Era el minuto 103 de un clásico que era más que un partido. El enfrentamiento de dos estilos representados por sus técnicos, el portugués José Mourinho contra Pep Guardiola. La igualdad de una final decidida por un vuelo sin motor de Cristiano Ronaldo. El momento en el que el Real Madrid rompió la hegemonía del Barcelona y conquistaba, 18 años después, una Copa del Rey encontrando un antídoto al fútbol de toque de su eterno rival.
Era el 20 de abril de 2011. Se cumplen nueve años de uno de los recuerdos eternos que dejó Cristiano Ronaldo en forma de gol al madridismo. Eran tiempos de 'guerrillas' en los clásicos, con el empacho de cuatro en quince días en tres competiciones. Con Mourinho erigido como salvador del madridismo ante el mejor Barça de la historia, buscando soluciones tácticas para torpedear el fútbol que abanderaban Xavi, Iniesta y su alianza con Leo Messi. Ante eso, músculo. Khedira, Xabi Alonso y un 'trivote' con Pepe de centrocampista.
Máxima entrega defensiva y un testarazo de Pepe a la madera en una primera parte de control madridista. Parapetado en su terreno cuando en la segunda el Barcelona se adueñaba de la posesión con un dominio abrumador pero sin apenas ocasiones ante Iker Casillas, el día que ganó el título que le faltaba. El contragolpe era el arma madridista que se mantuvo en pie hasta la prórroga. El momento en el que avisó con ocasiones de Di María y Cristiano, hasta que los dos conectaron en la jugada decisiva.
Una de las subidas al ataque de Marcelo encontró como socio al 'Fideo'. El argentino tocó y salió disparado al espacio. Pegado a banda izquierda. El brasileño devolvió de primeras. Dani Alves no llegó a tiempo para tapar el centro. Di María levantó la cabeza a la carrera, vio un dos para dos dentro del área. Adebayor contra Piqué. Cristiano frente a Adriano. Las opciones de encontrar remate eran grandes.
El centro de zurda preciso, sin controlar el balón ni dar tiempo de colocarse a los centrales. Con la rosca justa y templado. Perfecto para un cabeceador como Cristiano Ronaldo, uno de los mejores rematadores de todos los tiempos. El portugués lo intuyó. Dio un paso antes que su marcador y cuando Adriano reaccionó, Cristiano ya volaba. Se sostuvo en el cielo de Valencia esperando el balón y lo remató con potencia a la red sin que Pinto pudiese impedir el tanto que decidía la final.
El Real Madrid había estado desde 1993, cuando venció al Real Zaragoza en la final, hasta esa noche en Mestalla en 2011, sin un solo título copero. Era el primero de Mourinho en sus tiempos felices en el banquillo blanco en un primer año en el que consiguió devolver al equipo blanco a la pelea por títulos tras dos años negros. Con todo un equipo creyendo de forma ciega en su libreto. El club había recurrido al portugués para poner freno al Barcelona y demostró que había otro estilo de fútbol, con menos toque y más verticalidad, con el que también se podían ganar títulos.
"Si hace un planteamiento de equipo menor, deberá entrenar el 9 contra 11", dijo el mito Johan Cruyff antes del partido esperando fútbol duro del Real Madrid y expulsiones. Mourinho respondió en el campo y salió vencedor del pulso de dos maestros de la táctica. Con el madridismo a muerte con cada decisión de su técnico, firmaron la primera conquista de una resurrección que puso los pilares en Europa para el regreso a lo grande del gran dominador de la Liga de Campeones.