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El improbable camino de Aaliyah Chávez, máxima promesa del baloncesto femenino

Aaliyah Chavez terminó su carrera en la escuela preparatoria con 4,796 puntos, 1,279 rebotes, 771 asistencias y un campeonato estatal. Nitashia Johnson para ESPN

La base armadora mexicoamericana Aaliyah Chavez es la recluta No. 1 de la Clase de 2025 y anunció en ESPN su compromiso universitario con Oklahoma.


AALIYAH CHAVEZ ES siempre una de las primeras jugadoras en la cancha.

No te la puedes perder en el Alamodome de San Antonio el 1 de marzo, antes de que sus Monterey Lady Plainsmen se enfrenten a las Liberty Hill Lady Panthers por el campeonato estatal de Texas. Sus rizos castaños se mueven al ritmo del balón mientras se dirige a la canasta con zapatos deportivos rosa brillante. Todo el público parece estar concentrado en la promesa No. 1 del baloncesto femenino de preparatoria a nivel nacional, repasando sus ejercicios de tiro antes de unirse a su equipo para el calentamiento.

Minutos antes del partido, le da un apretón de manos especial a su padre, Sonny, un saludo que se inventaron hace años, antes de que se convirtiera en una McDonald's All American, la Jugadora del Año de Preparatoria Naismith o la Jugadora del Año de Gatorade (de nuevo). Antes de batir un sinfín de marcas escolares, incluyendo la mayor cantidad de puntos en un partido (57) y los triples de por vida (639).

En el salto, Ari Johnson de Monterey le pasa el balón a Chavez, quien penetra hacia la canasta pero falla una flotadita. El intento fallido es recibido con una mezcla de vítores y abucheos del público. Chavez está acostumbrada. Es algo normal cuando tienes 18 años y acaparas titulares sobre contratos millonarios de NIL, y la gente te llama la próxima Caitlin Clark. Pero eso no afecta su enfoque.

"Ahora todo el mundo es igual para mí", dice Chavez, una base armadora de 1.80 metros (5 pies 11 pulgadas). "Puedes estar ranqueada No. 1, puedes ser la No. 100, y te seguiré jugando igual. Así que, bueno, no hay presión".

Chavez puede encestar desde cualquier punto de la cancha, lo que lleva a la mayoría de los equipos a hacerle doble cobertura. Casi siempre, maneja la presión con facilidad. En sus mejores días, anota una lluvia de triples y supera los 50 puntos por partido, algo que ha logrado nueve veces en su carrera de preparatoria.

Despertó el interés de más de 100 universidades y, según su padre, redujo el número de escuelas candidatas a un top seis -- Texas Tech, Texas, LSU, Oklahoma, South Carolina y UCLA -- antes de anunciar su compromiso por las Oklahoma Sooners el martes en el noticiero "SportsCenter" de ESPN.

"Cosas que la hacen realmente buena son su concentración, su determinación, su competitividad y su preparación. Su tiro es de élite", afirma Shane Laflin, analista de reclutamiento de ESPN. "Su capacidad para crecerse en el momento y no dejar que este la achique es difícil. Hay gente que se derrumba ante ese tipo de cosas".

Pase algún tiempo cerca de Chavez y quedará claro: Ella no está hecha para desmoronarse.


CRIADA EN Lubbock, Texas, Chavez representaba muchas cosas para sus padres, Sonny y Andrea. Era inteligente. A veces tímida, pero siempre alegre. Era una persona familiar, feliz y llena de energía.

Todo menos atlética.

"Ella no sabía montar en bicicleta ni andar en patineta", dice Sonny. "No tenía ni una pizca de talento atlético".

Disfrutaba viendo televisión y películas, o pasando tiempo con su familia. Pero no se ofrecía a practicar deportes sola. Así que fue una sorpresa cuando Chavez, de 8 años, les pidió a sus padres algo muy específico: quería asistir a un campamento de baloncesto.

Había visto a otros niños jugando al baloncesto en el parque, practicando habilidades como el regate y las bandejas, y haciendo amigos por el camino. No quería ser la niña que se quedaba sentada sin hacer nada.

Sonny quedó atónito ante la petición de su hija. Si de verdad quería jugar al baloncesto, decidió, sería su entrenador. Y no se lo pondría fácil.

Sonny, quien jugó al fútbol americano en la preparatoria, armó un plan de acondicionamiento y algunos ejercicios. Pasaron horas juntos con un aro en la entrada de su casa y luego en el auditorio de una iglesia.

"Al principio, le llevaba una pelota terapéutica de 1.3 kg (3 lbs.) solo para enseñarle a atraparla", dice Sonny, quien por aquel entonces tenía un taller de chapa y pintura. "Era un poco torpe. No podía atrapar el balón". Pero se presentó a todos los entrenamientos (toques de pared, saltos con balón, flexiones o sentadillas contra la pared) y su talento se hizo evidente enseguida.

Un mes después de empezar a entrenar, Aaliyah se unió a un equipo de la Liga Juvenil de Baloncesto de Frenship. En su primer partido, Aaliyah, con una energía inagotable, no tuvo límites. Taponó tiros, repartió asistencias y terminó con 26 puntos. Sus habilidades, dice Sonny, mejoraban casi a diario, tanto que necesitaba encontrar un nuevo equipo para perfeccionarlas. Pero no encontraron un equipo de “travel” para niñas de 8 años.

"Terminé haciendo una prueba para un equipo más veterano y me dijeron que no era lo suficientemente buena", dice Chavez. "Así que me motivó. Pensé: 'Voy a demostrarles'. Empecé a trabajar y pensé: 'Sí, este es el deporte para mí'".

Otro entrenador aceptó que Aaliyah, una estudiante de cuarto grado, entrenara con su equipo de sexto grado y, cuando vio sus habilidades, estuvo listo para entregarle una camiseta.

El tiempo de juego de Chavez se limitaba a 30 segundos aquí y allá, pero estudiaba a sus compañeras y a las mejores jugadoras en los torneos y se propuso igualar su rendimiento. De vuelta en el gimnasio con su padre, ya no necesitaba su aliento para superarse. Lo hacía sola. Pronto, un minuto de juego se convirtió en seis. Seis minutos se tornaron en nueve.

"Me costó mucho porque hace mucho tiempo me desmoronaba y pensaba: 'Ya no puedo más con el baloncesto'", dice Chavez riendo. "Era difícil porque pensaba: 'No puedo. Estoy teniendo malos partidos'. Pero creo que, una vez que fui creciendo y aprendí que esto es solo un juego, ganes o pierdas, estás aquí divirtiéndote. Estás aquí solo para competir. Así que, en el próximo partido, gane o pierda, voy a estar ahí. No me importa quién esté delante de mí. Voy a jugar exactamente como lo hice antes".

"Me encantó".

Sonny armó un equipo de quinto grado con la misma organización para que Aaliyah tuviera más tiempo de juego mientras continuaba con el equipo mayor.

"Quería que ella entendiera que sí, eres buena, pero siempre puedes mejorar", dice Sonny. Su fortaleza mental y su ética de trabajo se convirtieron en su tarjeta de presentación.

"Ella tiene una mente de élite, y ahí es donde se distingue de la mayoría de sus competidoras", dice Earl Allen, quien entrenó a Chavez en el equipo CyFair Elite AAU de Houston, que ganó el Campeonato Nacional de la Nike Elite Youth Basketball League en agosto. Allen admira la facilidad con la que Chavez interpreta el juego, captando las ofensivas en cuestión de minutos, observando la cancha y los diferentes ángulos, y prestando atención a detalles que otras podrían pasar por alto.

"Le he dicho a cada entrenador universitario con el que hablo sobre Aaliyah Chavez: 'Puede que tengas jugadoras más talentosas en tu escuela ahora mismo, pero no habrá una chica en tu escuela que trabaje más duro que ella", afirma.

La feroz y concentrada competidora puede parecer contradictoria con la adolescente de voz suave que Allen ve fuera de la cancha -- "No habla de baloncesto; habla de otras cosas. Le encanta divertirse" --, pero responde con una anécdota sobre un partido del pasado mayo, cuando una oponente le pisó el pie a Chavez. Los entrenadores la oyeron gritar mientras se dirigía a la banca. ¿Estaría herida? ¿Estaría bien?

"No, no estoy lastimada", le dijo Chavez a Allen. "Grité porque me hizo enojar. Y necesito volver al juego y demostrarle que me hizo enojar".

Chavez entró al juego después de un breve descanso y acertó cuatro triples consecutivos.


ENTRAR AL Lab Certified, el gimnasio que Sonny abrió hace unos años, es como entrar en un museo personal. A la izquierda, hay camisetas, sudaderas y otra mercancía lista para comprar. A la derecha, los premios y logros de Chavez adornan las paredes. Los galardones que no están en las paredes se exhiben en vitrinas.

Un corto paseo por un pasillo estrecho lleva a las instalaciones de entrenamiento, adornadas con pegatinas de Kobe Bryant, Allen Iverson y Steph Curry. Pero justo al frente, en la pared del fondo, se encuentra la joya de la corona: un mural con imágenes de Chavez en diferentes etapas de su carrera. Cuando se le pregunta qué se siente al ver esas versiones tamaño real en la pared, Chavez sonríe tímidamente y se encoge de hombros. Al igual que con todos los demás aspectos de su vida --los autógrafos, los abrazos, las fotos, la prensa--, ya está acostumbrada.

Un frenesí de cobertura mediática ha rodeado a Chavez durante algún tiempo, mientras el mundo del reclutamiento espera su elección universitaria.

En un momento dado, LSU parecía ser un principal contendiente junto a Texas, pero según un informe de On3, LSU se retiró después de que el equipo de Chavez solicitara un millón de dólares en dinero de NIL. Sonny lo niega, afirmando que LSU podría haber asumido que pedirían esa suma porque la jugadora de sóftbol de Texas Tech, NiJaree Canady, recibió un contrato de un año por más de un millón de dólares. Él insiste en que todas las conversaciones de NIL sobre Aaliyah las han iniciado los programas interesados, no él. Un representante de medios de LSU dijo que la universidad no podía comentar sobre la situación de una posible estudiante-atleta no firmada.

Si bien Chavez está acostumbrada a la atención, ésta le añade leña a los fanáticos rivales.

En febrero, durante el último partido de distrito de Monterey contra la Preparatoria Palo Duro en Amarillo, se escucharon cánticos de "¡Sobrevalorada!" entre la multitud después de que Chavez fallara un tiro. Terminó con 33 puntos en una victoria de 84-39 y se topó con una larga fila de aficionados, incluyendo a muchos de los disidentes, después del partido.

Chavez dice que ha aprendido a bloquear la mayoría de las distracciones, una habilidad que se le escapa a su madre, Andrea, quien aún lucha por mantener la calma cuando lee comentarios desagradables que desconocidos hacen sobre su hija. ("Todos me dicen que me aleje de las redes sociales", dice Andrea). Pero hay un aspecto negativo que irrita a Aaliyah.

Chavez es mexicoamericana y está orgullosa de su cultura. Originaria del oeste de Texas, donde la población hispana aumentó del 45.8% al 53.1% entre 2012 y 2022, su temprana fama la expone a niños que se ven reflejados en ella con entusiasmo. Dice que la representación le importa tanto como sus logros en la cancha. Pero sin importar a qué parte del estado o del país viaje, dice que con frecuencia escucha a hombres mayores murmurar que "es buena para una chica hispana".

"Al principio, lo tomé como un cumplido", dice Chavez, "pero a medida que fui creciendo, pensé, ¿para una mexicana? No quiero ser buena para una mexicana. Quiero ser buena en general. Que soy la mejor. Que estoy cambiando el baloncesto femenino".

Sonny la anima a centrarse en su juego.

"Me encanta el humo", dice. "Solía responder y no les gustaba. Algo que le he dicho a Aaliyah, sobre todo jugando al baloncesto, es que tú vas a recibir tus golpes y ellos los suyos, pero al final, no es tan grave. Estamos jugando al baloncesto. No hay razón para tenerle miedo a nadie".

Es un mensaje que predica en The Lab Certified. Ahora, con una cartera de clientes de unos 30 niños --algunos cuyos padres conducen horas para asistir a las sesiones--, entrenar es el trabajo de tiempo completo de Sonny y, sin duda, un esfuerzo familiar. Después de una sesión de entrenamiento la primavera pasada, Aaliyah y sus hermanos, Bel'A, de 12 años, y Kingston, de 16, se unieron para ayudar al siguiente grupo de niños con los calentamientos y estiramientos.

Sonny recuerda cómo era el tiempo en familia cuando Aaliyah era más pequeña. Las innumerables horas de práctica trastocaban el horario familiar establecido y mantenido por Andrea. Antes, la familia siempre se sentaba junta a comer a las 7:30 p.m. Pero a medida que la carrera de Aaliyah en el baloncesto despegaba, la mesa solía estar vacía a la hora de la cena. Así que Andrea metía la olla de cocción lenta en el coche y se dirigía al gimnasio, decidida a que la familia siguiera comiendo junta. El baloncesto se convirtió en familia, con Sonny como el patriarca vocal.

La entrenadora de Monterey, Jill Rankin Schneider, cocapitana del equipo olímpico de 1980 y miembro del Salón de la Fama del Baloncesto Femenino, ha vivido de cerca la dinámica familiar. En su primer año en 2021, Aaliyah anotó 1,001 puntos en 39 partidos, pero Schneider vio un posible obstáculo.

"Ella estaba tan concentrada en Sonny en la banda y lo que decía", dice Schneider. "Él podía gritar desde la banda y ella se echaba a llorar de los nervios".

Desde entonces, Schneider ha visto una evolución tanto en Sonny como en Aaliyah.

"Cada año él habla menos y ella tiene más confianza en sí misma y depende menos de las opiniones de los demás", dice Schneider. "Ha llegado al punto en que ya no necesita que él la ayude durante un partido ni que yo la ayude. Es capaz de ayudarse a sí misma".

Schneider dice que ella y Sonny tienen una buena relación y que han aprendido a trabajar juntos. Sonny no teme ofrecer retroalimentación en tiempo real durante los partidos, donde se sienta lo más cerca posible de la cancha. A veces es discreto en sus críticas, otras veces no.

Durante un partido de playoffs la temporada pasada, Chavez recibió el balón y voló por la cancha, deteniéndose para tirar y ... fallando por completo.

"¡Fallo!" gritó Sonny con una sonrisa burlona.

La siguiente vez que Chavez tenía el balón en sus manos, retrocedió y clavó un tiro en suspensión, luego miró directamente a su padre. Desafío aceptado.


CON POCO MÁS de 20 segundos restantes en el último cuarto del partido por el campeonato en el Alamodome, Chavez abandona el partido entre una ovación de pie. Monterey comienza una celebración temprana camino a una victoria de 64-35, su primer título estatal desde 1981. Chavez, quien anotó 19 puntos, sale corriendo de la cancha, saludando a sus compañeras y abrazándolas, y abrazando a su entrenadora.

Entonces brotan las lágrimas.

Una década después de haber tomado una pelota de baloncesto por primera vez, Chavez termina su carrera en la escuela preparatoria con 4,796 puntos, 1,279 rebotes, 771 asistencias y 476 robos en 150 juegos y es nombrada MVP.

Después del partido, una fila rodea una sección del estadio, con aficionados esperando fotos y autógrafos. Chavez sonríe ampliamente durante más de una hora, asegurándose de que todos en la fila consigan una foto o un autógrafo.

Ella y su familia celebran la victoria en una rosticería cercana. Un camarero se acerca a Chavez con los ojos muy abiertos. Lleva puesta su camiseta.

"Lo manifesté", dice con entusiasmo. Él le había pedido a un amigo que le comprara una camiseta porque sabía que Chavez estaría en la ciudad para el campeonato. Lo que no sabía es que ella entraría por las puertas de su restaurante.

Después de firmar la espalda de su camiseta, Chavez regresa a su asiento en los muebles de la azotea del restaurante, estirándose en el lado con más sombra, con una medalla dorada de la Liga Interescolar Universitaria colgada sobre su camiseta. Charla con su madre, un momento de tranquilidad que se está volviendo cada vez más escaso.