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Cartas desde Barcelona: En honor a Pep Guardiola

OPINIÓN: Cartas desde Barcelona

BARCELONA -- Sí, Guardiola es humano. Sí, Guardiola es especial. Sí, Guardiola… Es nuestro. Es patrimonio del barcelonismo por más que desde el mismísimo entorno del club azulgrana haya quien celebre sus derrotas con el mismo énfasis que lo hacen los enemigos del Barça.

Y si no hace falta perder un minuto con quienes escupen todo su odio hacia él por la historia que protagonizó dirigiendo a un equipo que convirtió en eterno, se hace más que difícil, imposible, comprender cómo quienes disfrutaron de aquella época hoy lo hacen sin disimulo de su eliminación en la Champions.

Puede entenderse, es lógico, que desde una óptica barcelonista se reciba con alivio la caída del Manchester City por el peligro futbolístico que el equipo inglés representaría en la aspiración de ganar la Champions por parte del equipo de Valverde…

Pero no es entendible que esa sea una excusa para celebrarlo por el fracaso que, pregonan, significa para el entrenador catalán, a quien tanto empeño ponen en rebajar a la mínima expresión.

Entrar en discusiones deportivas es ridículo. Quienes consideran a Guardiola un don nadie se descalifican a sí mismos porque la trascendencia futbolística de Pep durante la última década salta a la vista. No, no es un tema deportivo. Es tan personal que se antoja más doloroso, y ridículo, si cabe.

Guardiola condujo al Barça a la conquista de un sextete que nadie, ni antes ni después, consiguió. Regaló al Camp Nou, bajo el embrujo de Messi, un fútbol todavía añorado e impuso, allá donde fue, un estilo irrenunciable que más allá de los títulos provocó el elogio generalizado.

Pero desde su marcha del club, hace ya siete años, se ha ido instalando en el entorno del Barça un discurso empeñado en presentarle como enemigo, como personaje nocivo para el club, como alguien de quien debería borrarse todo recuerdo. Y ha ido haciéndose su espacio, ha ido ganando terreno y se ha acabado por convertir en dogma.

El Barça de Guardiola hizo mucho daño al Real Madrid, tanto que ni se le olvida ni se le perdona. Y que cada tropezón suyo sea celebrado como si fuera un éxito propio provoca tanta hilaridad como pena… Pero hasta un punto de rabia motiva que sean los propios barcelonistas los que se alegren de sus derrotas.

Pep Guardiola es humano e imperfecto, como todo el mundo. Pero es nuestro. Es patrimonio del barcelonismo como lo son Cruyff, Kubala y tantos otros que escribieron o escriben y escribirán la historia de este club.

Hay quien dice que es una mentira… Parece mentira.