FRANKFORT -- Decía Johan Cruyff que a veces es más importante no perder que no saber ganar. Era una forma de explicar la necesidad de adaptarse a partidos incómodos como el que sufrió el Barcelona de Xavi, un alumno indiscutible de su filosofía, en Frankfurt.
Después de su exhibición en Nápoles y su solvencia en Estambul, en Frankfurt sufrió su peor viaje en esta Europa League en la que, siendo favorito, se demostró que, para nada, será un paseo triunfal.
No es el Eintracht un equipo futbolísticamente a la altura del Barça. Mucho más limitado técnicamente, le cuesta combinar como lo hace el conjunto azulgrana y se diría que en partidos de esta exigencia tiene el centro del campo de simple adorno. Lo importante es correr sin descanso, buscar el ataque desesperado y hacerse lo más incómodo posible.
Lo hizo y, curiosamente, el aviso de Xavi en la previa pareció no servir de mucho a sus hombres que deambularon durante muchos, demasiados minutos, por el campo sin parecer entender el guión que había dibujado su entrenador. Le costó al Barça más de una hora asentarse en el césped... Pero es que ni llegado al minuto 90 dio la sensación de estar tranquilo ante lo mucho que le exigió el rival.
Si de entrada se supone que el Barça quería ganar y dejar la eliminatoria vista para sentencia, a medida que avanzó la noche, más aún después del excelente gol de Knauff, lo que cobraba importancia y trascendencia era no perder. Tomar esa sentencia de Cruyff y minimizar al máximo los daños: esto es no perder.
Habrá tiempo para que Xavi analice con los suyos qué se hizo mal y qué no se cumplió de lo esperado, pero lo trascendente, en ese momento, en el partido, era sobrevivir de la mejor manera porque a la vista de cómo se desarrollaba el juego y por más que Ter Stegen no sufriera un alud de oportunidades, se podía temer que de la nada llegase un 2-0 que convirtiera el problema en problemón.
La aparición de Frenkie de Jong en el campo fue tan vital como la paciencia recuperada en ese tramo final de partido. Se logró el empate, se pudo hasta pensar en ganar y, también, se padeció por no perder. Y, como dijo Cruyff, se cumplió con lo mínimo exigible.
El Barça alcanzó en Frankfurt 14 partidos sin perder y lo hizo, posiblemente, ofreciendo la imagen más alejada de lo que se espera de él. No fue, ni mucho menos, la mejor actuación del equipo de Xavi y es muy probable que no sea una noche para recordar.
Alemania casi nunca ha sido un país fácil de visitar para el Barcelona y el Eintracht no fue una excepción. Sobrevivió. Y se pudo dar por satisfecho.