Nacional vivió todo tipo de emociones en 2020, desde buenas rachas de resultados, pasando por decepciones que calaron hondo, hasta momentos de incertidumbre.
El 6 de enero, Gustavo Munúa comenzaba su segundo ciclo como entrenador del primer equipo. Empujado por el título obtenido por Álvaro Gutiérrez en las finales contra Peñarol, Nacional festejaba el primer Uruguayo de la era José Decurnex y se ilusionaba con seguir de largo y afrontar el año con tranquilidad. Luego de un primer pasaje que se vio cortado antes de tiempo, el exarquero regresaba al banco del Bolso tras su etapa en el fútbol español con la esperanza de presentar un fútbol más expresivo en su faceta ofensiva que el pragmático estilo directo de Álvaro Gutiérrez.
Ante la importante baja que significó la millonaria venta de Matías Viña a Palmeiras, llegó Ayrton Cougo; Munúa pidió un zaguero y un 5 y arribaron Miguel Jacquet -que terminó teniendo muy pocos minutos-, y Claudio Yacob, cuyo impacto se fue viendo disminuido con el paso del tiempo. Mathías Suárez también se vistió con la camiseta blanca, pero la incorporación más relevante terminó siendo la de Agustín Oliveros. A pesar de los fichajes, algunos de los refuerzos más relevantes vinieron desde sus divisiones inferiores: Alfonso Trezza, Renzo Orihuela, Emiliano Martínez, Santiago Cartagena o Joaquín Trasante (que si bien ya estaba en el plantel de Primera, debutó en 2020), formaron parte activa del plantel hasta fin de año.
El comienzo de Munúa fue muy complicado: perdió la Supercopa Uruguaya con un Liverpool que presentaba varios juveniles, cayó con Rentistas en el debut del Torneo Apertura, empató en la hora contra Cerro Largo en la fecha siguiente, e igualó con Wanderers en la tercera jornada. Las victorias en la CONMEBOL Libertadores le dieron aire al DT, pero caló hondo que dejara pasar la oportunidad de llevarse el clásico contra Peñarol tras jugar con un hombre de más por media hora.
Sin embargo, tras el clásico a la vuelta del parate por la pandemia, partido a partido, el equipo fue acumulando victorias gracias al empuje de la máquina de hacer goles que fue Gonzalo Bergessio en esa etapa. Con 12 tantos en 13 partidos, el argentino lideró al equipo y llevó al Bolso a recuperarse y a llegar a la definición del Apertura. Felipe Gedoz y Paulo Vinicius reforzaron al equipo; el primero apenas jugó y el segundo fue importante para suplir la baja por lesión de Guzmán Corujo en el Apertura. Aunque el Tricolor perdió la chance de sacar diferencias definitivas en las últimas dos fechas, puso un pie en la final contra Rentistas con las chances intactas de ser campeón. Pero el equipo de Munúa volvió a caer contra un equipo “chico” y perdió el crédito con los directivos, que resolvieron rescindir su contrato. Poco valió ser el primer equipo en el continente en clasificar a los octavos de final de la Libertadores, y que su última derrota por el Uruguayo había sido precisamente ante los Bichos Colorados en la primera fecha.
La decisión de la directiva Tricolor fue que Jorge Giordano, hasta entonces el secretario técnico del club, tomara el puesto de entrenador durante el Torneo Intermedio hasta que resolvieran quién sería el sucesor de Munúa. Giordano comenzó con un pleno de cinco victorias consecutivas donde mostró una defensa férrea, permitiendo un solo gol en contra en esa serie de juegos. Sin embargo, la derrota con claridad ante Danubio fue un punto de quiebre por lo superado que se vio el Bolso. Esta fue seguida por el empate 0 a 0 en la ida contra Independiente del Valle en la Libertadores, que si bien no era un mal resultado en los números, dejó la impresión de presentar a un Nacional demasiado defensivo. La misma cara se vio en el partido de vuelta donde, para evitar la caída de su arco, el Bolso contó con la presencia estelar de Sergio Rochet, principal figura de la segunda mitad del año. La clasificación a cuartos de final provocó una gran alegría en los hinchas, pero el rival a vencer era el peor posible: el River Plate de Marcelo Gallardo.
Ya clasificado a la final del Torneo Intermedio con anticipación, Nacional enfrentó al Millonario repitiendo esa actitud defensiva que había mostrado contra los ecuatorianos, pero el equipo del “Muñeco” se llevó un 2 a 0 que complicaba las chances de clasificar. Antes de la vuelta, se jugó el clásico postergado ante Peñarol, sin nada en juego más que el honor, y concluyó con una nueva derrota, empapada por los reclamos por el mal arbitraje y los encontronazos de los jugadores luego del pitido final. El ánimo para la vuelta contra River no era el mejor, pero Giordano salió con una actitud más ofensiva en el Gran Parque Central y el resultado fue catastrófico. La temprana expulsión de Rochet desarmó las ilusiones del equipo, que terminó perdiendo 6 a 2 como local, y despidiéndose de la Libertadores con un golpe tremendo.
La suspensión de la final del Intermedio contra Wanderers hizo que el cierre del 2020 para Nacional en la cancha fuera con estas pesadas derrotas, pero un escándalo de indisciplina en el hotel donde concentraban los futbolistas, descrito por el diario El País, caldeó aún más el ambiente en el Tricolor. Primero en la Anual, finalista del Apertura y del Intermedio y habiendo caído en cuartos de final de Libertadores contra el equipo más fuerte del continente, podría haber sido un fin de año sereno para el Bolso, pero la directiva deberá lidiar con transmitirle calma a los hinchas y con determinar si Jorge Giordano seguirá siendo el DT en el Clausura.
La buena cara del 2020 la dieron los juveniles, que demostraron que hay una generación en ciernes a la que le sobra talento y actitud para adueñarse del primer equipo. Las ventas durante el año de Renzo Orihuela y Santiago Rodríguez al Grupo City le dieron aire a las arcas del club, por lo que la principal preocupación de los jerarcas de Nacional estará puesta en apagar los incendios surgidos a fin de año y diagramar cómo será el equipo que buscará retener el Campeonato Uruguayo.