LOS ÁNGELES -- Sólo el peor amigo o el mejor enemigo pudo recomendar a Alejandro Irarragorri salir a dar una conferencia de prensa. Una comparecencia que nadie le pedía, que nadie le urgía, y que él no necesitaba.
¿Fue un error político o un desliz egómano de quien es la cabeza del Grupo Orlegi citar a una encerrona mediática? El silencio es el único amigo que jamás traiciona, en términos de Confucio.
Irarragorri vivía, hasta antes de este lunes, en el castillo perfecto, ése, el del misterio, el del oscurantismo. Aterra más el que manda y calla, que el que manda y vocifera. El primero es invulnerable, el segundo, víctima de sus palabras.
El propietario de Atlas, Santos y Sporting de Gijón, en términos de Ryan Bingham, pasó, de “la Sangre de Cristo al Espinazo del Diablo”. Y en términos de metáfora, la primera estremece y el segundo se repudia.
Descrito como “un encantador de serpientes” por parte de Fidel Kuri, dueño del Veracruz, Irarragorri dedicó este lunes un espacio a los medios. Y olvidó aquello de “si nuestras palabras no son mejor que nuestro silencio, no debemos pronunciarlas”.
A su manera, dejó en claro que regresar al sistema de ascenso y descenso en la Liga MX es inviable, no por el sistema mismo de competencia, ni por ir contra el derecho de los clubes a aspirar al máximo circuito, sino por la vecindad con Estados Unidos y los aficionados mexicanos que radican ahí.
“A mí me gusta el ascenso y descenso, pero nuestro grupo amplio de aficionados está en Estados Unidos y ahí no existe”, insinuando que para los clubes de la Liga MX, sus patrocinadores, y para las televisoras, son más importantes que los seguidores de los clubes en México. Es decir, según esta expresión, en la FMF se toman decisiones pensando más en el fanático estadounidense que en el mexicano.
Cuando él mismo propuso la abolición de ascenso y descenso, esgrimió que lo primero era fortalecer lo que es hoy la Liga de Expansión, que, al final, sólo ha expandido los viejos vicios de sus antecesores. Hoy, resulta, la justificación radica más en las simpatías de los migrantes en Estados Unidos, que en el peso directo de los aficionados en México.
Amante de estadísticas y de estudios, Irarragorri seguramente puede respaldar su juicio sobre algo que parece improbable, que los millones de fieles adictos al futbol mexicano en Estados Unidos, tienen un mayor impacto emocional, presencial y financiero que los aficionados en México, quienes lamentan, abiertamente, que hay semanas en que ya no pueden ver ningún partido de la Liga MX por televisión abierta.
Por otro lado, entre algunas ambigüedades, defiende la existencia de la Multipropiedad en el futbol mexicano. Aquí, vale aclarar, para algunos confundidos y poco espabilados, no es una ilegalidad, pero sí es antirreglamentario e inevitablemente es condenado por FIFA, que ya se sabe, cada que habla de moral pierde un trozo de lengua y de credibilidad.
Urge, Irarragorri, a la llegada de nuevos inversionistas, e incluso abre las puertas al capital extranjero para que adquiera franquicias en el futbol mexicano, sin precisar qué clubes deberían estar en ese tianguis de vendimia, aunque volteando a la Tabla de Cocientes, los primeros sacrificados serían, mire Usted, algunos de sus socios principales: Mazatlán, Xolos, Querétaro y Necaxa.
Recuérdese que en la Comisión de Selecciones Nacionales hay una evidente presencia de la Multipropiedad, con Grupo Orlegi, Grupo Caliente y desde las sombras, Grupo Azteca, sin olvidar que en el acta constitutiva de Necaxa hay presencia de gente de Emilio Azcárraga Jean. Es decir, la Selección Mexicana es regenteada por multipropietarios, y sólo queda fuera el Grupo Pachuca, cuya cabeza, Jesús Martínez, disiente, totalmente, de Irarragorri.
Martínez ha acusado a su némesis de abaratar los derechos de transmisión de la Selección Mexicana, al rechazar, según él, una oferta de 260 millones de dólares, solamente para cobertura en Estados Unidos, por parte de la cadena NBC. “¡Imagínense lo que deberían costar en México!”, expresó el líder del Grupo Pachuca, además de denunciar que la oferta total de cobertura de los derechos, fue de sólo 100 millones de dólares.
Irarragorri reaccionó: “Esos montos son totalmente falsos” y después, en 2020, retaría al mismo Martínez: “Jesús, el día que quieras debatir seriamente, abiertamente y de frente, pero ya basta de operar por detrás. Sólo dime el lugar y la hora y ahí estaré. En el ínter, por favor mide las consecuencias que tiene alimentar rencores y manipular la pasión de las aficiones en el entorno actual que vivimos”.
A manera de represión contra Grupo Pachuca, Televisa transmitió el #TuzoGate, revelando, con pruebas y testimonios, los privilegios y canonjías gubernamentales en beneficio de Jesús Martínez y sus empresas. Gente cercana a la empresa de comunicación, asegura a este espacio que ya están debidamente encapsulados, y listos para trasmitirse en horario estelar, el #TuzoGate2, el #PanzaVerdeGate, el #SantosGate, el #XolosGate, el #VergaraGate, en caso de ser necesario “para mantener el orden en el futbol mexicano”.
Y hablando de propietarios y multipropietarios, alguna vez este reportero cuestionó puntualmente a dos personajes, en su respectivo momento presidentes de la FMF, con una pregunta específica a Justino Compeán y a Decio de María: “¿Metería las manos al fuego por los dueños de equipos del futbol mexicano?”. La respuesta fue idéntica en ambos casos: “¡No!”.
Con Yon de Luisa fuera de órbita, exiliado prácticamente de la toma de decisiones como presidente de la FMF, en su apersonamiento ante los medios, Irarragorri niega haber impuesto a Diego Cocca, y con pretendida ironía, responde que “a palabras tontas, oídos sordos”, y en una charla que se prolongó por más de 90 minutos, dijo que “quieren poner un culpable, ya les gustó, ya se aprendieron cómo deletrear mi apellido”.
Obviamente se presentaron fuertes reacciones en redes sociales contra varios de los conceptos de Irarragorri en la conferencia de prensa que, insisto, sólo pudo orquestar su peor amigo o su mejor enemigo. ¿Error de logística política o egomanía? Sólo él lo sabe. Pero, sin duda, vivía mejor en el misterio, en el auto ostracismo silencioso.
Y lo dicho: pasó de “Sangre de Cristo a Espinazo del Diablo” en apenas 90 minutos.