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Diario de viaje, día 1

SAO PAULO (Enviado especial) -- En primer lugar, es necesario hacer una aclaración: este blog estará escrito, en muchas ocasiones, en primera persona. Es algo que se debe poner de manifiesto porque la opinión de un simple periodista no tiene gran valor en sí misma, es sólo una más de las tantas voces que se pueden escuchar cuando de una Copa del Mundo se habla. Sin embargo, un diario de viaje debe ser escrito en primera persona para destacar mejor las vivencias. Es decir, que a nadie le importa lo que le pase a Damian Didonato, pero quizás sí a una persona que, en determinado momento de su vida, presenciará el evento más trascendente de la humanidad.

Parece una exageración hablar del "evento más importante de la humanidad", pero no lo es. Nada genera algo similar a lo que genera un Mundial de fútbol. No caeremos en el lugar común de decir que es "un mes en el que todo el mundo se transforma en una pelota", pero sí hay que tener en cuenta la dimensión de este campeonato. El fútbol es el juego más popular del mundo, el que más gente mueve y el que despierta más sentimientos en los pueblos. Y la Copa del Mundo es, por amplio margen, el certamen más importante de todos. En consecuencia, no hay nada como lo que se vivirá en Brasil desde el jueves.

Volviendo a las vivencias personal, primero es necesario poner en contexto mi presencia aquí. Debo decir que vivir un Mundial ha sido el sueño de mi vida desde que tengo memoria. Como muchos en mi país, la Argentina, mido mi vida en Mundiales. En tal Mundial comencé la primera, en tal Mundial tuve mi viaje de egresados, en tal Mundial me enamoré por primera vez. Y así. Nuestra existencia está regulada por intervalos de cuatro años. Por eso estar hoy aquí representa un sueño cumplido.

En México 86 tenía sólo dos años y no recuerdo nada, sólo sé que mis padres me llevaron a festejar junto con mi recién nacido hermano, cuyo nombre es fácil de adivinar: Diego. En 1990, con sólo seis años vi a Sergio Goycochea transformarse en el ídolo de mi patria. En EEUU 1994 sufrí mucho con la derrota de Colombia, una Selección siempre cercana a mis sentimientos. En el 98 disfruté como un francés más con el fútbol de Zidane. En 2002 me desvelé todo el mes para ver una Copa más mediocre de lo que esperábamos. En 2006 vi a la Selección Argentina más sólida que recuerde. En 2010 me maravillé con una España extraordinaria. Y en 2014 estoy aquí, en el lugar de los hechos. No puedo ser más feliz.

Será un mes intenso, de mucho trabajo, pero también de mucho fútbol, del mejor fútbol. Yo creo que todo lo que pasa en un Mundial tiene trascendencia histórica, desde un lateral hasta un gol en la final, todo es importante. Porque este maravilloso deporte es lo que es gracias a lo que ha sucedido en 84 años de historia mundialista. Sin las maravillas que nos regalaron los Mundiales, nada sería lo mismo, no sólo para cada Selección, sino también para nuestras vidas.

Llegamos a Cotia (Sao Paulo) junto al resto del equipo de ESPN el domingo por la madrugada. Nos recibió una ciudad calurosa, imponente y todavía un poco ajena al Mundial. Sí, a cuatro días del comienzo de la Copa sólo se ven algunos carteles, un par de puestos de venta de banderas y no mucho más. El clima mundialista explotará en las horas previas al debut de la Selección local, el próximo jueves. Tampoco vimos las protestas de las que tanto se ha hablado, pero con sólo unas horas en la capital paulista, aún no tengo autoridad para referirme a dicho sensible tema.

En el Arena Corinthians (aquí se lo conoce como Arena Itaquera, por el barrio en el que está ubicado) siguen trabajando contrarreloj. Aún no terminaron con los preparativos y el estadio todavía no luce terminado. Faltan algunos retoques finales, pero estará listo para la gran cita. Por otro lado, el trámite de la acreditación fue rápido y ágil, uno de los grandes objetivos del comité organizador.

Ya estamos listos para salir a la cancha, como el resto de las 32 Selecciones de la Copa del Mundo. En este diario de viaje, el objetivo es pintar una especie de cuadro subjetivo del Mundial. Serán ni más ni menos que las vivencias de un futbolero que está cumpliendo su sueño. Tan simple como eso.