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¿Se amotina Chivas ante los miedos de Tomás Boy?

LOS ÁNGELES -- Cuando Chivas jugó a no perder, perdía 4-1 con el León. Cuando Chivas decidió no ser humillado, casi humilla al León.

Pero la pusilanimidad no gana partidos, acaso consuelos. Y Chivas se unta las llagas de la derrota con ese ungüento amargo e hipócrita de “perdimos con dignidad”.

León 4-3 Chivas. El epitafio del Guadalajara pudo ser muy diferente, casi escandaloso. Pero el arbitraje sigue, extrañamente, acariciando el pelaje del Rebaño al perdonar segundas amarillas y expulsiones a Van Rankin y a Jesús Molina.

Tomás Boy es dos veces villano. Primero porque inmola a su equipo echándolo al fondo tras el 1-1. Sentía que era el salvoconducto a la supervivencia, al indulto. Segundo porque es aún más villano al confirmar el horror del planteamiento inicial y recular sobre el mismo.

Con el 4-1, con el marcador ridiculizando, caricaturizando a Chivas, Tomás Boy decide que su acta de defunción del sábado por la noche no incluya en rojo la palabra cobardía.

¿O los mismos futbolistas del Guadalajara se amotinaron y empezaron a jugar contra el pizarroncito de Boy?

Cuatro minutos antes del 4-1, se había atrevido a sacar al errante y errático Oribe Peralta, el mayor embaucamiento, el mayor fraude que América ha perpetrado contra Chivas.

Con Alexis Vega por el jubilado Peralta, Guadalajara ya jugaba con once aunque debía hacerlo con nueve, por las expulsiones condonadas a Van Rankin y Molina, de manera escalofriantemente absurda, por el árbitro Jorge Isaac Rojas.

Ocurrió la transfiguración. Y el estadio León pasó de la noche festiva, del coro perturbador, insistente, prolongado, pidiendo el quinto gol del vendaval esmeralda, a ese silencio ominoso del terror.

Chivas se reveló rebelándose a su destino de ser masacrado. Marca Pulido de penal a los ’79 (4-2), sin faramallas, brinquitos, ni saltitos coquetones, y en la agonía Alexis Vega corona su gestión con el 4-3.

Tuvo más Chivas. Tuvo para más Chivas en los minutos finales. Remates desviados, en especial un cabezazo de contorsionismo rapero por parte de Jesús Molina, y el balón se fuga con una lágrima de desdén cerca del poste derecho de Cota.

¿Qué los leoneses defendieron siempre el futbol, hicieron la propuesta, mostraron la etiqueta del que sabe jugar a este deporte? Muy cierto.

¿Que el León se descompuso con la liviandad del 4-1 y con la irresponsable fascinación de ir por el 5-1? Muy cierto.

¿Qué los Panzas Verdes enloquecieron en la voracidad de, viendo la pichón rojiblanco, querer marcar todos un gol, hasta el mismo Cota? Muy cierto.

Pero, Chivas, al menos, insisto, se embadurnó la herida de la derrota con esos fomentos conformistas de perder con la dignidad sin tanto salpullido de deshonra. Del 4-1 al 4-3.

Pero, Tomás Boy sabe que es convicto de sus equivocaciones. Por minutos, Alexis Vega le demostró que está por encima de ese capricho hormonal y sospechoso por Oribe Peralta.

Y sus jugadores, por minutos, le demostraron a Tomás Boy que se creen, se sienten, se saben de ser capaces de más, de lo que el mismo técnico los subestima.

¿Aprendieron todos la lección? Boy a soltarse los lastres de sus pánicos. Los jugadores a amotinarse si es necesario para salvar al equipo. Y Oribe Peralta que deje de arrastrar y pisotear la imagen que dejó en Santos, América y el Tri.

Ante Necaxa se verá…