BARCELONA -- Lionel Messi no se habla con el presidente del Barcelona y hace apenas tres semanas provocó el mayor terremoto que se recuerda en el club al manifestar su deseo de marcharse. Hace 20 años el entonces presidente del club no sabía quién era Messi y era Messi quien soñaba con jugar en el Barça. El 17 de septiembre del 2000, el día que siendo un niño llegó a Barcelona, acompañado de su padre para fichar, o intentarlo, por el club azulgrana.
Josep Maria Minguella, quien sin duda es parte providencial en el fichaje de Messi por el Barça meses después, recordó en primera persona para ESPN Deportes aquella simple historia... Que tuvo su miga.
Se cumplen dos décadas del primer día de Messi en Barcelona. De la mano de su padre Jorge llegó a media mañana al aeropuerto de El Prat procedente de Buenos Aires con dos billetes pagados por Minguella, hoy retirado de la primera línea y entonces afamado representante clave en los fichajes de Maradona, Stoichkov o Rivaldo.
Minguella supo de él "por Juan José Mateos, un abogado argentino que vivía en Barcelona y me llamó hablándome de él, que con solo 12 años era una maravilla". Enfrascado en asuntos varios con el entonces recién proclamado presidente Gaspart, discutiendo el futuro de Rivaldo principalmente, el representante se tomó el tema Messi "como algo personal. La verdad es que no le di mucha importancia hasta que Mateos me dio unos vídeos y vi que sí, que era algo fuera de lo normal y pensé que podíamos hacer algo".
PADRINO
Lo que hizo fue pagar los billetes de avión y la estancia en un hotel de calidad media en el centro de Barcelona, "en la plaza Universidad" porque en aquel momento "el club ni tenía presupuesto para el futbol base ni se ocupaba de un niño de 13 años que nadie conocía. Aceptaron hacerle unas pruebas, sí, pero sin ningún compromiso".
No fue una entrada fácil porque se presentó en los campos de entrenamiento "que habían entonces al lado del estadio sin más. Hablé con Rifé y con Rexach para que le prestaran atención, pero el comienzo no fue lo que se dice coser y cantar".
La estatura de Messi no llegaba a 1.50 metros y su constitución física, endeble, provocó, recordó Minguella, algunos comentarios jocosos. "Se mezclaban los que quedaban rendidos a su calidad con los que decían que no tenía físico, que cualquier defensa le rompería en mil pedazos y que era una aventura sin recorrido".
Hospedado con su padre en el centro de Barcelona durante las primeras semanas, al cabo de dos meses "llegaron su madre y sus hermanos. Sí, también les pagué yo los billetes y el alojamiento para todos en el hotel Rallie, que hay cerca del Camp Nou porque ya estaba entrenando y había convencido, por fin, a Rexach”, rememoró Minguella, a cuenta de la famosa servilleta, después de que Charly solventase en un abrir y cerrar de ojos su fichaje al verle en acción.
A partir de ahí, la historia se empezó a escribir de otra manera, aunque todavía mantiene presente Minguella los problemas que hubo para que Newell's facilitase el pase internacional, peleando él en primera persona por el asunto porque el Barça, el club, "estaba centrado solo en el primer equipo, en pelear por la Liga y dejarse de historias con un crío de 13 años".
Al cabo de 20 años huelga decir que aquella apuesta de Josep Maria Minguella, personaje de indiscutible trascendencia en la historia del Barcelona, resultó ser la mejor que pudo soñarse. "Sí, claro que le vi algo diferente... Pero no nos engañemos, con 13 años no podíamos pensar todo lo que vino después".