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Empobrece el ajedrez del Tata Martino: tiene más peones que alfiles

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Rodolfo Pizarro se integra con la selección mexicana en Arizona (1:22)

John Sutcliffe con el reporte de la selección mexicana enfrentará a Honduras en los Cuartos de Final de la Copa Oro. (1:22)

LOS ÁNGELES -- Con Honduras como rival, las necesidades han cambiado, pero las urgencias ahí siguen para Gerardo Martino y la selección mexicana dentro de la Copa Oro.

Su equipo sigue chimuelo. La artillería sigue bajo observación. Con Hirving Lozano y Raúl Jiménez ausentes, Gerardo Martino debe replantearse toda la geometría táctica de su agrado.

Con las mejores soluciones posibles e inmediatas en Tokio, dentro de los Juegos Olímpicos, el entrenador sigue buscando jugadores que le permitan al menos lanzar a la cancha un cuadro con coherencia competitiva.

Es evidente que ha fracasado en el intento por conseguir que algunos de sus jugadores se ajusten a nuevas funciones en la cancha. Hay esfuerzo del grupo, pero el jugador, en general, suele ser reacio a los cambios que lo sacan de su zona de confort.

Orbelín Pineda no podrá hacer las tareas de Lozano, y termina, a veces eficientemente, haciendo lo que mejor sabe, lo que más le gusta y lo que el instinto le ordena. Sin duda, genera futbol, pero rompe con el esquema contemplado.

Encima, cuando tiene tiempo y espacio, en zona de media punta, no tiene el desahogo por izquierda que debía ofrecerle un Jesús Gallardo, muy atolondrado en esta Copa Oro, porque incluso el reacomodo ante El Salvador lo llevó asumarse al desconcierto en la segunda mitad.

Rogelio Funes Mori, quien se destapó con dos goles ante la improvisada selección de Guatemala, pasó desapercibido, entre errático, confuso y perplejo, ante El Salvador, debiendo ser sustituido. Hizo su tarea sin el balón. Marcaba zonas para relevos con sus compañeros o penetración de posibles rematadores.

Mientras tanto, Tecatito Corona sigue en esos claroscuros tan propios de su carrera. Un día organiza una fiesta por la banda, y marcando sus diagonales, y súbitamente se ofusca y se engolosina.

Ante El Salvador, fue el jugador con las ideas más claras, con la mejor visión para encontrarse con Orbelín, y entendiendo los movimientos de Funes Mori, pero en el segundo tiempo dejó de acercarse a Héctor Herrera, la conexión con Edson Álvarez la interrumpió El Salvador y terminó naufragando.

Como parche ha integrado a Rodolfo Pizarro, jugador que ha tenido un pobre torneo con el Inter Miami. Este jueves se integró a la concentración del Tri en Phoenix.

Con diferentes entrenadores, Pizarro ya ha jugado por izquierda. Su gambeteo y habilidad en corto, le hacen un jugador útil, rápido, pero siempre con problemas para finalizar la jugada afortunadamente. El miércoles fue sustituido en la humillación sufrida por Miami, al recetarle un 5-0 el New England, líder de la Conferencia Este.

El trabajo en media cancha se ve deteriorado por su defensa. Si Héctor Herrera intenta ir más al frente, a veces en sociedades cortas que poco generan, y además Edson Álvarez se empotra entre los defensas, como un quinto hombre, alerta tal vez por la fragilidad en el fondo, todo eso, como ocurrió por momentos ante Guatemala y El Salvador, termina fracturando la media cancha.

Empieza, por otro lado, Gerardo Martino, a identificar los problemas de formación de sus jugadores. Se trabaja en los días previos, pero el aluvión de amnesia en el partido mismo, lleva a reacciones desesperadas, como, por ejemplo, la tendencia de Edson para auxiliar a sus defensas, pero dejando metros libres en su zona.

Cuando sale al rescate del juego ante El Salvador un lateral derecho que en su equipo ha marcado siete goles en casi seis años, como el Chaka Rodríguez, y con un desvío del defensa contrario, es imprescindible preguntar cuándo y cuánto generan sus hombres de ataque.

Cierto, para que el Chaka llegara en esa plenitud a la zona para definir, fue determinante el movimiento de Tecatito, limpiando la zona y dejando la llanura limpia al pase de Héctor Herrera, pero con una complicidad enorme de Larín y Monterrosa, cuando ya el centro del área estaba congestionado por compañeros, capaces de tomar el relevo sobre Corona.

El problema para Gerardo Martino es que la claridad, la consistencia y la persistencia que otras veces mostraba la selección mexicana, se ha perdido. Es cierto, los cambios constantes en la alineación, que algunos revulsivos están en los JJOO y esa súbita amnesia tan propia del jugador mexicano, termina con actuaciones irregulares e inconsistentes, sin dejar de lado, que de repente, se baja la intensidad en la recuperación del balón y la desesperación genera desorden.

Afortunadamente para Gerardo Martino, las soluciones para el equipo, las tiene en trabajos especiales en los Juegos Olímpicos de Tokio, como fue evidente en el 4-1, este jueves, sobre Francia.

Entonces, finalmente, México podrá parecerse a la mejor versión que por momentos ha mostrado el Tri del Tata. Mientras más maduren los seleccionados olímpicos, contará con mejores alternativas de cada a la eliminatoria en el octagonal de la Concacaf.