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¿Identidad, Pollo? ¿Tiene más América o Chivas?

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Antonio Briseño: 'América juega bien a secas, le han salido los partidos' (0:47)

Las contundentes declaraciones del zaguero rojiblanco días previos al Clásico Nacional. (0:47)

LOS ÁNGELES -- Identidad. Eso increpa al América un jugador sin identidad con Chivas: Antonio Briseño. El Pollo, le dicen. Pertenece a la inmensa legión de “eternas promesas del futbol mexicano”.

Habitante de ese limbo al que ha sido desterrada, lamentablemente, la mayoría de los notables seleccionados nacionales Sub 17, Briseño cuestiona la supuesta “falta de identidad” del América, y ningunea que la distancia entre El Nido y el Guadalajara sea un título.

Deplorable para el Guadalajara, y un acto de autohumillación, el hecho de que El Pollo Briseño necesite denostar al América, para defender su salario, su contrato, su chamba, su entelerida titularidad, y, supuestamente, a su equipo.

Queda claro que como tantos otros filibusteros que han llegado al Rebaño, con pantalón largo, falda corta o pantaloncillos, ignora la historia de Chivas. El Pollo, un imberbe que aún no sale neuronalmente del cascarón, decide estercolar al América, en lugar de enaltecer a Chivas.

¿América, un equipo sin identidad? Es, junto con Chivas, el equipo que posee puntualmente un ADN inconfundible, el que además ha clasificado poderosamente con el epítome del desprecio, al bautizarse como el #ÓdiameMás, para, entérate Briseño, competir con el peso aplastante del “equipo de los mexicanos”, que ha ostentado Chivas, sin que un destello de inteligencia de su directiva sepa capitalizarlo correctamente.

Queda claro que si El Pollo pretendía izar la bandera del populismo y el oportunismo, podía haberse enterado un poco más del impacto histórico del Guadalajara, un peso que, indiscutiblemente se ha aligerado al paso del tiempo, por charlatanes que no respaldan en la cancha sus peroratas.

Por ejemplo, mi desorientado Pollo, si algo le duele, si algo lacera a la Familia Azcárraga, desde los tiempos de El Tigre, es la leyenda del Campeonísimo. Emilio padre y Emilio hijo han exigido a sus directores deportivos y entrenadores, una casta de vencedores como aquella, que sigue siendo el bastión de la grandeza del Guadalajara. Y no han podido. Y no podrán. Campeonísimo ha habido uno y habrá sólo uno. Aunque ya parece apéndice mitológico de Jurassic Park.

Y un dato, mi estimado Pollo: la mayoría de los integrantes de aquel Guadalajara campeonísimo eran anti Chivas –exactamente como tú–, antes de llegar al equipo. Luego la pasión de su propia afición los convirtió, los enamoró, hasta convertirlos en adalides de lo que llamó Jaime El Tubo Gómez, de manera irrefutable, la Leyenda del Siglo. Y esos sí eran legendarios, no la bala perdida que anda tristeando en la banca del Galaxy de Los Ángeles.

¿Sabrá El Pollo que la única copa de oro legítimo, la única Copa Challenger oficial que se entregó en la era profesional del futbol mexicano la recibió Chivas tras tres campeonatos consecutivos? Porque amateur y de aluminio, la ganaron dos veces el Club España y una el América.

Pero, por otro lado, negarle identidad al América es un recurso desesperado. Exceptuando a aquellos monstruos del Campeonísimo, insisto, algunos de los cuales llegaron de otros equipos, pero, en la era moderna, ¿ha tenido el Guadalajara un futbolista de cuna de la clase de Cuauhtémoc Blanco, más allá de esa vida tan Juan Charrasqueado que ha llevado? Ninguno. Y no, ni Benjamín Galindo ni Ramón Ramírez son de hechura rojiblanca. ¿El Bofo Bautista? Lo formaron en los infaustos Tecos.

Ciertamente el América ha edificado una poderosísima referencia con base en su aparato de comunicaciones. La televisión ha fortalecido la polarización de las Águilas. El agitado bombardeo a través de todos sus espacios, y el paso exitoso en la cancha, fueron capaces de competir con el poderosísimo sello, ese del que se olvidó Briseño y se ha olvidado la actual directiva: “el equipo de los mexicanos”, porque la vacilada calenturienta de Jesús Martínez de llamar a Pachuca “el equipo de México” hasta sonrojó de pena ajena a los mismos hidalguenses.

Ese impacto mediático a través de sus medios de comunicación, alguna vez lo explicaba Alfredo Tena en su etapa de jugador: “Tal vez, de no ser por la televisión, la gente no nos odiaría tanto, pero es así, y estamos bien”, comentaba el Capitán Furia, de quien sí ha habido gallardas y recientes versiones en Chivas, como Fernando Quirarte, a quien Briseño no podría ni atenderle el puesto de tortas ahogadas que tenía como jugador en el estacionamiento del Club Deportivo Guadalajara.

Sin fraguar todavía ese ardid mediático del #ÓdiameMás, pero el poderoso aparato televisivo se metió en todos los rincones de México, despertando, necesariamente, el rencor y el odio, por un lado, y la devoción y el amor por otro lado.

Hace 28 años, el 10 de febrero de 1993, Emilio Azcárraga Milmo desnudó que él ponía el circo (telenovelas y futbol) a falta de pan para un México, según él, “jodido”, según consignaba la revista Proceso.

“México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil. Nuestro mercado en este país es muy claro: la clase media popular”, dijo.

“La clase exquisita, muy respetable, puede leer libros o Proceso para ver qué dicen de Televisa... Estos pueden hacer muchas cosas que los diviertan, pero la clase modesta, que es una clase fabulosa y digna, no tiene otra manera de vivir o de tener acceso a la distracción más que la televisión”, explicó en ese momento El Tigre.

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Paco Gabriel aplaude las declaraciones del 'Pollo' Briseño, pero advierte que puede quedar como un 'hablador'

De Anda señala que hace mucho tiempo que no veía a un jugador de Chivas o América expresarse de esa manera.

Y hubo una etapa, el americanismo lo sabe bien, especialmente en la gestión de Emilio Díez Barroso, en la que tormentas se desataron en todos los niveles, y bajo ese amparo se empeñó en satisfacer ese sueño de la Familia Azcárraga de un “América Campeonísimo”. Ni el más recalcitrante americanista podrá negar esa época de pillaje arbitral favoreciendo a las Águilas.

Pero, todos estos detalles, virtuosos y viciosos, generosos y ruines, establecen la identidad del América, además de que hubo épocas en las que sus jugadores extranjeros eran de élite, como Carlos Reinoso al frente de todos, y hasta un Dirceu Guimaraes, quien desertó de El Nido con la histórica sentencia de que en el futbol mexicano “les entregaba un balón y me devolvían una sandía”.

Identidad, cuestiona pues El Pollo Briseño. Ojalá el encabezado del Clásico Nacional de este domingo entre Chivas y América no termine con un: “Ni pío dijo”.