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Superman

El Pupi Javier Zanetti es un ejemplo con más de 500 presencias en el Calcio con la misma camiseta AP

ROMA -- La otra noche estaba mirando Inter vs. Nápoli junto a mi gran amigo romanista, Alessandro. Claramente, en orden de importancia él era el compañero número tres: los número uno y dos eran cerveza y pizza.

Cerca del final del primer tiempo, vimos al referí sacar una tarjeta amarilla y mostrársela a un nerazzurro, mientras el cronista decía "y ahí Rocchi lo amonesta a Zanetti por protestar". Mi amigo tuvo como un sobresalto, me miró y me dijo con sincera sorpresa: "No puede ser. ¿Cómo que lo amonestó a Zanetti? El tipo ese de la TV debe haberse equivocado, no puede ser Xavier" (¡los tanos no logran pronunciar la jota, por cuanto se esfuercen! La cosa siempre me causa mucha gracia).

El cronista pareció haberlo escuchado, porque enseguida declaró con aire seguro que "No, no, la amarilla fue para Lucio". Pero enseguida después tuvo que corregirse, porque efectivamente el amonestado fue el Pupi.

"Pero que raro que "il capitano" se lleve una amarilla. Un caso más único que raro, diría yo". Esa fue la sentencia de Ale, tocado por un detalle que miles de otras veces hubiese sido insignificante. Pero su reacción fue comprensible, considerando que el argentino, a pesar de ser un defensor, fue amonestado apenas 22 veces en los 541 partidos disputados en Serie A, sin nunca ver una tarjeta roja y sufrieó apenas dos turnos de suspensión en Primera tras 16 años jugados en Inter.

Cuando yo lo veo en la cancha a Zanetti, me parece de mirar a Superman: con ese pelo siempre en orden, su cuerpo de acero empujándolo por un lado al otro de la cancha y su mirada de hielo, que transmite seguridad y concentración hasta cuando se lo mira estando sentado en un sillón, quizás a miles de kilómetros de distancia.

En efecto, hay que ser de otro planeta para alcanzar los 1004 partidos jugados (y muchos otros jugará aún), todos oficiales y casi todos de competición: la excepción son los 55 amistosos internacionales que Javier disputó para completar las 145 presencias con la Albiceleste (récord absoluto en Argentina).

Pero él no es Superman: es un hombre normal, con sus límites y sus calidades. No vino desde un planeta lejano sino simplemente desde un país lejano, en aquel 1995 en el que llegó desde el pequeño Banfield, en la que fue la primera compra en absoluto del entonces neo-presidente, Massimo Moratti.

El sol no le da ningún poder especial y, al revés, en realidad él tiene menos "dones" que muchos futbolistas que jugaron con y contra de él, de esos que tienen pinceles en lugar de los dedos de los pies. Sin embargo, muchos de aquellos artistas se quedaron sin nada, al final de su carrera.

Hubo también muchos otros, una vez compañeros de aventura del Pupi, que decidieron abandonar un caballo que siempre terminaba por ser el perdedor, para buscar fortuna en otros equipos, a veces encontrándola y otras no.

Zanetti, en cambio, se quedó ahí. En eso sí que se parece mucho a un superhéroe, porque eso es lo que hacen en las películas los buenos, ¿no? Se quedan junto al que más los necesita y al final terminan por salvarlo.

Eso es lo que tiene de especial Javier Zanetti: su personalidad, su fuerza de voluntad y un físico increíble que, como dijo una vez Leonardo, "la ciencia debería estudiar". Pero no hay que olvidarse que ningún físico, por cuanto dotado, se demuestra preparado como el suyo sin grande sacrificio.

El joven defensor de Banfield llegó a ser "il capitano" nerazzurro (lleva puesta la banda de capitán en Inter desde el 31 de agosto del 1999) por el valor del trabajo duro, de entrenamientos y partidos a puro corazón.

Todos los que lo conocen saben que él es el primero en llegar y el último en irse desde cada entrenamiento. Es famosa la anécdota de que Mourinho, en la temporada en la que ganaron todo, lo "echó" de un entrenamiento y lo obligó a tomarse dos días de vacaciones, considerando que debía saltar una fecha por suma de amonestaciones tras haber alcanzado los 140 y pico partidos consecutivos.

Sus récords ya no se cuentan pero él sigue ahí, agradeciendo por los reconocimientos pero pensando primero en su equipo, en su selección, en su familia y también en el prójimo, con asociaciones benéficas y ayudas humanitarias de todo tipo.

En Italia no hay quien no lo quiera y quien no lo respete, como demuestra la reacción de mi amigo Alessandro. Un logro notable para cualquier futbolista, máxime para un extranjero.
Creo que los números alcancen para entender qué gran campeón es Javier Zanetti. Creo que sus ansiados triunfos, llegados tras años de sufrimiento y todos pasados los 30 años, demuestran con apabullante claridad la grande profesionalidad de "il capitano". Creo que su mirada, su actitud humilde y su sonrisa sincera le cuenten a todo el mundo la gran persona que es el Pupi.

Pero de todas maneras quiero contarles algo que me golpeó personalmente; una situación que tuve la ocasión y la suerte de vivir. Yo pude entrevistarlo unas cuantas veces a Zanetti, en algunas ocasiones con un par de preguntas veloces y, en otras, con un poquito más de tiempo a disposición.

Una vez, en el UEFA Open Day previo a la final de Champions League del 2010, pude agarrarlo mano a mano, entre el caos general de periodistas y jugadores. Le pregunté de la Champions, de su carrera y de lo que pensaba del destino, que le daba esa chance en ese momento de su vida. Me dio respuestas honestas e inteligentes, algunas muy sugestivas.
Pero lo que me golpeó mucho fue su respuesta a mi pregunta sobre el Mundial: Maradona lo había apenas descartado desde la lista de los jugadores que irían a Sudáfrica y yo tuve que hacerle una pregunta al respecto. Le pedí muy directamente si esa final lograba aliviar la amargura por no poder representar a Argentina en el próximo Mundial.

Zanetti, con una mirada firme y llena de orgullo, me miró a los ojos y me dijo: "No, ninguna amargura. Fue una decisión del DT. Yo sé que hice todo lo posible para merecerme esa oportunidad, pero no pudo ser. Quiere decir que podré dedicarle las vacaciones a mi familia. Miraremos los partidos juntos, con la esperanza que Argentina se corone campeón".