<
>

La cábala del Toto, los pantalones amarillos y el partido de locos con Palmeiras: historias de Boca en Brasil por la CONMEBOL Libertadores

Una escena del histórico partido de Boca ante Palmeiras en 2001 Getty Images

Boca Juniors irá por un nuevo título en la CONMEBOL Libertadores 2023 en tierras brasileñas. Un país que conoce bien, y donde ganó cuatro de los seis torneos continentales. Tantos años jugando en el país de los pentacampeones dejaron infinidad de anécdotas e historias dignas de recordar.

Algunas historias de Boca en Brasil

Una de esas historias tiene que ver con la primera Libertadores que ganó el Xeneize. En 1977, el conjunto de la Ribera se impuso por penales ante Cruzeiro en el estadio Centenario de Montevideo, en el tercer y decisivo partido de la serie. En La Bombonera, Boca había ganado 1 a 0 con gol de Veglio.

Para la revancha, Lorenzo tenía todo muy bien planificado: conocía de memoria al rival y les había transmitido a sus hombres con lujo de detalle la táctica para, al menos, sacar un empate que le diera a Boca la primera y tan ansiada Libertadores. Pero algo salió mal en la vuelta jugada en Belo Horizonte: la camiseta. Boca, que en la ida había jugado con la azul y oro, debió salir en Brasil con la casaca alternativa de color amarillo. El resultado no fue positivo y Lorenzo, cabulero como pocos, terminó indignado al final del partido no tanto por el rendimiento del equipo, si no por las malas señales que le atribuyó al color de la camiseta suplente.

Por eso, en el partido definitorio disputado en Montevideo, de manera llamativa, Boca salió a jugar con una casaca inédita de color blanco. Camiseta que debieron salir a comprar de urgencia los dirigentes del club, ya que en el plan original ese color no figuraba para nadie. Luego Boca festejó en los penales y se consagró campeón. Y el Toto, fiel a su estilo al que no le faltaba locuacidad ni fanfarronería, celebró el título y también destacó su “habilidad” para salir a la cancha con esa indumentaria ganadora.

El año 2007 es muy recordado por los hinchas de Boca. Es el año de la última Libertadores que logró el club, el año en el que Riquelme demostró por qué fue uno de los mejores 10 de la historia, por qué es gran ídolo de Boca. También, las imágenes de esa conquista muestran un detalle especial: el color de los pantalones. Boca salió a jugar en Brasil ante Gremio con la camiseta azul y amarilla y pantalones amarillos. Extraño sin dudas, porque las alternativas que habían era pantalones blancos o azules.

Pero el dirigente Juan Carlos Crespi, unos días antes de la final, había anunciado ante la CONMEBOL que Boca jugaría con pantalones amarillos, sin consultar ese dato con la utilería del club. Por ese motivo, a horas del encuentro, hubo que traer desde Buenos Aires pantalones amarillos que no estaban en los planes de nadie para jugar la final. El Xeneize había ganado 3 a 0 de local y se impuso 2 a 0 en Brasil: un recuerdo inolvidable. Y en contra de lo que pregonaba el Toto Lorenzo, el amarillo sí le trajo suerte a Boca a diferencia de la revancha ante Cruzeiro de 1977.

En el 2000, Boca volvió a levantar el trofeo tras 21 años de sequía. Y lo hizo en el Morumbí, ante Palmeiras. En la ida el conjunto de Carlos Bianchi había empatado 2 a 2. Y ese resultado, para muchos, condenaba al equipo argentino, que debía definir de visitante frente al último campeón. La confianza era mucha del lado brasileño, tanta que el DT del Verdao, Felipe Scolari, se animó a declarar: “Ya nos sentimos campeones”. El Virrey, rápido de reflejos, recortó esa nota del periódico y la pegó en el vestuario visitante, antes de que los jugadores salieran al campo de juego. “No nos dijo nada Carlos, sólo vimos esa declaración cuando fuimos al vestuario… Fue un envión anímico impresionante, salimos a la cancha más motivados que nunca para demostrar que no éramos menos que nadie”, reconoció años más tarde el Vasco Arruabarrena.

El 2001 fue otro año importante en la historia de Boca, ya que fue bicampeón de la Libertadores tras vencer a Cruz Azul por penales. Pero la verdadera final, para muchos, fue la que se jugó en semis ante Palmeiras, al que Boca había derrotado un año antes en la final. Ese choque en Brasil ante el Verdao tuvo de todo. Por un lado, una actuación memorable de Riquelme, que jugó un partido consagratorio.

Pero luego pasaron cosas insólitas. Enojados por un fallo arbitral hinchas de Palmeiras entraron al campo de juego y le pegaron al juez de línea. Un fanático le dio una patada voladora y otro, una trompada. Lejos de suspenderse, el partido estuvo un rato detenido, con el línea tirado en el campo de juego, y luego se siguió jugando. Pero la violencia no cesó con ese incidente. Carlos Bianchi, quien debió ver el partido desde un palco porque había sido suspendido, recibió un piedrazo en la cabeza y terminó sangrando. Las imágenes del momento mostraban al Virrey con una gasa que sostenía sobre su frente para evitar el sangrado, mientras el dirigente Marcelo London le hacía de “custodia”.

Boca pasó a la final por penales, pero lo mejor estaba por venir. El festejo fue más que especial, dedicado a Orlando Salvestrini. No, no se trataba de un jugador adversario o del árbitro del partido. Salvestrini era tesorero de Boca, y se había enfrentado con los jugadores xeneizes por un reclamo por los premios que los futbolistas le habían hecho. “Los jugadores están un poco histéricos, tendrían que ir a un psicólogo. Tal vez no quieran viajar porque le temen a algo. Yo creo que en la vida todos tenemos que pasar alguna vez por el psicólogo”, dijo días antes del encuentro ante Palmeiras.

Luego del triunfo en Brasil, el polémico Orlando se llevó todas las dedicatorias. Chicho Serna fue uno de los que más encendido estaba en los dardos hacia el tesorero, y en el vestuario además de banderas de Boca, se vieron remeras que los jugadores vestían con frases como “ “Paguen y cállense” y “Salvestrini al psicólogo”.