<
>

¿De California a Montevideo? Danika tiene sangre de campeona y sueña con ponerse la Celeste

"Sencillamente, el fútbol está en mi sangre", explicó con determinación Danika Pérez, de 13 años, a ESPN cuando se le consultó sobre su particular deseo. Nació en Estados Unidos, no habla español y nunca puso un pie en suelo uruguayo, pero invierte todo su empeño hacia una meta clara que entiende como su destino: jugar en la selección uruguaya femenina.

Desde que pisó una cancha de fútbol por primera vez, quedó enamorada de ese deporte y quiere convertirlo en su forma de vida. Aunque más que un deseo, para Danika es un estricto plan diagramado por el que trabaja a destajo cada hora de cada día. Con la mentalidad de los grandes atletas, la joven que actualmente juega en el City SC del condado de San Diego, California (equipo que hasta hace poco estaba bajo el patrocinio de Los Ángeles Galaxy y que funciona como una academia de la que la selección de Estados Unidos se alimenta como cantera) entiende que su camino y el de la Celeste tienen que cruzarse más allá o más acá, como ya lo hizo esta gloriosa camiseta con su familia en el pasado.

Danika es hija de Mike, cuyo padre uruguayo se mudó a EE.UU. antes de que él naciera. Y este abuelo de la niña -que era originario de San Bautista, Canelones- era un gran apasionado por el fútbol, así como sus hermanos y sobrinos y trasladaron su fervor hacia Norteamérica. Sin embargo, su vínculo más fuerte con el fútbol uruguayo está pintado de dorado: un tío de la abuela de Mike era el "Canario" Victoriano Santos Iriarte, campeón de la Copa del Mundo en 1930, donde fue titular en todos los partidos y marcó dos goles, uno de ellos en la final contra Argentina.

"Yo no lo sabía, ni tampoco mi padre hasta el pasado setiembre cuando se murió mi abuelo y revisando archivos descubrimos eso. Había escuchado historias de que mi pariente había jugado al fútbol, pero no sabíamos quién era", comentó Danika con su tono californiano, y agregó: "Es una inspiración, quiero llegar a ese nivel como él".

Nacida para ganar

Danika sueña detrás de la pelota desde los cinco años. Era una niña hiperactiva que siempre estaba llena de energía y le encantaba correr, así que la metieron a jugar al fútbol. "Desde que pisé la cancha por primera vez, me encantó. Nunca me perdí una temporada. En algún momento, mis padres me dijeron que no era para mí pero les dije que era lo que quería hacer. Probé jugar al softball, y otros deportes pero con ninguno conecté como con el fútbol", explicó la joven. Cuando era más chica, vivió un tiempo en Alabama, donde jugó en un equipo mixto y siempre era la figura de la cancha. Ya de vuelta en California, antes de City SC, jugó en el Vista Storm de forma recreativa, aunque un entrenador vio que tenía madera para hacerlo a nivel competitivo. Luego de tres años, se probó en LA Galaxy SD (ahora llamado City SC) junto a otras 80 niñas que peleaban por tres vacantes en el plantel y fue una de las seleccionadas.

Habitualmente se desempeña como centrodelantera o puntera, y destaca por su velocidad, el uno contra uno y su resistencia, pero más que nada por su actitud dentro de la cancha. "Tengo una mentalidad que no me permite rendirme y siempre quiero aprender algo más", señaló. El camino hacia el profesionalismo siempre es duro, pero la meta tiene su completa dedicación. "Tengo muchos amigos y a veces tengo que decirles que no puedo pasar tiempo con ellos porque si voy a llegar a donde quiero llegar en el fútbol, tengo que entrenar, tengo que olvidarme de las fiestas de cumpleaños, de la iglesia y esas cosas. Tenés que poner tus prioridades en orden y para mí son el estudio y el fútbol", mencionó.

Su padre le inculcó el amor por la selección uruguaya, pero ni siquiera él llega a comprender el nivel de fanatismo de su hija. "Ella es demasiado apasionada por Uruguay, más de lo que pensé. Fuimos a ver a la selección contra México en Arizona por la Copa América Centenario y tengo fotos de ella llorando porque había perdido Uruguay y quería que salieran campeones. Le pasó lo mismo en el Mundial de Rusia en la derrota contra Francia. Es su pasión", contó Mike.

Mike entiende que el amor de Danika por la Celeste se debe a que sus primeras experiencias con el fútbol estuvieron relacionadas con Uruguay, a partir de ver los videos de Enzo Francescoli, Álvaro Recoba o Diego Forlán que él le mostraba, aunque como no estaba seguro de qué posición iba a desarrollar su hija en la cancha "también le mostraba videos de Paolo Montero en caso de que quisiera jugar de defensa para ser así de fuerte", contó, entre risas.

El sentimiento de la joven por la tierra de su familia no tiene que ver con las camisetas de los grandes del fútbol uruguayo. Si bien Mike es hincha de Nacional, como lo era su padre, Danika le tomó cariño a Peñarol por ir a verlo cuando jugó contra Los Angeles FC en enero de 2020, sumado al hecho de que sus admirados Diego Forlán y Facundo Pellistri estuvieran allí, y también porque es el club de su jugador favorito, Brian Rodríguez. "Esto parece haberla alejado de ser una verdadera hincha de Nacional", dice entre risas su padre, que todavía no pierde la esperanzas.

Si bien el padre de Danika tampoco vivió en Uruguay, y aunque lo hace con un claro acento americanizado, habla perfectamente español gracias a su padre y a que ya desde niño viajaba hacia el Río de la Plata dos veces por año a visitar a su familia. Ahora, ante los planes de su hija, dijo que no tendría problema con que ella viajara al país a estudiar y conocer, y que si la cosa va sobre ruedas, se instalara aquí. Incluso, contó que su idea en Estados Unidos siempre ha sido trabajar y lograr una solvencia económica para mudarse a Uruguay y disfrutar de la vida en esta parte del mundo.

Danika ya está aprendiendo español en su colegio, pero quiere comenzar con lecciones personalizadas y dedicar todo su tiempo libre a esa tarea. "Desde que me di cuenta que el fútbol era un deporte de verdad, una posibilidad de carrera, solamente miro fútbol. Cuando me enteré que en Uruguay había una selección femenina, dije: 'quiero ir ahí, es de dónde es mi familia'. Me acuerdo que mi padre me decía: 'no creo que quieras ir a jugar a la selección uruguaya, porque la estadounidense es mucho más fuerte', y no me importaba eso, yo decía que yo podía ser la que la hiciera mejor. Quiero llegar a Uruguay, quiero aprender español, quiero hacer lo que sea para llegar a ese punto", comentó.