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Liverpool, un paciente enfermo pero que aún no entra en crisis

Si el futbol, como dijo Jorge Valdano, es un estado de ánimo, en este momento habría serias sospechas que el Liverpool de Klopp sufre de bipolaridad.

Y es que incluso en un deporte donde las sorpresas forman parte de la rutina, no deja de ser desconcertante cómo un equipo pasó en un tramo de apenas 12 días de la humillación de recibir cinco goles en Anfield por parte del Real Madrid en Champions después de ir ganando plácidamente 2-0, a marcarle siete goles al Manchester United en el mismo escenario, algo que nunca había pasado en los más de cien años de existencia de ambos equipos.

Partiendo del hecho de que las goleadas no se planifican y que por lo general son accidentes, no deja de ser muy llamativo que la brújula de este Liverpool cambiara de norte a sur no sólo en el mayor clásico de la Premier League, sino ante la que venía siendo la mejor versión del United desde el día que se fue Alex Ferguson del banquillo.

El alemán Jürgen Klopp, en un afán natural de darle un diagnóstico alentador a un equipo que ha sido claramente catalogado como enfermo en esta temporada, declaraba post partido: “Hacía mucho que no lo parecía, pero hoy ha sido una verdadera muestra de lo que podemos hacer y lo que tenemos seguir haciendo a partir de ahora”.

Las palabras del entrenador no sólo son una invitación a buscar la heroica en la vuelta en el Bernabéu la próxima semana, algo que si bien resultaría fantástico para el hincha red, no lo es tanto como la esperanza de volver a gozar del perfecto estado de salud de los años recientes, algo que hasta ahora parecía estar en riesgo con la disolución definitiva del tridente del ya desertor Sadio Mané, al que definitivamente se unirá a final de temporada Roberto Firmino, quedando Mohamed Salah como la única referencia de aquel trío que quedará para la historia red .

Lo interesante en todo esto es que fue el mismo egipcio el que llegó a los 129 goles en este histórico 7-0, convirtiéndose en el máximo goleador del Liverpool en Premier League, pero esta vez acompañado, por la nueva generación en ataque en la que sus nuevos acompañantes, fueron Cody Gakpo y Darwin Núñez, diferentes ingredientes pero resultados iguales.

Ese el en el fondo el mensaje alentador al que quiere llegar Klopp y tiene razones para ilusionarse pues por primera vez en mucho tiempo, su equipo logró mantener su identidad por buena parte del juego y no por pequeños tramos.

Pero un buen doctor sabe que la historia clínica es tan importante como el último examen de laboratorio, y este Liverpool si bien mostró el ADN Klopp en el ya imborrable partido del pasado 5 de marzo, donde las conducciones de balón y búsquedas de espacios de manera rápida y precisa son las protagonistas, es verdad que a nivel defensivo y hasta en mediocampo, los Reds tienen antecedentes difíciles de ignorar si es que se quiere llegar a una recuperación que le acerque al equipo que supo ser entre el 2018 y el 2020.

Futbol vertical sin necesariamente ceder la posesión, teniendo como esquema predilecto el 4-3-3. Presión tras pérdida, intercepciones rápidas y efectivas, duelos directos... Todos estos fueron conceptos que se volvieron muy fáciles de leer en aquel equipo y que inevitablemente hoy han perdido fuerza por una razón tan evidente como real: sus intérpretes, quienes ya no han podido igualar aquello que los hizo no solo una escuadra ganadora, sino trepidante y atractiva.

Virgil van Dijk, que no ha encontrado su mejor versión tras las lesiones, y un central derecho como Joel Matip o Joe Gómez que ya no fueron los mismos, ha hecho que los Reds ya no sean impenetrables por esa zona, tanto así, que las estadísticas revelan que sus rivales prefieren atacarle por ese centro del campo. Lo de Joe Gómez el día de la remontada del Real Madrid fue para el olvido y justo en esa zona la ventana de verano deberá hacer especial atención.

El famoso número 66, Trent Alexander-Arnold, y Andrew Robertson fueron en su momento los laterales mas temidos, los que más desdoblaban, los que más transiciones generaban. Tal vez desde la época de Dani Alves por la derecha y Jordi Alba por la izquierda del Barcelona, dos jugadores no hacían esa “pareja” de carrileros tan desequilibrante.

También esto es historia, basta con recordar que el mismo Gareth Southgate, entrenador de Inglaterra, prefirió a Kieran Trippier y Kyle Walker como titulares en los cinco partidos de Qatar 2022 por encima de Trent.

Y así la lista continua hasta el mediocampo Fabinho, Jordan Henderson, y lo que muchos apuntan a una “Thiagodependencia”, elementos que aseguran desde el Reino Unido son observados con lupa de cara a la próxima temporada, y el brasileño encabeza la lista de los “transferibles” en la rumorología de pases.

Mientras que la delantera ha sido la primera en renovarse y llevarse buena parte de la inversión. Entre Gakpo, Darwin Núñez, Diogo Jota y el guajiro Luis Díaz cuando vuelva cargan con la responsabilidad de hacer olvidar a un tridente histórico. Todos han dado buenas muestras de poderío, pero el listón tiene muchos metros de altura.

Así que el doctor Klopp, con todo y este panorama, tiene un objetivo claro: meterse entre los cuatro primeros de la Premier para asegurar Champions el próximo año y ya en el verano ajustar las piezas que él considere para volver a hacer un equipo reconocible. No parece cosa de romper el cochinito y hacer la gran contratación, parece más bien de poner la casa en orden y renovar hombres en cada posición.

Es verdad que aquel Liverpool finalista de dos Champions y campeón de la Premier League en la temporada 2019-2020 parece historia, pero el corazón y cerebro de este equipo sigue siendo el alemán, y mientras esto sea así, la unidad de cuidados intensivos parece lejos para los de Merseyside. El United de Ten Hag acaba de recibir una no tan pequeña muestra de ello. La otra semana en Madrid, el enfermo recibirá una nueva y exhaustiva evaluación.