La euforia desmedida —promovida desde el propio club— por el fichaje de Robert Lewandowski con el FC Barcelona tiene una explicación: el deseo de que el equipo cuente entre sus filas con un futbolista capaz de marcar diferencia y que en cierta medida llene el infinito vacío que dejó la partida de Lionel Messi.
Al polaco hay poco y nada que cuestionarle, es un delantero total, un jugador que ha derrochado profesionalismo y que tiene como carta de presentación una enorme cosecha de goles que lo hizo ganar todo y tocar la gloria con las manos en el Bayern Munich.
En lo que se repara poco hasta ahora es en que no es lo mismo jugar con un equipo que es una máquina, que domina un estilo de juego, que arrasa en Alemania año tras año sin competencia, y que por partido le ponía como mínimo cinco o siete balones de gol, a hacerlo con un club en reconstrucción.
Al tiempo que en LaLiga no se topará con las facilidades que otorgan algunos conjuntos en Alemania que difícilmente le competían al Bayern.
Ahora, es necesario resaltar que Lewandowski pertenece a la estirpe de los llamados “nueves de área”, delanteros que participan poco en el juego colectivo y que tienen como principal virtud el remate a gol, que no es poca cosa.
Sin embargo, en los últimos años no han abundado centros delanteros de esas condiciones en el Barça: no lo fue Samuel Eto’o, tampoco David Villa, mucho menos Luis Suárez… Si acaso lo más parecido al polaco fue Zlatan Ibrahimovic y basta recordar cómo le fue vestido de azulgrana.
En el papel, el fichaje estelar culé contará con envidiables abastecedores de balones por los costados: Ousmane Dembélé, Ferran Torres, Raphinha y hasta Ansu Fati, que se puede mover por todo el eje del ataque, pero aquí cabe la siguiente interrogante: ¿el estilo del Barcelona es saturar de centros al área para que un eje de ataque intente meter la mayor cantidad de goles posibles?
La respuesta contundente es no. Ni es el estilo ni es la filosofía y difícilmente Xavi Hernández le apostará a ello. Entonces, ¿Lewandowski embona en el Barcelona, era el delantero que necesitaba el equipo?, ¿qué pasara con Aubameyang que de inmediato respondió con goles la temporada pasada?, ¿no se reparó en ello o jugará con dos centros delanteros, algo absolutamente inusual en este equipo?
Ya redundar en torno a los 34 años, en que lo firmaron por cuatro temporadas y que costó 60 millones y no 50 como se informó —según un reporte del diario El País—, parecen hasta temas ‘menores’, pero si se juntan todos los factores enumerados y se ponen en una balanza, se puede concluir que la contratación del polaco no fue la elección ideal que se pretende vender y por ende el ambiente festivo está de más.
Por no dejarla pasar: según se supo, Julian Nagelsmann, técnico del Bayern, convenció con argumentos a su directiva de que el polaco ya no resultaba un elemento determinante ni atractivo para el estilo de juego del club que en la Champions ha tropezado en los años recientes, pues ahí el delantero no tiene las mismas facilidades que sí encuentra en la Bundesliga.
El conjunto alemán ya no lo quería y le salió un comprador que pagó de más por un veterano que ya vivió sus mejores años.
Así las cosas, sería absurdo cuestionar la calidad, talento, trayectoria, capacidad y demás del polaco; sin embargo, no todos los futbolistas, así sean figuras en otros clubes y ligas, están hechos para el Barça. Y Lewandowski parece uno de ellos. Al tiempo.
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