder hablar el idioma?

Me concentré mucho en tratar de aprender el lenguaje, aunque sabía que era una jornada que no iba ser fácil. Yo quería no solamente destacarme en el béisbol, sino también desenvolverme y tener la libertad de expresarme y poder pedir lo que quería. Una de las cosas que más me molestaba no era no saber el lenguaje, si no que no podía expresarme cuando quería decir algo. tenía que vivir con mis pensamientos callados porque no sabía cómo expresarlos.

Entonces en mi primer año en los Estados Unidos, un jugador que era de descendencia cubana que se llama Dan Ricobo hablaba español e inglés bien. Entonces le pedí un favor, que si yo podía traer una palabra diaria en inglés para que el me la traduzca en español y así me enseñara a usarla en una oración. Todos los días yo aprendía una palabra y él me enseñaba cómo utilizarla en una oración. Entonces fui aprendiendo poco a poco, y nunca tuve miedo que la gente se burlara de mí cuando yo decía una palabra mal.

¿Cuánto tiempo pasó hasta que te sentiste cómodo hablando inglés?

Después del primer año, uno se siente cómodo con los compañeros, porque hay una relación en la cual sientes que los conoces, aunque no te expreses igual. Ya después del segundo año empecé a desenvolverme mejor, con la confianza de expresarme y no tener miedo que no me entendieran y se burlaran de mí, sino que me corrigieran. Me enfoqué mucho en eso. Yo pensé que si iba lograr algo en Estados Unidos tenía que aprender el lenguaje. Ahí tuve mayor confianza en empezar a utiilizar las palabras que supuestamente había aprendido.

¿Cuál es la mayor diferencia en los medios en Estados Unidos vs. la República Dominicana?

Me parece que las redes sociales han cambiado todo. En un aspecto es bueno, porque obviamente todo lo que pasa todo el mundo lo sabe en un segundo. Los jugadores se hacen más famosos porque la gente sabe quiénes son, ya tienen su Twitter, su Facebook, su Snapchat. Se comunican y tienen una relación más cercana con los fanáticos. Pero al mismo tiempo, tampoco es bueno porque todo lo que sea negativo o positivo sale en los medios. Si uno hace cualquier comentario en ese momento, o está un poquito enojado por algo que pasó, eso sale en todas las redes del mundo. Entonces, por un momento de frustración o lo que sea, ya la gente quizás te puede catalogar de manera diferente. Que conste, yo no tengo redes sociales ni Facebook. Ni mi interesa tampoco. El que quiere hablar conmigo, tiene mi teléfono y me llama.

¿Cómo se diferencian los fanáticos latinos de los estadounidenses?

Creo que el fanático latino siente más la pelota, se quiere involucrar más en el juego. Tienen esa noción que ellos están seguros que lo que dicen, es. Los latinos son un poquito más bulliciosos que los americanos. Siempre tenemos ese amor a la pelota que nos motiva. Lo que yo me he dado cuenta jugando invierno y jugando aquí es que el fanático latino se involucra mucho en el juego, le gusta gritar, le gusta siempre apoyar a sus jugadores y en eso son diferentes a los norteamericanos.

¿Eso es debido al amor de los latinos por el béisbol?

Creo que el amor que los jugadores latinos tienen por el juego es incomparable a cualquiera otro. Yo digo esto por experiencia propia. Nosotros somos bendecidos por los salarios que nos pagan -- obviamente son salarios muy buenos -- pero es un trabajo para algunos. Para mí es un pasatiempo -- un pasatiempo que obviamente disfruto. Pero al mismo tiempo te provoca mucho estrés, muchos dilemas, porque luego de un punto en particular te conviertes en un ejemplo a seguir.

El jugador latino tiene un amor increíble por el juego, y eso es lo que nos motiva a convertirnos en mejores que los estadounidenses. Obviamente estamos en territorio extranjero, y quizas es cierto y razonable que si el latino y el americano hacen el mismo trabajo, ellos van a darle el trabajo al americano. Así era cuando yo llegué a las menores. Algunas veces yo le hablo a los muchachos en las menores y les explico que esa es una manera de forzarlos a ser mejores. Yo no quiero verlos estar a la par [con los americanos]. Ellos tienen que ser mejores.