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“A veces se ve horrible, pero 93 veces en este año no se vio horrible. Para ganar en octubre tiene que ser así, con contribuciones de todos”, fueron las palabras de Alex Cora luego de que Boston Red Sox, el equipo que entró a la postemporada con las peores probabilidades de ganar la Serie Mundial, derrotara a uno de los grandes favoritos del año, New York Yankees.
La postemporada es un escenario extraño en el sentido de que lo que hiciste durante 162 partidos te asegura pocas cosas. Ganar más partidos que cualquiera de los otros equipos te brinda la ventaja de jugar como local a lo largo de los playoffs, pero eso no significa que tengas una victoria asegurada y menos contra equipos que jugaron bien en la ruta durante todo el año.
Clasificar mejor sembrado que tu contrincante tampoco es seguridad de nada, puesto que hemos visto en varias ocasiones como los equipos que llegan gracias al Wild Card, eliminan a grandes favoritos (Nationals sobre Dodgers en 2019).
En pocas palabras, ser el mejor equipo (o estar entre los mejores) de la temporada regular no asegura absolutamente nada en el béisbol de octubre.
Hay un dicho en el béisbol relacionado a que no siempre el mejor equipo gana los partidos. Esto se aplica como anillo al dedo a la postemporada, porque la misma no se trata de cuál es el mejor equipo entre los diez clasificados. Se trata de cuál equipo puede adaptarse mejor a las circunstancias y lo más importante, cuál conjunto puede meterse rápido en una racha ganadora.
Esa es la naturaleza de las series cortas, quién puede sacar los outs, quién puede dar los cuadrangulares, quién puede traer la carrera al plato. Grandes bateadores de temporada regular, simplemente se apagan en postemporada, lo mismo que lanzadores y de repente, aquellos equipos que se veían como grandes favoritos, caen derrotados de manera sorpresiva, a pesar de tener las "mejores" armas.
Aquí es donde encuentran su importancia los tan mencionados intangibles del juego. El liderazgo, la comunicación, el ambiente del clubhouse, incluso reclamarle a los compañeros fuertemente en medio del juego (¿recuerdan a Chris Sale gritando en un partido de Serie Mundial contra los Dodgers en 2018?). Todos y cada uno de los elementos que no pueden medirse con ninguna estadística son los que dan una dimensión distinta a los equipos.
El béisbol es un deporte caprichoso, por eso a nadie debe sorprender cuando se dice que el mejor equipo no siempre gana. El partido del Wild Card de la Liga Americana fue prueba de eso (el propio Cora admitió lo mucho que aprendieron luego de ser barridos en Fenway Park hace poco más de una semana) y las posibilidades de que, en el futuro, incluso el inmediato, algo similar ocurra, son bastante elevadas.
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