Kylian Mbappé se encuentra en una situación sin salida con Real Madrid. Él es, sin dudas, el futbolista más reconocido del mundo, juega en el club más grande del fútbol y tiene que responder a unas expectativas prácticamente imposibles. Pero la realidad es que nunca llegará al nivel de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.
En términos puramente estadísticos, Mbappé ha tenido un comienzo con Madrid poco espectacular, pero bastante decente, con 8 goles en 14 partidos desde que fichó con el campeón de Europa procedente de París Saint-Germain como agente libre en el verano.
Seis goles en 10 partidos de LaLiga es un rendimiento inferior a su total de goles esperados (xG) de 7,74, pero de todas maneras Mbappé es el máximo goleador del equipo en la liga en lo que va de esta campaña, posicionándose por delante de Vinícius Jr. (5) y Rodrygo (3). Jude Bellingham, que a estas alturas de la campaña pasada había marcado 13 goles, ni siquiera anotó en esta temporada, pero la preocupante falta de estado del mediocampista inglés se corrió del centro de atención porque el mismo se ha centrado en Mbappé.
Se esperaba mucho del jugador de 25 años cuando finalmente puso fin a años de especulaciones al rescindir su contrato con PSG y trasladarse al Bernabéu. Desde que irrumpió en escena siendo un adolescente con Mónaco en 2017, Mbappé ha sido considerado como el heredero natural de Cristiano y Messi como la mayor superestrella del fútbol. Su velocidad, su amenaza de gol y su capacidad sin igual para brillar en el gran escenario para su club y Selección de Feancia -marcó cuatro goles en dos finales de la Copa del Mundo- justificaron su estatus como el nuevo número 1 del juego por delante de jugadores como Erling Haaland, Vinícius Jr. y Bellingham.
Pero después de un puñado de partidos con Real Madrid -con la derrota por 4-0 en el Clásico del sábado en casa ante Barcelona como màs reciente- su logro más notable parece ser la poco envidiable distinción de haber quedado en offside ocho veces en un partido, lo que lo convierte en el primer jugador que registra una cifra tan alta en LaLiga en 15 años.
¿Ocho goles en 14 partidos? No, mejor hablemos del récord de offsides de Mbappé.
En un mundo ideal, Mbappé sería ahora el máximo goleador de LaLiga en lugar de encontrarse a ocho goles de Robert Lewandowski. Mbappé también estaría ganando partidos, marcando hat-tricks y haciendo todas esas cosas que Cristiano fue capaz de hacer con increíble regularidad durante sus nueve años de carrera en el Bernabéu. Pero, aunque Mbappé debe asumir la responsabilidad de sus actuaciones hasta ahora, no todo recae exclusivamente en él.
Solo Cristiano y Messi, que hizo con Barcelona lo que CR7 hizo con Real Madrid, han sido capaces de escribir su propia narrativa y dictar el resultado de los partidos por el puro poder de su talento y determinación. Mbappé es un talento de talla mundial, pero ya es hora de evaluar a los jugadores como él sin las imposibles comparaciones con Cristiano y Messi.
Para que Mbappé brille como el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, hubiese esperado durante todos esos años en los que intentó sin éxito traerlo desde París, necesita que los jugadores que lo rodean estén a la altura del desafío. Este es un equipo de Madrid que ya no cuenta con el genio de los pases, Toni Kroos, en el centro del campo después del retiro del internacional alemán durante el verano. Y Luka Modrić, cuya capacidad para abrir una defensa con su visión de juego ayudó a que Cristiano Ronaldo pudiese marcar muchos de sus goles, es ahora, comprensiblemente, una fuerza en descenso con 39 años.
Si un Toni Kroos o un Luka Modrić en sus mejores momentos, el último fue suplente en el minuto 63 contra Barcelona, hubieran jugado detrás de Mbappé, tal vez hubiesen detectado sus carreras con suficiente antelación para asegurarse de que no quedara en offside. Si lo hubieran detectado dos de esas veces, ¿quién sabe cómo le habría ido a Mbappé en un uno contra uno ante el arquero del Barça, Iñaki Peña?
El centro del campo deL Madrid el sábado -Bellingham, Federico Valverde, Aurélien Tchouaméni y Eduardo Camavinga- fue incuestionablemente fuerte. Cada uno de esos jugadores encontraría la manera de abrirse camino contra la mayoría de los equipos del fútbol mundial. Pero ninguno de ellos tiene el estilo y la visión de juego de Kroos y Modrić, por lo que quizás los aparentes problemas de Mbappé se deban tanto a la ausencia de creatividad en el centro del campo como también a sus propias fallas.
Esta temporada, en LaLiga, Bellingham solo registró tres pases en profundidad desde el centro del campo; Valverde, uno; Camavinga y Tchouaméni, ni uno solo. Así que, colectivamente, los jugadores por detrás de Mbappé no están prestando un gran servicio.
Todos los goleadores necesitan una asistencia fiable. Haaland anota con la frecuencia que lo hace en Manchester City gracias a la gran cantidad de jugadores que crean sus chances. Si pusiéramos a Haaland en un equipo de bajo rendimiento como Manchester United, su producción goleadora probablemente sería muy diferente.
El problema de Mbappé es que llegó a Madrid como la superestrella más excitante del fútbol, con el estatus de sucesor de Cristiano y Messi. Una etiqueta que se ganó merecidamente, aunque en los últimos 18 meses su rendimiento se haya estabilizado.
Pero una cosa es asumir la condición de mayor estrella del fútbol mundial. Otra muy distinta es que se espere de él lo que Cristiano y Messi fueron capaces de hacer de manera tan constante y espectacular durante más de una década.
Mbappé puede seguir siendo la máxima estrella del fútbol, pero no es Cristiano ni Messi. El fútbol tendrá que esperar mucho, mucho tiempo antes de que alguien se acerque a la altura de esos dos. Todos debemos acostumbrarnos a esa idea.