<
>

2021, el año de la consumación de la resilencia

La sequía de títulos de Cruz Azul y Atlas llegó a su fin y en esta Navidad brindarán satisfechos por el éxito obtenido

Estoy seguro de que el cierre de este año será muy especial, muy dulce, maravilloso para un buen número de aficionados al fútbol en México. En particular para aquellos a los que la Diosa Fortuna les negó durante muchos años el más mínimo guiño y les dio la espalda una y otra vez. Aficionados que derramaron lágrimas de tristeza y desesperación, y que enjugaron una y otra vez con la inquebrantable esperanza de transformarlas en alegría y júbilo.

El 2021 está a punto de irse y los seguidores del Cruz Azul, Atlas y Atlante levantarán sus copas en Navidad y Año Nuevo para brindar satisfechos, entre otras cosas, por haber conquistado un nuevo campeonato. Cuántas y cuántas veces lo hicieron con la esperanza de que algún día, la maldición acabara y los dejara en paz. Hoy, la malaria ha terminado y la sonrisa tardará en desaparecer durante un buen tiempo, pero resulta interesante saber que el éxito de estos tres equipos no fue obra de la casualidad y que tuvieron que romperse los moldes en los que por muchos años se habían empeñado (equivocadamente) en forjar un trofeo de campeón.

Los 70 años de sequía rojinegra terminaron con un disparo desde los once pasos, pero también con una transformación a fondo que en su momento llegó a desaparecer por completo la estructura de una organización que, como Club Deportivo, no rindió los resultados que tanto anhelaban. La venta del equipo a Grupo Salinas en diciembre de 2013 y su posterior reventa a Grupo Orlegi en abril de 2019 fueron determinantes para acabar, en el menor tiempo posible, con la maldición que arrastraban. Y ocurrió, como lo pudimos apreciar el pasado domingo 12 de diciembre en un majestuoso estadio Jalisco.

La Máquina Cementera tuvo que enfrentarse a un proceso que también pulverizó el “status quo” con el que había intentado una y otra vez levantar el trofeo de campeón. Sin entrar en detalles respecto a la forma en la que se manejó el equipo por muchísimos años y que evidentemente le hizo mucho daño, es menester señalar que el éxito alcanzado en el Guard1anes Clausura 2021 fue gracias a que el club comenzó a ser gestionado de una forma que rompía con las estructuras que lo sostuvieron por décadas. Personajes que hoy son buscados por la justicia desaparecieron para la llegada de nuevos responsables de un proyecto que tenían muy clara la obligación de ganar el campeonato, sí o sí. Y lo consiguieron tomando decisiones que antes no se tomaban, desterrando aquellas que iban en perjuicio de sus propios intereses.

El llamado equipo del pueblo, los Potros de Hierro del Atlante, también rompió, en el año que está por extinguirse, con una larga racha sin levantar el trofeo de campeón (14 años), no importando que este se haya conquistado en la llamada Liga de Expansión y además, sin la posibilidad de ascender al Máximo Circuito. Después de muchos años, el equipo azulgrana regresó a jugar a la ciudad que lo vio nacer y al estadio que fue suyo en solitario por varias temporadas. Esto, gracias a la decisión de su más reciente propietario, Emilio Escalante, rompiendo así con el andamiaje con el que se sostuvo el Atlante por muchos años y que no hicieron sino sumar más y más fracasos. El título obtenido ante la Jaiba Brava, con exquisito sabor a revancha, también es un ejemplo del rompimiento con todo aquello que no le hacía bien a los otrora “prietitos”.

¿Casualidad? Probablemente, porque fue el mismo año y uno tras otro. Sin embargo, los campeonatos de Cruz Azul, Atlas y Atlante deben mirarse con otra óptica. Con los ojos que observan que los títulos llegaron, en los tres casos, poco tiempo después de un cambio profundo que transformó la histórica realidad perdedora que padecían casi por decreto, por un presente exitoso que hoy festeja miles y miles de aficionados. Los trofeos no llegaron por inercia sino por la resiliencia de quienes hoy, a nivel directivo, toman las decisiones más importantes en los equipos campeones. Renovarse o morir fue el punto de inflexión y este es el espejo en el que deberían mirarse otros equipos que actualmente acumulan varios años sin saborear el sabor de la victoria como el Necaxa, el Puebla, el Toluca (¡ay dolor!), los Xolos de Tijuana y hasta los Pumas. Entre más se tarden en romer paradigmas, seguirán acumulando frustraciones, burlas, decepciones, tristezas y llanto, mismos que hoy ya no acompañan a los atlistas, cementeros y azulgranas.

¡Felices Fiestas! ¡Próspero 2022 para todos!