LOS ÁNGELES -- En tiempos de naufragio, Gerardo Martino insiste en aferrarse a un tablón podrido. En el 2021, de 13 partidos posibles, Rodolfo Pizarro ha participado en diez, con sólo siete juegos como titular, y un total de 495 minutos de juego, menos del 42 por ciento.
El promotor de Pizarro susurra a sus empotrados en los medios que podría regresar a México, y que Chivas y media docena de equipos más se lo pelean como oferta de Viernes Negro. La realidad es que en la Liga MX nadie va a pagar más de dos millones de dólares al año por una cigarra con fantasías europeas.
Rodolfo Pizarro es un jugador con notables virtudes. Regate corto, veloz, hábil, astuto. El futbol mexicano había estado esperando su consolidación, hasta que se hartó. Las eternas promesas tienen fecha de caducidad adscrita en su ADN.
La MLS lo acogió y se convirtió en el estandarte mediático del Inter Miami. Más allá de los tumbos de la franquicia, Pizarro, entre lesiones y baja de juego, se cayó del pedestal alucinante en que lo colocó el, de momento, desaparecido entrenador Diego Alonso.
“David (Beckham, zar del equipo), me prometió llevarme a Europa”, revoloteaba Pizarro, satisfecho ya con su salario de poco más de 40 mil dólares a la semana, que lo colocan, de momento, como el segundo mejor pagado de la plantilla, sólo detrás de Gonzalo Higuaín, quien goza de su retiro con Las Garzas Rosadas de la Florida.
¿Por qué, entonces, Martino ha dejado entrever que para él, en la selección mexicana, son Pizarro y una veintena más? Se lesionó Hirving Lozano ante Trinidad y Tobago y El Tata esperó a otra actuación gris, tirando a lo invisible, por parte de Pizarro, para llamarlo, después de que Nueva Inglaterra aplastara a Miami por 5-0 en otra exhibición del equipo de Beckham en el que las Garzas siguen moviéndose con la gracia de sus primos, los pelícanos.
El Tata sigue en esa antesala de la ingenuidad en la que estuvieron tantos otros entrenadores de Pizarro, esperando su gran despertar. Él sigue entre la pereza y la somnolencia. Facultades las tiene. Todos ven en él un Picasso, pero él se conforma con ser un grafitero daltónico.
¿Por qué Pizarro y no Javier Hernández? Cierto, Chicharito en este momento está metido en la cámara hiperbárica de la desesperación por parte del Galaxy. Pero, antes de la convocatoria final para la Copa Oro, gozaba de perfecto estado de salud.
Hoy, Chicharito sigue entre algodones. Greg Vanney no quiere precipitar a su hombre gol, quien ha sido rebasado ya en la tabla de goleo por el peruano Raúl Ruidíaz, con 11 anotaciones.
Para quienes se llenaron el buche afirmando que Martino había consultado con sus referentes en la selección, si convocaba o no a Javier Hernández, el mismo entrenador ya aclaró que no sometió a consenso de nadie y con nadie dicha convocatoria. Fue decisión suya, así como agregar al naturalizado Rogelio Funes Mori.
Poco a poco despuntan nuevos brotes en el terreno de las especulaciones sobre cómo y por qué Javier Hernández ha quedado segregado del Tri de Martino, bajo decisión compartida, en total acuerdo, con Yon de Luisa, presidente de la Federación Mexicana de Futbol.
Más allá de que Chicharito cayó de la gracia del dirigente en pleno Mundial de Rusia, Gerardo Martino rompió una lanza por el delantero. De hecho, aseveran personas cercanas al Tri, que el técnico argentino tuvo charlas personales con Hernández.
Martino le habría hecho énfasis a Chicharito en que lo necesitaba como el hombre fuerte del Tri, en todos los escenarios, de cara al Mundial de Catar 2022. Hicieron un pacto entre caballeros que el jugador no respetó durante y tras el brunch famoso en Nueva York, y sus consecuencias en San Antonio, con un par de damiselas empotradas prácticamente con las mismas deferencias que antes tramitaba para sus parejas, el mismo Javier Hernández.
Tras la monumental zacapela, el técnico se sintió traicionado. En todos sentidos. Y a partir de entonces, coludido con Yon de Luisa, determinó nunca más convocar al jugador del Galaxy, incluso, pese al espectacular inicio de la campaña 2021 de la MLS.
Martino aplicó el viejo proverbio: “si me mientes una vez, es culpa tuya; si me mientes dos veces, es culpa mía”. Para él, la primera vez que le mintió Chicharito pudo ser un error, pero, la segunda vez, fue una elección.
Es decir, más allá del hecho, más allá de la indisciplina, más allá de abusar de su fuero dentro del Tri, el jugador habría traicionado el pacto de buena fe entre ambos.
¿Merece Javier una nueva, una enésima oportunidad en la selección mexicana? Gerardo Martino no cree en ello, más allá del cambio radical que se ha operado en el jugador, con una disciplina de rigor y esfuerzo para mantener su mejor forma.
De hecho, que Chicharito siga bajo mimos en el hospital galáctico, en fase de rehabilitación, le permitió cómodamente elegir, nuevamente, al eterno proyecto Pizarro antes que al –aparentemente– redimido Hernández.
Javier Hernández, en otro afán por fortalecer públicamente su imagen de cambio y regeneración, salió incluso a bendecir la llegada del naturalizado Funes Mori, y a reiterar que no ha renunciado y no pretende hacerlo, de momento, a una convocatoria a la selección mexicana.
¿Habrá un acto de malicia de Martino por llamar a Pizarro cuando milita en la MLS al igual que Hernández? Imposible descartarlo. Por muy 'Tata' (padre o abuelo en Argentina) que bonachonamente sea, es un ser humano, expuesto a ser seducido por todas las micro revanchas posibles.
Así pues, queda claro que no fueron las habilidades escondidas de Pizarro las que borraron de la pizarra de Martino a Chicharito, sino la deslealtad a un pacto entre caballeros, con oficio de caballerangos.