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La economía del fútbol ha sentido el impacto de la COVID-19, aunque no ha sido tan malo como se temía

Remontémonos a hace poco menos de seis meses, y volveremos a escuchar predicciones apocalípticas con respecto al futuro del fútbol. En aquel momento, cuando las ligas se vieron obligadas a detener su actividad deportiva y no estaba claro si tendrían oportunidad de regresar a las canchas; un momento en el cual un estudio hecho por la firma KPMG sugería que era probable que las Cinco Grandes Ligas de Europa sufrirían pérdidas de hasta €4 mil millones sólo para la campaña 2019-20 y que el valor de los jugadores podría sufrir una disminución de hasta €10 mil millones. Era un momento en el cual todos actuaban como Chicken Little, el personaje de aquélla cinta de Disney de 2005 porque, ciertamente, el cielo empezaba a caer.

Hoy en día, nos encontramos en el mes de septiembre y tenemos un panorama mucho más claro. Y si bien es cierto que no todo está bien y aún tenemos una tonelada de incertidumbre en frente, la situación no es tan grave como habíamos imaginado. Ciertamente, se sufrirán serias consecuencias, pero las cosas pudieron haber sido mucho peores, y el hecho de que no sea así se debe en gran medida a los esfuerzos hechos con el objetivo de reanudar la acción del balompié en la mayoría de las ligas domésticas y Champions League, lo que se ha logrado sin consecuencias nocivas hasta ahora (tocamos madera).

Un informe publicado el mes pasado por la Asociación de Clubes Europeos (ECA, por sus siglas en inglés) pronostica una disminución en los ingresos cercana a los €4 mil millones; sin embargo, dicha cifra comprende los 20 circuitos de Primera División de toda Europa, no sólo sus Cinco Grandes Ligas. Lo más importante a destacar es que dichas pérdidas se producirían entre dos campañas distintas, a saber, 2019-20 y 2020-21.

Cuatro mil millones suena como una cifra importante y ciertamente lo es. No obstante, al mencionarla sin aportar el debido contexto, no suena tan significativa. Por ende, traemos a colación cierto contexto, utilizando las cifras de la propia ECA: Para las temporadas 2019-20 y 2020-21, en un mundo que aún no conocía la COVID-19, se proyectaban ingresos cercanos a €45.1 mil millones; actualmente, se vaticina una cifra próxima a €41.1 mil millones.

Eso representa un descenso del 8,9%, lo que obviamente no es bueno y surtirá efectos negativos; sin embargo, no es una cifra tan catastrófica como se podría pensar. Los ingresos proyectados por la ECA para el torneo 2020-21 fueron de €20,7 mil millones, ligeramente inferiores a lo generado en la temporada 2017-18. Por ello, efectivamente hemos regresado al sitio donde nos encontrábamos hace poco más de dos años.

Tenemos más. Las proyecciones hechas por la ECA se basan en el supuesto que la asistencia a los estadios será cercana a un promedio del 50% en toda Europa para el torneo 2020-21. Dicho supuesto parece ser sumamente empírico, pero eso no es culpa de los clubes: la pandemia (y la respuesta de los distintos gobiernos y autoridades locales) ha sido brutalmente impredecible. Sin embargo, a la fecha de hoy, tenemos algunas ligas como la suiza, que prevé admitir multitudes de hasta dos tercios de la capacidad de sus estadios en el futuro inmediato. Y en la Premier League, los hinchas podrían volver en cantidades limitadas, posiblemente en octubre. Y por supuesto, existe la posibilidad de tener una vacuna en algún momento del próximo año.

Los aficionados presentes en los estadios no sólo afectan los recaudos en la taquilla, aunque obviamente es un factor importante en la generación de ingresos. Los seguidores que hacen acto de presencia en las arenas también afectan los contratos de auspicios dentro de los estadios, la hostelería y venta de mercancía, que son canales de ingresos sustanciales para los clubes. La impresión generalizada es que una cifra cercana al 50% podría ser conservadora; por ello, esos €4 mil millones inicialmente estimados en pérdidas podrían terminar siendo una cifra mucho mayor.

Obviamente, existen otras formas en las cuales la pandemia ha repercutido en el mundo del balompié. La mayoría de las ligas se ha visto obligada a ofrecer rebajas en los contratos de derechos televisivos suscritos con múltiples cadenas y sistemas de pago. La Premier League devolverá aproximadamente €360 millones; la Bundesliga, €200 millones y la UEFA reembolsará un monto cercano a los €575 millones.

"No nos hemos encontrado en una posición apta para cumplir con nuestros compromisos asumidos con auspiciadores y televisoras", expresó Andrea Agnelli, presidente de la Juventus y la ECA.

Adicionalmente, en lo que respecta a patrocinadores y televisoras, existe una preocupación más honda: A medida que sus negocios principales sienten los efectos negativos de la desaceleración económica global, no sólo pedirán reembolsos contractuales: también ofrecerán contratos menos lucrativos en el futuro próximo.

También tenemos el problema de la liquidez. Contar con dinero en efectivo para pagar facturas y conducir el día a día de los negocios es totalmente diferente a contar con balances contables que muestran ganancias o por lo menos un equilibrio entre debe y haber. Este hilo de Twitter publicado por la excelente cuenta @SwissRamble (en inglés) demuestra cómo, a pesar de haber mostrado ganancias contables cercanas a los €200 millones (178 millones de libras esterlinas) durante las últimas tres campañas, el capital de trabajo es limitado, incluso para un club grande como el Liverpool, que ha cosechado muchos éxitos sobre la cancha. (En su caso, sufren una suerte de Espada de Damocles, porque la recesión mundial implica que los Reds no podrán capitalizar del todo sus crecientes ingresos por concepto de uso de marca, incluso a pesar de haber alzado los títulos de Premier League y Champions).

No todos los clubes se encuentran en la misma situación. Algunos cuentan con propietarios en una posición lo suficientemente cómoda para inyectar efectivo o asumir deuda para manejar estos temas; sin embargo, el problema es muy real, y esto es palpable en el mercado de fichajes. Podría parecer como algo no excesivamente importante porque, en definitiva, a la hora de comprar y vender jugadores, la mayoría del dinero "permanece dentro del sistema", pasando de un club al otro; de hecho, en términos contables el "intercambio de jugadores" (y el hecho que, gracias a la magia de la amortización contable, se pueden generar ingresos en papel prácticamente de la nada) es un tema sumamente crucial para muchos clubes. Por ello, si bien la estimación previa de que "el valor de los jugadores podía disminuir en hasta €10 mil millones" podría resultar exagerada (como de hecho lo es), no hay dudas de que la disminución en la actividad deportiva afecta fuertemente a los distintos clubes de distintas maneras.

Sin embargo, debemos volver a las cifras de referencia. Hablamos de una reducción del 8,9% en un lapso de dos años y eso se basa en supuestos sumamente negativos y conservadores. Podría ser más o probablemente, podría ser menos. Y en todo caso, no sería tan brutal como los daños sufridos por otras ramas de la industria del ocio y entretenimiento.

El fútbol se ha visto ayudado por el hecho de que pudo volver a la actividad en la mayoría de los países europeos y que pudo llevar a feliz término las distintas competiciones europeas de la temporada 2019-20. La decisión de la UEFA de relajar temporalmente las restricciones de Fair Play Financiero como resultado de la pandemia también ayuda a liberar a los clubes de cierta presión, alentando una mayor inversión. A pesar de todas las críticas de las que ha sido objeto el FPF con el pasar de los años, su existencia ha implicado que, desde su implementación en 2013, el balompié europeo ha pasado de sufrir pérdidas cercanas a los €2 mil millones a disfrutar de sólidas ganancias en los últimos años. En otras palabras: el fútbol se ha convertido en un negocio real y apto para la inversión, con la especie de solidez que le ayuda a sortear temporales de la gravedad de una pandemia como la que sufrimos hoy en día. Sobre todo, la diferencia clave radica en el atractivo del fútbol en sí y el apetito que sienten los seguidores de esta disciplina deportiva.

Agnelli habló con respecto a las "profundas cicatrices" que ha dejado la pandemia en el fútbol europeo y sin duda eso es cierto. No obstante, a pesar del maltrato sufrido, el balompié se mantiene vivo y coleando. Y se recuperará, a pesar de los escenarios apocalípticos.

La incógnita que sigue en pie es cómo se verá el fútbol a largo plazo, después de 2024, cuando expire el acuerdo existente sobre el calendario internacional. Si se produce una restructuración radical (bien sea dividiendo Superligas, un cambio sustancial en el formato de Champions o competiciones regionales con varios países) será en ese momento. Y porque este es un negocio, se necesitará definir lo que sucederá con exactitud antes de la primavera de 2022 porque, tal como lo dice Agnelli, ese es el momento más tardío en el que se podrá acudir al mercado para vender el formato que se desee vender a patrocinadores y anunciantes.

Faltan apenas 18 meses para ello. Y los escenarios más radicales y divisivos (entre los que se encuentran, por ejemplo, convertir la Champions en una liga con partidos de local y visitante, jugar los fines de semana, crear alguna especie de versión global con el auspicio de la FIFA, una Superliga manejada y creada por los grandes clubes con cupos garantizados) requerirán de muchísimo tiempo para su definición.

Por ello, mientras el ámbito deportivo, y el mundo general, casi con toda certeza se habrán recuperado en ese momento, no está claro en absoluto que subsistirá el apetito por un cambio radical (de la especie que sólo sirve para incrementar la brecha entre los clubes de élite y el resto). Y esa podría ser una de las pocas consecuencias positivas de esta pandemia.