Al margen de todo, y conscientes de los que se presentó en esta última jornada, creo que han sido exageradas las sanciones para gente nueva en el futbol.
Un día negro para el futbol mexicano con lo sucedido en el Estadio La Corregidora en la visita del actual campeón de la Liga MX, los Rojinegros del Atlas, contra los Gallos Blancos de Querétaro. Un duelo que no reviste tanta importancia por historial, pero sí por rivalidad se presentaba como partido de alto riesgo por sus antecedentes.
Antecedentes no solo en enfrentamientos entre ellos, sino de estos equipos contra otros. Son clubes que cuentan con un historial manchado y de conflictos fuertes como la visita de Querétaro al Alfonso Lastras, el recibir a los mismos Rojinegros anteriormente, o aquellos eventos lamentables en el Clásico Tapatío en dos oportunidades; uno con una golpiza contra policías y otro por la invasión de cancha por parte de los seguidores de Atlas increpando el conjunto dirigido por Tomás Boy.
Y terminó como suelen terminar las cosas en nuestro futbol, donde hay poca memoria y que con el pasar de los días todo se va quedando en el olvido las posturas de las altas directivas y la Federación Mexicana de Futbol, diciendo que han que erradicar las barras, pero que nunca han llegado a las conclusiones necesarias para evitar que siga creciendo esto, que lamentablemente no es otra cosa más que la influencia del futbol sudamericano con la participación de agitadores que llegan a México a formar parte de grupos y alterar todo tipo de situaciones.
Ante una ausencia de futbol de calidad por todo lo sucedido en la pandemia, torneos sumamente irregulares, con decisiones absurdas como ha sido abolir el ascenso y descenso, todo ha afectado mucho y se refleja incluso en la participación de la Selección Mexicana en cara a la Copa del Mundo de Catar 2022.
Sucede lo que acaba de suceder, y toman una decisión en donde a todas luces se vislumbra la división que existe entre los grupos de poder que manejan el futbol mexicano, las televisoras, los contratos, etc.
Castigan a un equipo, que es cierto ha aparecido en el futbol mexicano con un sin número de inconvenientes, desde las famosas cobras de Querétaro, el breve espacio que tuvo ahí, sin ser equipo local, el Atlante; aquel accidente de los Gallos Blancos cuando aspiraban el regreso a primera división con Luisito Alvarado…
Creo que han presentado una serie de situaciones con cambio de directivas con poca seriedad y antecedentes de dudosa reputación, como cuando fue propietario Yañez y todo ese desenlace tan poco transparente, cuando supuestamente Ines Sainz había comprado una participación.
Todo eso ha costado y ha pesado para una ciudad que cumple con un crecimiento espectacular, que ha albergado a muchos foráneos, con un estadio mundialista y que no está ajeno a estas dificultades.
Al margen de todo, y conscientes de los que se presentó en esta última jornada, que terminó danto el resultado positivo al Atlas, nuevamente tres puntos en la mesa; yo creo que han sido exageradas las sanciones para gente nueva en el futbol, sobre todo el caso de Solares, Velarde, con algún antecedente del padre cuando estuvo en Cruz Azul; y Gerg Taylor, que a diferencia de cómo se manejan los promotores, ha sido bastante discreto.
Los castigan de manera arbitraria. Alfonso Ríos con antecedentes como jugador, como portero de la Selección Mexicana, creo que castigarlo como que dejarlo fuera del futbol como apestado, igual que a los otros directivos, que pusieron su dinero tratando de hacer las cosas bien.
Todo es el resultado de algo que no se ha manejado adecuadamente, pero tampoco me parece que da derecho a esta decisión tomada en la federación, castigando a Querétaro de manera increíble, quitándoles su localía por un año de veto y cinco años fuera de cualquier participación dentro del futbol.
Creo que es momento para hacer una verdadera reflexión y darse cuenta de que mucho de lo que ha sucedido en nuestro futbol lo han provocado justamente los directivos, y que ahora, aparentemente por ese división que existe de poderes, están castigando a la contra que han encontrado en el arrebato de los derechos de transmisión para algunos de los participantes.