Robert Lewandowski fue aplaudido, lo justo y necesario, por la hinchada del Bayern en un Allianz Arena donde retumbó por encima de los aplausos locales. La ovación cerrada que recibió de parte de los cerca de 1,500 aficionados del Barça presentes en el estadio, casi 800 de ellos procedentes de Polonia y que se hicieron notar antes y durante un partido del que el Barcelona en global, y Lewa en particular, debió despedirse con tanto pesar como incredulidad.
El goleador se quedó seco después de anotar 10 goles en los cinco partidos precedentes pero no puede decirse que pasara como un fantasma por su antigua casa porque se hizo notar, creó peligro, combinó, se desmarcó y remató. Lo hizo casi todo bien... Excepto lo definitivo e indispensable: se quedó sin marcar.
Pudo hacerlo dos veces, la primera al recibir un regalo de Gavi en el centro del área, sabiéndose desmarcar para quedar solo frente a Neuer y disparar por encima de la portería. Y después recibiendo un centro medido y magnífico de Marcos Alonso al segundo palo que cabeceó con precisión... Pero encontrándose por el medio el cuerpo del meta germano que volvió a impedirle la celebración.
No decayó nunca en su trabajo, peleó y siguió buscando la portería rival después del descanso, pero para entonces, tras esos cuatro minutos fatídicos que condenaron al Barça, el ánimo de Lewandowski pareció venirse abajo. Perfecto conocedor de la personalidad de un Bayern que nunca baja los brazos (o casi nunca) y que con el viento a favor puede convertirse en un vendaval, el delantero polaco no pudo celebrar como habría querido el retorno a la que fue su casa durante los últimos ocho años, recibido con agradecimiento, pero sin un cariño especial, por la afición de un Bayern que pasó del pasmo a la euforia.
MARCOS ALONSO
Quien tuvo, más allá del pesar del resultado, una presentación óptima como barcelonista fue Marcos Alonso. El madrileño, que jugó sus primeros minutos en Cádiz, se estrenó como titular en la banda izquierda de la defensa y completó un partido magnífico que solamente quedó borrado por la crueldad del resultado.
Durante la primera mitad no cometió ni un error y apenas fue fotografiado en una contra del Bayern que, quedando en el suelo tras una posible falta, no pudo bajar a defender. Fue el único 'lunar' de esos 45 minutos en los que demostró el acierto de Xavi en su elección, poderoso en el juego aéreo y capaz, también, de sumarse con peligro al ataque, al punto de regalar un centro medido a la cabeza de Lewandowski que mereció el premio del gol.
Si la desconexión general de esos cuatro minutos que le costaron el partido al Barça pesaron en su ánimo ni su trabajo.