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"Traidores": La gente de Racing condenó al Huevo Acuña, Maxi Salas y Juanfer Quintero ante River

AVELLANEDA -- Podría decirse que los 90 minutos de la enorme y rememorable clasificación de Racing frente a River por 3-2 en los octavos de final del Torneo Clausura 2025 comenzó a jugarse mucho antes. No es fácil detectar cuándo empezó el rencor con el Millonario más allá de la rivalidad histórica, acentuada en este último tiempo por los exacadémicos que se pusieron La Banda Roja, una traición imperdonable para los fanáticos racinguistas que llegaron en masa al Cilindro para ver un histórico partido que recordarán por un largo tiempo.

Pero el encuentro de este lunes comenzó a jugarse cuando River salió a hacer los precalentamientos. Como todo: fueron silbados. Pero se generó un clima particularmente hostil con Marcos Acuña -sobre todo- y Maxi Salas en menor medida, dos de los tres exRacing que fueron de la partida en el equipo de Marcelo Gallardo.

El ensañamiento de los racinguistas presentes fue muy particular con el Huevo. Mientras desde los parlantes del estadio le pusieron la canción Traicionera de Sebastián Yatra, desde las cuatro tribunas, y al unísono (con lo difícil que es lograrlo) se cantó El que no salta es un traidor y por si quedaban dudas Acuña, hijo de p..., los grandes hits de la tarde-noche.

Claro que era un partido especial, tanto para Acuña como para Salas. Desde su llegada a River, habían jugado un solo encuentro ante Racing, en el que lo eliminaron por Copa Argentina con un gol del propio Salas, pero que se disputó en Rosario. Venir a Avellaneda era otro capítulo más de esta historia fallida.

La pelota empezó a rodar, y ni bien llegó a los pies de Acuña se le vino el Cilindro encima con una marea de silbidos, como si no existiera otro ruido. Pero además en los primeros minutos el campeón del mundo estuvo activo porque Racing lo atacaba por su lado y River lo buscaba bastante para iniciar los ataques.

De hecho, era recurrente que Acuña la tomara e intentara jugar en largo con Salas, para no discontinuar los silbidos de todo el Cilindro. El delantero, que incluso fue consultado sobre si estaba para seguir desde lo físico en el comienzo, no pudo inquietar demasiado. No fue su encuentro. Se le recuerda apenas un remate demasiado elevado en la primera mitad.

Acuña tampoco brilló, aunque tampoco es que la pasó mal. En el primer tiempo fue el encargado de ejecutar un córner que hizo levantar a todos los hinchas de Racing que estaban en ese rincón para insultarlo e incluso voló una botella de plástico vacía por ahí. Fue con claridad con quien más se ensañó el público.

Distinto fue el caso de Salas, que fue reemplazado apenas comenzado el segundo tiempo para darle lugar a Juanfer, otro que también fue silbado aunque menos.

Curiosamente fue uno de los cambios, junto al ingreso de Galoppo y al de Subiabre, que tuvo impacto directo. El empate llegó porque Acuña tiró la diagonal a espaldas de Martirena y Galoppo lo vio perfecto, para que el Huevo jugara atrás con Subiabre y llegara el 1-1 de River. Quien gritó el gol, levantándose desde el banco y como un desahogo, fue Salas. Salió desde ese resguardo para festejar el empate. Y al minuto llegó el gol de Juanfer que preocupó a los hinchas de Racing.

El resto fue historia, porque la Academia lo empató con un gol de Martínez Quarta en contra y lo ganó con Martirena en la última. Pero hubo algo cierto: la trayectoria pesó y mucho en la consideración de los hinchas a la hora del repudio. A Acuña no le perdonaron que después de haber sido rescatado del ascenso y catapultado a Europa y a ser campeón del mundo, no regresara. El caso Maxi Salas tiene muchos matices, porque el salto que pegó por haber rendido en Racing no fue tan descollante como el del Huevo. Y a Juanfer no lo condenaron demasiado, porque estuvo poco y fue, quizás, el más sincero de los tres al no identificarse tanto con Racing.