<
>

A cinco años: el día que Martino le dijo basta a la Selección

Tras la gran actuación de la Argentina en el Mundial de Brasil 2014, cuando el conjunto dirigido por Alejandro Sabella logró el subcampeonato, llegó el momento de Gerardo Martino.

Cuando el ex entrenador de Estudiantes y ayudante de campo de la Selección con Passarella decidió dar un paso al costado, el Tata apareció como un candidato con mucho consenso para tomar la posta. Pero el ciclo de Martino duró poco y fue el reflejo del desconcierto que por esos días se vivía en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).

Martino renunció a su cargo el 5 de julio de 2016. Unos días antes, tras perder la segunda final consecutiva de Copa América ante Chile, Lionel Messi anunciaba su despedida de la albiceleste, medida que luego cambiaría para volver al conjunto nacional.

Pero la decisión del Tata fue irreversible. Más allá del dolor por las dos finales perdidas bajo su mandato (Argentina cayó ante Chile por penales en la finales de la Copa América 2015 y 2016), lo que terminó definiendo el futuro del entrenador fue el momento crítico que a AFA vivía en el plano institucional.

La campaña de Martino fue satisfactoria: desde que asumió, el 12 de agosto de 2014, dirigió 29 partidos con 19 victorias, 7 empates y 3 derrotas.

En tanto, en las Eliminatorias rumbo a Rusia 2018, el equipo estaba tercero con 11 puntos, a dos de los líderes Uruguay y Ecuador.

Podría decirse que la gota que colmó el vaso fue la negativa de los clubes para ceder jugadores de cara a los Juegos Olímpicos de Río 2016. Las dificultades que el DT contaba para sumar futbolistas eran serias, al punto que debió postergar los entrenamientos con la Selección por tener sólo nueve jugadores confirmados de los 18 que se necesitaban para completar la lista. Eso, a pocas semanas del inicio de la competencia.

Pero también la acefalía que se vivía por esos días en la casa madre del fútbol y la falta de apoyo de la dirigencia, fueron determinantes para la decisión del DT.

La muerte de Julio Humberto Gondona, en julio de 2014, generó un caos político en la AFA, que en ese momento estaba a cargo de Luis Segura, el vicepresidente del organismo en el momento de la muerte de Don Julio. Segura era cuestionado y tenía limitada autoridad entre sus pares. Pero Martino no arribó de la mano de Segura: había sido elegido por Grondona antes de su muerte.

En el medio, se vivió el tragicómico episodio de la votación frustrada para elegir nuevo presidente entre Marcelo Tinelli y Segura, que dio como resultado un empate en 38 votos cuando se presentaron a sufragar 75 personas. Un hecho insólito, fiel muestra de que todo lo que pasaba en la calle Viamonte era poco transparente y rozaba lo bizarro. Más tarde llegaría la Comisión Normalizadora designada por la FIFA, a cargo del presidente de Belgrano, Armando Pérez, que no lograría “normalizar” demasiado las cosas.

Martino, tiempo después, se encargó de dejar en claro los motivos que lo llevaron a dejar la albiceleste: “Había una situación que tenía que ver con el compromiso. Yo no podía pretender que Juventus, Inter o Milan me cedieran jugadores. Sí esperaba que lo hicieran River, Boca, San Lorenzo, Independiente o Racing, que tuvieran compromiso para darme a los futbolistas. No poder armar un equipo para un Juego Olímpico te va empujando a tomar una decisión. Cuando se empieza a rozar tu dignidad no hay mucho para hacer o por lo cual quedarse”.

Y agregó: “Bielsa, Passarella, Pekerman o Sabella se fueron después de un Mundial, pero yo no llegué. No hubo ningún motivo futbolístico que me haya llevado a tomar esa decisión. Los entrenadores no nos vamos por perder dos finales, todo lo contrario, sino que buscamos la forma de poder estar en una nueva final. Llegar a las finales no es cuestión de todos los días, hay que hacer muchas cosas buenas. En dos años esos chicos jugaron 19 partidos entre el Mundial y las dos Copa América y no perdieron ninguno en los 90 minutos”, remarcó el Tata.

Su salida, lejos de aportar tranquilidad, desató más incertidumbre dentro y fuera de la cancha. Llegó Edgardo Bauza, al que echaron tras ocho partidos, y luego asumió Jorge Sampaoli, en el duro camino hacia Rusia 2018 que, como ya se sabe, terminó de la peor manera.