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El movimiento más importante

ORLANDO -- El dominicano Manny Ramírez podría firmar un contrato de $200 millones de dólares y el venezolano Francisco Rodríguez romper las marcas de dinero para un relevista y aún así estarían lejos de convertirse en la noticia más importante para la comunidad latina de Grandes Ligas en esta pausa otoño-invernal.

El nombramiento de Rubén Amaro Jr. como gerente general de los Filis de Filadelfia es por mucho el movimiento más importante para los latinos del béisbol en mucho tiempo.

Amaro Jr., quien fue cargabates y jugador en dos períodos distintos en Filadelfia, trabajaba en la oficina central de los Filis desde que se retiró como pelotero en 1998. Sustituirá al gran Pat Gillick, quien decidió irse a casa tras guiar a los Filis a ganar el segundo campeonato de su historia.

Amaro Jr., quien participó en las decisiones de béisbol de los Filis en los últimos años, primero como asistente de Ed Wade (actualmente con Houston) y luego de Gillick, comenzará su mandato oficialmente representando a su organización en las reuniones de gerentes generales que comienzan el lunes en Dana Point, California.

Amaro se une al dominicano Omar Minaya (Mets de Nueva York) como los únicos hispanos que han alcanzado un puesto tan importante en toda la historia del béisbol. Curiosamente, Mets y Filis son los grandes rivales de la División Este de la Liga Nacional.

Cuando Filadelfia reciba a los Mets para sus primeros tres juegos del 2009 (1,2 y 3 de mayo) se hará historia con el primer enfrentamiento entre equipos con latinos como gerente general.

Aunque nació en Estados Unidos, Amaro, de 43 años, es un genuino representante de las minorías en esta gran nación. Su padre (Rubén Amaro padre) es mexicano y su abuelo (Santos Amaro), nació en Cuba.

Por ser hijo de una judía, Rubén Amaro Jr. integra la lista de judios que han jugado en las Grandes Ligas.

Su padre, el original Rubén Amaro, fue uno de los grandes de todos los tiempos del béisbol méxicano con Culiacán, Hermosillo, Obregón y Mazatlán y prueba de ello fue que lo eligieron al Salón de la Fama del Béisbol Profesional de México en 1986.

En 11 temporadas, Amaro padre bateó .234 con San Luis, Filadelfia, Yankees y California en Grandes Ligas. Su hijo jugó ocho temporadas, principalmente como sustituto, en Filadelfia, Cleveland y California, con los que bateó .235.

A pesar de que los latinos representan la cuarta parte de la población de las ligas mayores, para ellos no ha sido fácil escalar a los puestos ejecutivos. Solamente tres latinos tienen cargos de mánagers en el terreno: El venezolano Ozzie Guillén con los Medias Blancas de Chicago, el cubano Fredi González con los Marlins de Florida y el dominicano Manny Acta con los Nacionales de Washington.

Guillén, quien en el 2005 condujo a los Medias Blancas a ganar su primera Serie Mundial en 88 años, es uno de los pocos hispanos que han dirigido un club en capacidad legítima de ganar.

En la mayoría de los casos, los latinos son nombrados en equipos de bajo presupuestos o con serios problemas internos.

El dominicano Felipe Alou, el mánager latino de mayor estadía en las Grandes Ligas y uno de los hombres más sabios de este deporte, dijo una frase que retrata fielmente la forma en que se estaban abriendo oportunidades para los latinos en puestos ejecutivos en el béisbol.

"Los mánagers latinos usualmente no reciben la oportunidad de manejar un Cadillac", dijo Alou cuando fue nombrado mánager de los Gigantes de San Francisco en el 2002, tras haber pasado 10 años como dirigente de los modestos Expos de Montreal.

Pero en el caso de los gerentes ha sido todo lo contrario. Minaya y Amaro manejan dos tremendos Mercedes Benz (el equivalente en coches al gasto en nóminas de peloteros que realizan Mets y Filis cada año) y desde ya corren en la línea del frente para la carrera por el próximo campeonato de las Grandes Ligas.

Sin importar que pase en las próximas semanas con los mejores latinos que tienen derecho a aplicar para la agencia libre, el mejor movimiento para la comunidad latina ocurrió bien temprano y no tuvo nada que ver con hombres en uniformes.

Para los latinos, el nombramiento de Amaro en Filadelfia está revestido de características históricas.