<
>

Historias mínimas: el Lado B del US Open y un relato argentino en Asia

Como es habitual, en ESPNtenis.com repasamos las historias paralelas de la semana tenística. Detalles, curiosidades, frases destacadas y todo el color del circuito.

EL MANUAL AZARENKA
Por cuarto año consecutivo, Victoria Azarenka tuvo a los cuartos de final como piso en el Abierto de los Estados Unidos. Pero en su recorrido 2015, hubo un punto de ruptura agregado: el cruce de tercera ronda con Angelique Kerber, que se llevó en casi tres horas, con 35 rallies de al menos 15 golpes y un total de 97 winners entre ambas.

“Sacar adelante un partido como este es doblemente satisfactorio. La intensidad, la sensación de batalla, la energía. Todo se termina reduciendo a una cuestión mental. Y hoy siento que puedo superar cualquier obstáculo en la cancha”, se entregaba Azarenka días después, ante repreguntas que no dejaban ir el atrapante duelo de primera semana.

Hasta que una consulta puntual lo cambió todo: “¿Puede decirse que fue uno de esos partidos donde, si te hubiera tocado perder, habría sido más fácil asimilarlo?”. La bielorrusa no quiso saber nada: “A ver. Está buenísimo que se den este tipo de partidos, pero para mí solo sirven si gano. Lo que me preguntas es irrelevante. Nunca en la vida me lo pondría a pensar”. E insistió: “Honestamente, mientras yo gane no me importa demasiado todo lo demás. En tanto me dé la chance de jugar otro partido en el torneo, suficiente para mí”.

En la misma línea, Azarenka se desligó de la doctrina del “nada que perder”, que, por caso, Simona Halep llevara a niveles extremos en esta gira: “Todos tienen algo que perder. Puntos, plata, oportunidades en el cuadro. Es solo una manera de sacarse presión. Pero yo particularmente amo esa presión. La sensación de dar la talla en el momento más difícil. Es lo que me hace ser mejor”. Y la historia se cerró con derrota ante la rumana, pero otro intercambio gráfico:

-¿Te sientes decepcionada por no clasificarte a Singapur?
-¿Eh? ¿Acaso no tengo chances aún de entrar?
-Ah, sigues con perspectivas de jugar el torneo...
-Y sí, ese es el objetivo...

“Yo no tengo dudas de mis habilidades. Contra Simona tal vez no tuve suerte en algunos puntos. Pero la suerte en este deporte no tiene nada que ver. Una debe armar su propio camino. Y yo estoy en el camino correcto. No voy a sentarme a buscar excusas o lamentar mi mala suerte con el sorteo. Esto es como es. Y nada ni nadie en este mundo va a poder ponerle límites a lo que quiero lograr”. Queda claro, Vika.

CON PUNTOS Y CONFIANZA, ENTRE RANAS Y PULPOS
Una cosa es tener afinidad con las canchas de cemento. Otra, muy distinta, es sumar buenos resultados ante jugadores que han nacido en esa superficie. Algo de eso intentó Marco Trungelliti. El argentino partió hacia la gira asiática en busca de puntos ATP y buen nivel.

"De antemano, había dos problemas: uno el costo del pasaje y la otra es no venir solo. Es importante estar con alguien porque es un mundo distinto", le comentó a ESPNtenis.com. ya en Nanchang, China. "Al haber pasado por Interclubes de Europa el costo del vuelo no fue tan alto. Y hablé con Matías Castro, un amigo. Es el primero que se me ocurrió por lo que suelen ser sus giras. Estuvo decidido a jugar las quallies". Acompañado por un verdadero trotamundo, el primer paso estaba dado para el entrenado por Gabriel Markus (único argentino en vencer a Pete Sampras) y Francisco Cabello (recordado por haber derrotado a Wayne Ferreira en condición de Top 10).

El desafío no era simple, tras una reciente operación de una hernia inguinal: "Ya no podía entrenar". Pero había confianza: "Si bien hay muchos que siempre jugaron en cemento, empecé a creer un poco más en mis capacidades y mi juego acá se adapta un poco más".

Todo esto, a pesar de no encontrar pastas o carnes rojas en los supermercados: "Hay que venir abierto de mente para que la cosa funcione. Pasan situaciones muy básicas como no encontrar pastas o mis adorables cápsulas de café (risas). O ver ranas vivas bien grandes o carne sin refrigeración que la gente igual compra. Uno ve pulpos vivos en la mesa, ellos le ponen una salsa y lo comen. Y está vivo eh. De esas experiencias hay un montón. Es chocante. Pero hay que adaptarse, nosotros somos los visitantes".

Aun así, el cálculo ya es positivo para el santiagueño: final en Bangkok y semifinal en Shanghai, ciudad de 23 millones de habitantes y en la que casi no se ve el sol a causa de la contaminación, para meterse en el Top 200 por primera vez. Y tiene sus razones: "Es un continente como para jugar bien al tenis porque, a pesar de ser Challengers, están acostumbrados a atender muy bien al jugador. Los hoteles tienen una calidad muy alta y siempre a disposición del jugador independientemente de quien seas".

Para el cierre, una reflexión, de la que bien podrían tomar nota los organizadores de los torneos, muy útiles para el corto plazo del tenista; pero no siempre para el mediano: "Es un continente que no miramos, pero las giras en Sudamérica suelen variar mucho. En un torneo hay altura, en otro cambian las bolas, en otro es más rápido, en otro más lento... No facilita el tenis. Es algo que coincidimos todos: te puede ir bien o mal pero termina la gira y no sabés si estás jugando bien o no. Cuando las condiciones de los torneos son similares, aun perdiendo en primera ronda, al final de la gira terminás jugando bien y eso a la larga termina trayendo buenas sensaciones".

ARMONÍA FEDERER
"En los comienzos me molestaba mucho ir a entrenar. No tenía ganas de ir a pelotear 45 minutos por rutina y no disfrutarlo. Tuve muchos momentos así. Tampoco sabía perder. Me daba bronca y me ponía a llorar. En un punto todo se volvió embarazoso...". Quien firma los recuerdos no es otro que Roger Federer, siempre abierto a su pasado rebelde en el circuito. La cita, en efecto, tiene varios meses. Pero sumó otra historia en Nueva York...

¿El disparador? Los innumerables momentos de presión ante John Isner, en octavos. Y un enfoque interesante: "Ante John se hace todo cuesta arriba si no aprovechas tus chances. Pero yo trato de mantenerme fuerte mentalmente en esos momentos y tomarlo con relajación. Digo, si pierdo un punto, bueno, es un punto. Es lo mismo un ace, que un horrible error o una gran pelota del rival. En cualquier caso, es un punto, no vale 10. Lo importante es mantener la calma. Creo que a la larga uno puede rendir mejor en un partido si se abstiene de gritar y cerrar el puño todo el tiempo... es solo cuestión de administrar la energía".

Del recurso, al contraste. Porque no siempre fue así de fácil para Roger ejercer el autocontrol... "Siento que es algo que se fue generando en mí, en cómo me fui hallando como jugador y en lo que me hace sentir cómodo. Creo que una vez que encuentras esa armonía, esa confianza, es donde empiezas a mostrar tu mejor tenis".

Pero para ilustrar su punto el suizo volvió a remarcar un episodio concreto, allá por Hamburgo 2001, y con un argentino del otro lado de la red: "Hubo un partido con Squillari que me enfureció haber perdido. Todo anduvo mal ese día. Recuerdo que en el match point fui a buscar una volea, pegué y no veía dónde había caído la pelota. Luego bajo la mirada y la encuentro cerca mío, en el piso. Me frustró tanto que al llegar al banco destrocé la raqueta. Y automáticamente me dije: 'Bueno, ya está, esto es suficiente. No puedo seguir tolerando esta actitud'. Ese fue sin dudas un momento de cambio para mi carrera".

Y el ajuste fue estructural: "Tiempo después casi que el problema era que me había vuelto demasiado inexpresivo", cuenta en el libro Roger Federer - The Greatest, de Chris Bowers. "Tenía las ganas, la motivación. Pero no lo podía exhibir de ninguna manera, porque justamente eso era lo que internamente estaba tratando de controlar. Tal vez me hizo perder algo de tiempo en esos años, pero mirando hacia atrás siento que fue muy importante para mí"

EQUIPO COMPLETO
Durante la primera semana del US Open, Donald Young fue noticia por partida doble. En lo deportivo: tres buenas victorias camino a octavos, dando vuelta dos partidos que había comenzado 0-2 en sets. Y ante rivales de jerarquía: Gilles Simon, en primera ronda; Viktor Troicki, en tercera. Y ese avance trajo atención a lo periférico. Acaso resumido en la siguiente pregunta: "¿Es una hoja de marihuana lo que lleva Young en su remera?".

Bueno, no. Obviamente no. El estadounidense fue la cara elegida por una marca japonesa para reinsertarse en el circuito. Y su logo (una hoja de arce, similar a la de la bandera de Canadá) enseguida se prestó a la confusión. Marketineramente fértil confusión.

Lo cierto es que, en su segunda semana en Nueva York, el vestuario de Young volvió a ser noticia. Pero por otros motivos: "¿Qué tal llegar a tu locker y que todas tus zapatillas hayan desaparecido?", tuiteó en la previa del cruce con Stan Wawrinka. "Por suerte el espíritu de lucha no viene en el calzado", se alentó enseguida.

En conferencia, reconstruyó la historia: "Después de mi partido con Troicki vine al vestuario, abrí mi locker y estaba vacío... Según parece, alguien dijo que yo ya había sido eliminado del torneo, los muchachos pensaron que me había ido a casa y decidieron llevarse algunos souvenirs. Al menos esa es la versión que me hicieron llegar". Lo curioso es que, después de su bronca pública en redes sociales, "mágicamente reaparecieron algunas cosas".

Claro que para entonces ya se había puesto en marcha un operativo para conseguir calzado adecuado. Y la ayuda llegó dentro del torneo: "Taylor Townsend, con quien jugué dobles mixto, contactó a una empresa y fue un poco la que me consiguió los pares para jugar. Fue una linda sensación por fin tener algo en los pies...". Wawrinka se mostró incrédulo ante la situación y remató con rapidez: "Juro que nadie de mi equipo tuvo nada que ver...".

CIRCUITO FAMILIAR
Mientras Serena Williams estuvo en carrera en Nueva York, el ruido mediático en el US Open solo circuló alrededor de la chance del Grand Slam de calendario. Excepto cuando una rival le peleó el protagonismo en la previa: otra Williams, claro.

Es que el Serena-Venus de cuartos de final despertó un interés como hace tiempo no ocurría. Como si fuese la primera vez que les tocara enfrentarse, en definitiva, y no el 27° episodio de un historial que comenzó hace ya más de 17 años. Acaso por la chance que tenía la N°1 y por el nivel que venía mostrando la hermana mayor, en su mejor US Open de los últimos cinco años...

"Tenemos el mismo estilo, compartimos entrenador por un largo tiempo. Es como jugar contra un espejo, realmente", ilustraba Serena antes del encuentro. "En cualquier caso, creo que Venus y yo somos la prueba de que dos rivales pueden ser enemigos dentro de la cancha y tener una excelente relación por fuera".

Claro que el asunto no era fácil de proyectar para el resto. "Yo no me imagino jugando contra un hermano", opuso Novak Djokovic, que tiene dos peleando su lugar en el circuito. "En un sentido las admiro por eso. Yo no sé si podría manejarlo". Roger Federer se manifestó en la misma dirección y celebró "no tener hermanos en este deporte". Incluso la propia madre de Venus y Serena bromeó en la previa: "¿Qué voy a hacer durante el partido? Probablemente quedarme en casa. O ir de shopping, tal vez".

Isha, otra de las hermanas, tampoco quiso arrojar un pronóstico en la previa, pero destacó que "lo que nunca va a cambiar es el lazo que ellas tienen". E incoporó un interesante contexto al asunto: "Nosotras crecimos muy unidas. No teníamos muchos amigos. Éramos cinco hermanas y sus padres. Eso ya es demasiado para una sola casa. Pero a la vez éramos todo lo que teníamos. Llevó tiempo para cada una de nosotras entender que el mundo no era eso".

LOS NUEVOS MOSQUETEROS
Para los franceses, la unión hace la fuerza. Así viven y sienten cada cita de Copa Davis. Y así lo viven también en el circuito. Nicolas Mahut, de 33 años, y Pierre-Hugues Herbert (24) crearon una fusión especial y vaya si dio sus frutos. "Valoro mucho que él me vino a buscar cuando yo no tenía ranking", dijo éste último. Claro, en 2014, el experimentado Mahut fue a la búsqueda de su compatriota, ya en enero fueron finalistas del Abierto de Australia y ahora disfrutan al ser la primera pareja de Francia que ganó el US Open.

Mahut logró 10 torneos en dobles y perdió otras 9 finales, siempre con compañeros galos. Para Herbert, sin tanto rodaje, se trata del momento de disfrutar semanas soñadas, ya que en la previa a Nueva York jugó su única final en single, en Winston-Salem. Consultados por el hecho de que nunca otros franceses habían obtenido ese título, la referencia a los históricos Mosqueteros fue inevitable.

Los Lacoste, Borotra, Cochet y Brugnon "estuvieron" en Flushing Meadows. "Se siente distinto por ser los primeros. En realidad uno siempre piensa en que los Mosqueteros lo pudieron hacer", contó Herbert. Mahut lo miró y lanzó entre risas: "¿Los reales o los nuevos? Es genial, porque ellos jugaron muchas semifinales, nunca ganaron y nosotros lo pudimos hacer de una. Nos divertimos. No pensábamos en el posible título; solo queríamos jugar y pasarla bien y terminamos así".

La sensación es tremenda. "Estoy muy feliz. Nuestro objetivo era ganar un Grand Slam este año y ahora vamos a tratar de conseguir otro", agregó el "veterano" de la dupla. Su compañero todavía se pellizca para comprobar si esto es cierto. "Se siente increíble. El año pasado él creyó en mí y me dijo: 'Vamos a jugar un año'. Le estoy muy agradecido. Yo creo que todavía no entendemos lo que está sucediendo". Y Mahut remató: "Yo recuerdo que se decía que Yannick Noah y Henri Leconte debían ganar la final en 1985, pero no se dio. Esto es bárbaro. Es un privilegio y queremos celebrar".