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Los confusos cambios que aplicará la UEFA a la Champions otra vez beneficiarán solamente a los clubes grandes

Muy pronto (siendo lo más probable a finales de abril), la UEFA confirmará la introducción de diversos cambios a la Champions League, tanto en su formato como en lo relativo al acceso a la competición. Dichas reformas (que entrarán en vigor a partir de 2024), favorecerán ampliamente a los equipos ya acaudalados en ligas ya pudientes, tal como ha ocurrido en la mayoría de los cambios que hemos presenciado desde la creación del torneo en 1992.

Dichos cambios serán presentados con la intención de hacernos entender que la UEFA no tuvo más remedio que elegir el menor de dos males. Se harán concesiones a los grandes clubes, pero eso representa una mejor alternativa que verlos separarse para formar su propia Superliga, ignorando así la Champions por completo. Ya hemos escuchado amenazas similares, pero en esta ocasión parecían creíbles, tal como lo comenté en octubre pasado. Con las tasas de interés cercanas al cero por ciento, las firmas de capital privado repletas de dinero y los grandes clubes escasos de liquidez gracias a la pandemia, se había formado una tormenta perfecta en la cual distintos equipos de la talla del Real Madrid, Barcelona y Manchester United, o bien formarían su propia competición por separado para repartir las ganancias entre ellos; o, tal como parece haber sido el caso, fingirían hacer justamente eso, aprovechando su poder para conseguir un mejor acuerdo a su favor.

Los efectos de la pandemia, la necesidad de crear (utilizando un término de moda entre los ejecutivos del fútbol) "formatos innovadores" y el recordatorio de que el balompié de clubes es un negocio serán utilizados en su conjunto para justificar la carga de dados adicional para favorecer a ricos y poderosos. Sin embargo, dicho argumento no tiene cómo sostenerse. Christian Seifert, director ejecutivo de la Bundesliga lo expresó mejor que nadie en fechas recientes, durante su disertación en el evento Business of Football Summit, organizado por el diario británico Financial Times.

"La verdad brutal es que algunos de los denominados 'súper clubes' son, de hecho, máquinas de quemar dinero gestionadas de forma mediocre y que no fueron capaces, durante una década de crecimiento increíble, de siquiera acercarse a un modelo de negocios de alguna forma sostenible", afirmó el ejecutivo.

De algún modo, a pesar de una década de crecimiento constante en la cual los ingresos de los clubes europeos se duplicaron (con la mayoría de dichos incrementos fluyendo hacia la cima) y a pesar de que las normas sobre Fair Play Financiero han ayudado a mantener los costos a nivel bajo (asegurándose de que el sistema en su conjunto fuese rentable en las tres campañas previas a la pandemia), algunos de los clubes más grandes del fútbol mundial se han dado cuenta de que se encuentran sobrecargados de costos y cortos de dinero.

Y su solución es hacer cambios prácticamente permanentes, que sólo ayudarán a incrementar la brecha entre los que tienen y los que no. Los detalles siguen siendo escasos y se encuentran sujetos a negociaciones de última hora; sin embargo, luego de hacer consultas entre clubes y ligas, todo parece indicar que la Champions League incluirá cuatro cupos adicionales, presentando algo denominado "Modelo Suizo" que incrementará de 6 a 10 la cantidad de partidos jugados en fase de grupos, dándole a la liga francesa un puesto adicional de forma automática, aparte de disponer de una red de seguridad que permitirá que hasta dos clubes con buen linaje europeo (léase: ranking de coeficientes de clubes de la UEFA) clasifiquen automáticamente.

Ya tendremos tiempo para analizar el nuevo formato (especialmente el denominado "Modelo Suizo", que, garantizo será entendido por muy pocos) una vez sea confirmado. Sin embargo, a grandes rasgos, la idea radica en escenificar una mayor cantidad de partidos europeos y generar más recursos económicos, con la intención de ayudar a mitigar los daños causados por la pandemia. Aclaro que no estoy en contra de que los clubes jueguen más partidos en Europa, y eso incluye a la Europa Conference League, que arrancará el mes próximo.

Existen cientos y cientos de clubes de primera división por toda Europa que nunca llegan a disputar encuentros a nivel internacional y, entre aquellos que logran hacerlo, la temporada termina en septiembre para todos con la excepción de 80 clubes. ¿Por qué no deberían jugar? Tampoco necesariamente tengo problemas en intentar exprimir más dinero a la Champions y Europa League. Son clubes profesionales. Están dirigiendo una empresa. Asimismo, de los €3.25 mil millones ($4 mil millones) generados por dichas competiciones, aproximadamente €400 millones ($485 millones) son destinados al apoyo al fútbol de bases, federaciones nacionales y otras iniciativas de desarrollo.

No hay lugar a duda de que nos encontramos en medio de una época dura para los clubes, especialmente al considerar que las medidas de prevención del COVID-19 implican que los estadios deberán permanecer cerrados por un tiempo mayor al anticipado y la exigencia de reducciones en los pagos que hacen las televisoras por derechos de transmisión. En septiembre pasado, la Asociación de Clubes Europeos proyectó que los equipos asumirían un impacto financiero por el orden de los €4 mil millones ($4.85 mil millones) durante las próximas dos temporadas. En enero, el presidente de la ECA Andrea Agnelli aumentó dichos estimados, afirmando que las pérdidas oscilarían entre €6.5 mil millones ($8 mil millones) y €8.5 mil millones ($10.3 mil millones).

Y, como es obvio, los clubes más grandes, dueños de estadios de mayor tamaño (y, por lo tanto, con mayores ingresos en fechas de partido) y contratos por derechos de televisión han sido, en términos absolutos, los más afectados por dichas pérdidas. Sin embargo, lo más molesto es el acaparamiento de facto por parte de los grandes clubes, que no sólo quieren un pedazo más grande de la torta, sino que también aspiran a un seguro adicional en caso de (¡vaya!) no poder clasificar a la Champions League, en forma de cupo adicionales. (Enfrentémoslo: si formas parte de la media docena de súper clubes que juegan en circuitos distintos a la Premier League, tendrías que meter la pata hasta el fondo para no clasificar).

Todo lo anterior está mal en dos aspectos. Primero y principal, es algo simplemente antiético. Los amigos de los grandes clubes siempre justifican el hecho de hacerse con una mayor porción de los ingresos con el hecho de que éstos asumen un mayor "riesgo empresarial"; es decir, invertir más recursos para hacerse con las más grandes figuras y patrocinadores, que motivan a los aficionados a pagar para ver dichos jugadores. Esa es la razón por la cual el 15% de los ingresos generados por la Champions League es distribuido en función al "pool de mercado"; o sea, de acuerdo con el tamaño del mercado televisivo de la liga nacional de un club. Si juegas en la Premier League, Serie A o Bundesliga, recibes mucho dinero, porque éstos son grandes mercados de televisión dentro de grandes economías. Si eres un club de Albania o Dinamarca ... pues no recibes tanto.

Ese también es el motivo por el cual otro 20% de las ganancias es repartido de acuerdo con el "ranking de coeficientes". En pocas palabras: si un equipo tuvo buen desempeño en Europa durante la última década, recibe mayores recursos de los que ganaría si su actuación no fuera tan buena. El alegato es que los equipos con buenos resultados en el pasado han ayudado a construir la marca Champions League; en consecuencia, merecen cosechar una mayor porción de los beneficios (También es, en la práctica, una forma de canalizar más dinero en dirección a la elite establecida).

Todo bien. Sin embargo, el llamado "riesgo empresarial" es sólo eso: un riesgo. Arriesgas más tu pellejo en el juego; en consecuencia, recibes mayores beneficios cuando las cosas van bien. Igualmente significa que pierdes más cuando las cosas salen mal. Lección básica de economía de libre mercado. El otro aspecto radica en que hablamos de implementar cambios permanentes de facto que sólo dificultarían aún más para otros clubes su participación en el torneo. Por supuesto que, en teoría, dichos cambios no son permanentes (la UEFA opera en ciclos de tres años); pero en el mundo real, todos los cambios de formato introducidos desde la creación de la competición en 1992 han servido para beneficiar a los clubes más grandes de las naciones más grandes.

Eso significa que el genio no podrá volver a la botella una vez haya salido. Nadie quiere ver a un club entrar en bancarrota. Pero ¿saben qué? Eso es virtualmente imposible al máximo nivel. Se pueden reducir nóminas. Se pueden renegociar deudas. Se pueden transferir jugadores. Se pueden relajar normas para ayudar a cumplir con las obligaciones. ¿Acaso esto significa que se puede hacer todo ello y mantener un nivel competitivo? Pues no. Lo más probable es que, de hacerlo, tu desempeño deportivo se verá perjudicado. Podrías requerir de un poco de tiempo para volver al sitial donde estabas. Pero así es la vida. Así son los negocios. Si gastas en exceso, pagas el precio.

En los 10 años previos a la pandemia, los ingresos de los clubes en toda Europa casi se duplicaron, pasando de €11.7 mil millones ($14.2 mil millones) a €21.1 mil millones ($25.6 mil millones). No hablamos de ganancias similares al Bitcoin, pero tampoco son despreciables. Y gracias a las regulaciones de Fair Play Financiero, el sistema en su conjunto fue rentable durante los últimos tres años.

Entonces, sí, Seifert tiene algo de razón. Si en este momento te quejas de tu pobreza (e intentas cambiar todo el sistema para intentar salir de ella y adicionalmente, creas un mayor dominio permanente para una elite de clubes ya dominante), deberías esperar tocar el violín más pequeño del mundo. Probablemente, la UEFA dirá que no tuvo otro remedio que ceder. La alternativa (que los clubes cumplan con su amenaza y se retiren de la Champions para montar su torneo propio) habría clavado un puñal directo al corazón de sus competiciones y su capacidad para redistribuir recursos económicos por todo el sistema.

Sin embargo, la verdad es que la UEFA ha cedido constantemente durante los últimos veinte años. Ya cansa. Y no es positivo para el fútbol.