Pep Guardiola nunca ha animado a los seguidores del Manchester City a abuchear al himno de la Champions League debido a la disputa que su equipo mantuvo con la UEFA durante los cuatro años que ha estado a cargo de la dirección técnica del club con sede en el Etihad Stadium.
Por el contrario, el ex entrenador del Barcelona y Bayern Munich ha instado a sus hinchas a concentrar energías en apoyar a su equipo, en vez de desahogar su furia contra el cuerpo colegiado que rige al fútbol europeo. Sin embargo, con la sentencia del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) que falló a favor del City, revocando el veto impuesto por la UEFA que le impedía jugar la Champions League y otras competiciones europeas por un lapso de dos años, sus aficionados dirán que siempre han tenido la razón.
Sin embargo, ¿qué vendrá después de esto? ¿Se mantendrá el antagonismo, a pesar de la victoria del City en los tribunales, o podrán finalmente pasar la página?
La animosidad hacia la UEFA, sentida en su mayoría por la afición del City, aunque también compartida por algunos personeros del club, se remonta a un instante muy lejano a la llegada de Guardiola al banquillo del club y tiene que ver con castigos anteriores, tras haberse determinado que el City había infringido regulaciones relativas al Fair Play Financiero (FFP, por sus siglas en inglés) y decisiones arbitrales controversiales que han perjudicado al equipo en la cancha.
De hecho, contamos con antecedentes en el año 2014: el predecesor de Guardiola, un Manuel Pellegrini que usualmente mantiene un trato cortés, afirmó que el colegiado sueco Jonas Eriksson "no fue imparcial con ambos equipos" y que "favoreció al Barcelona de principio a fin" durante la derrota 2-0 sufrida por el City en la ida de octavos de final disputada en el Etihad Stadium. En 2012, el City fue sancionado con una multa de €30,000 por haberse demorado un minuto en su regreso a la cancha durante un compromiso de Europa League contra el Sporting CP. Un mes antes, la UEFA había multado al FC Porto con apenas €20,000 luego que Mario Balotelli fuera objeto de cánticos y epítetos de corte racista en el Estadio do Dragao.
No es difícil ver por qué el City siempre ha tenido una relación conflictiva con la UEFA, al ver que problemas técnicos menores son castigados con una multa más severa que la impartida a raíz de cánticos discriminatorios. A pesar de ello, si el City desea convertirse en ese club que desean tener sus propietarios con raíces en Abu Dabi --la de ser una superpotencia establecida entre la élite tradicional del fútbol europeo-- necesitarán ver hacia el futuro en vez de aferrarse al pasado.
Muchos hinchas sienten que su club ha sido victimizado, pero el City no ha sido una parte inocente, y si bien ganaron su apelación, se mantiene la obligación de pagar una multa por €10 millones debido a "falta de cooperación con las autoridades de la UEFA" y una penalidad financiera de semejante magnitud no puede simplemente desestimarse como un golpe en los nudillos. No tiene buen aspecto.
Ahora, el City necesita que su historia en Europa sea definida por lo que ocurre sobre la cancha y no por la vida fuera de ella. Actualmente, disfrutan de su novena temporada exitosa en el ámbito de Champions League, con apenas un pase a semifinales en su haber. El propietario del City, el jeque Mansour bin Zayed al Nahayan ha inyectado más de mil millones de libras esterlinas a las arcas del club desde su llegada en septiembre de 2008 y la plantilla está obligada a mejorar su registro en competiciones europeas.
La Champions League se ha convertido en una inquietud que el City se ha visto imposibilitado de satisfacer y sus fracasos persistentes condujeron a la contratación de Guardiola en 2016, tras haber alcanzado dos títulos de Champions con el Barcelona y nunca haber quedado por fuera de los cuatro mejores clubes de la competición en su paso por el Bayern Munich.
Sin embargo, desde su llegada al City, Guardiola no ha sido capaz de llevar a su plantel más allá de cuartos de final; y si bien ha obtenido éxitos constantes a nivel doméstico en el Etihad Stadium, Europa sigue representando un obstáculo insuperable. Esta temporada le ofrece a Guardiola y al City la que podría ser considerada su mejor oportunidad de acabar con su espera por la gloria en la Champions League.
El City se apresta a enfrentarse al Real Madrid en el partido de vuelta de su cruce de octavos de final el próximo mes en el Etihad, con ventaja global 2-1 y serán favoritos para sellar su boleto a Lisboa, para jugar un minitorneo de eliminación directa conformado por ocho clubes. Es probable que su ruta a la final los lleve a verse las caras con la Juventus en cuartos de final y el Bayern en semifinales, antes de un tentativo enfrentamiento con el Atlético Madrid o Paris Saint-Germain en la final. Parece un complicado camino al éxito, pero tras haber vencido a la UEFA fuera de la cancha, el City no debería temer a ningún rival en ella.
Quizás una victoria en la Champions League pondrá punto final a toda la amargura y acritud que ha opacado por demasiado tiempo sus relaciones con la UEFA y la competición. Ha sido demasiado sencillo para los seguidores del City achacar su sequía de éxitos a la injusticia que sienten sufrir por parte de la UEFA. Les ha dado a varias plantillas de calidad del City y a distintos técnicos de primer nivel una excusa conveniente cuando los resultados no han sido favorables.
Ahora, ya no puede haber más excusas. El City ha vencido en su gran batalla fuera de la cancha. Por ello, es hora de que Guardiola y sus jugadores cumplan con lo prometido.
Cuando lo logren, si consiguen hacerlo, los abucheos y los complejos de persecución ojalá queden relegados al pasado.