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Los mejores momentos

Seguro, el cinismo está de moda en estos días -- tanto así que es fácil olvidar la razón por la que disfrutamos el seguir el béisbol en primer lugar. Entonces llega uno de esos momentos como el de Kevin Costner en el maizal y nos devuelve la perspectiva.

Los cuadrangulares para acabar partidos y los debuts brillantes logran finales felices, pero las historias para sentirse bien proveen un toque de humanidad que no pueden ser celebradas con un pastel de crema de afeitar en la cara. Algunas veces es menos acerca del béisbol que el juntarse con la familia, o conseguir un triunfo personal luego de una lesión o alguna clase de tropiezo.

En la edición de esta semana de los 9 Abridores, reflexionamos sobre nueve momentos de la temporada 2010 de Grandes Ligas que dejaron un grato recuerdo y buenas memorias que durarán más allá del pizarrón de anotaciones. Algunos de los eventos apenas generaron titulares, pero eso no los hace menos importantes o inspiracionales.

En caso que se lo estén preguntando, no hay referencias a los exabruptos de Nyjer Morgan, el divorcio de los McCourt, las finanzas de los Marlins de Florida, las asistencias de los Rays de Tampa Bay, la siesta en el camerino de Ken Griffey Jr., los arranques de ira en el dugout de Carlos Zambrano, los asuntos legales de Roger Clemens, el maratón de problemas en mayo de Hanley Ramírez, la pelea en el dugout de Chone Figgins-Don Wakamatsu, los fanáticos de los Filis que vomitaron en sus compañeros de asiento, las patadas de karate de Johnny Cueto, las negociaciones contractuales de Bryce Harper o la efectividad colectiva de los Piratas de Pittsburgh. Esta es estrictamente una zona libre de Francisco Rodríguez.

Armando Galarraga

Galarraga

Jim Joyce

Joyce

Jim Joyce y Armando Galarraga

Es raro que quizás el momento más memorable del 2010 provenga de un lanzador con marca de por vida de 20-18 y un árbitro que acababa de comete su peor error en 24 temporadas en las mayores, pero eso fue lo que sucedió en la noche del 2 de junio en Detroit. Mientras Joe West chocaba cabezas con los Yankees, Medias Rojas y Medias Blancas esta temporada y Brandon Phillips hizo aparente su antipatía contra los Cardenales de San Luis, Jim Joyce y Armando Galarraga encontraron de alguna manera la forma de hacer las paces.

Luego que Joyce fallara en una decisión en un rodado conectado por Jason Donald para arruinar el juego perfecto lanzado por Galarraga, el lanzador habría tenido razones para lanzar su guante al suelo por su enojo. El oficial se habría encuevado en los vestidores y se habría abstenido de contestar preguntas o habría reaccionado a la defensiva. El manager Jim Leyland pudo haber sucumbido a la decepción y habría lanzado a los fanáticos de los Tigres en un frenesí por el fallo. Pero nada de esto ocurrió, y los principales actores en el incidente proveyeron una lección en cuanto a lidiar con u mal resultado y seguir adelante.

Cuando Galarraga y Joyce se juntaron al día siguiente para intercambiar las tarjetas de las alineaciones, los ojos del oficial se aguaron y el lanzador respondió con una palmada de entendimiento pero a la vez de apoyo en la espalda. Los Tigres le regalaron a Galarraga un auto Corvette color rojo en honor de su juego casi perfecto, y los fanáticos de Detroit le dispensaron a Joyce un caluroso aplauso. La vida no es siempre justa. Pero el profesionalismo y la manera de aceptar las cosas hacen los momentos dolorosos más fáciles de digerir.

"Ese fue uno de los mejores momentos que yo haya visto jamás," dijo el antesalista de Detroit Brandon Inge al portal MLB.com. "Lo que distingue esto del resto es que probablemente sucedió en un momento que demostró el deportivismo absoluto de ambos. … Galarraga y Joyce son dos verdaderos caballeros, punto, en la manera en que se comportaron ambos. La gente siempre recordará eso. Nunca lo olvidaré."

Dallas Braden

Braden

La celebración del juego perfecto de Dallas Braden

La esquiadora Skier Lindsey Vonn sollozó en los brazos de su esposo luego de ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Invierno. Phil Mickelson compartió el júbilo de la victoria en el torneo Masters con su esposa, Amy. Y en un soleado Día de las Madres en el norte de California, el lanzador de Oakland Dallas Braden celebró el momento más grande de su vida profesional con un abrazó con su abuela.

Braden, quien fue noticia en abril cuando arremetió contra Alex Rodríguez por cruzar la loma del lanzador en su camino por el cuadro interior, alcanzó un nuevo grado de fama el 9 de mayo contra Tampa Bay, cuando lanzó el 19º juego perfecto en la historia del béisbol.

Braden saboreó el logro en un abrazo con su abuela, Peggy Lindsey, una mujer que tuvo un profundo impacto en su vida desde sus años formativos. La madre de Braden, Jodie Atwood, falleció de cáncer cuando él estaba en secundaria, y fue Lindsey quien le enseño valores y lo ayudó a encaminarse por el camino correcto evitando problemas en su natal Stockton, Calif.

"La gente me pregunta, '¿Qué le dijiste a ella?'" dijo Braden en entrevista por TV. "Esa fue la razón para el abrazo, porque realmente no hay palabras para expresar como me sentía y cuanto significaba para mí el que ella estuviese allí conmigo. Yo no habría estado allí en ese día si no hubiese sido por ella."

John McDonald

McDonald

El tributo en el Día de los Padres de John McDonald

John McDonald estaba pasando por un momento de luto cuando entró al camerino de los Azulejos de Toronto la mañana del 19 de junio. Su padre, Jack, había fallecido de cánce de hígado cuatro días antes, y McDonald había vuelto el día anterior del funeral en su hogar en Connecticut. Decidió jugar porque el Día de los Padres se acercaba y él sabía que su padre lo habría querido de esa manera. En sus últimos días, cuando Jack McDonald estaba en el hospital en condición grave, él le dijo a su hijo, "Batea tu próximo cuadrangular para mí."

McDonald, un poco utilizado jugador sustituto de los Azulejos, recibió el llamado del manager Cito Gaston en la novena entrada en la apabullante derrota sufrida el Día de los Padres ante San Francisco. Se paró en la caja de bateó y conectó el segundo lanzamiento de Jeremy Affeldt encima de la cerca para un cuadrangular de dos carreras.

Mientras McDonald terminaba de correr las bases, apuntó al cielo en honor a su padre. Entonces entró al dugout, donde fue rodeado por sus compañeros. Sería una escena, sin importar quien hubiese conectado el jonrón, pero McDonald es universalmente reconocido como una de las personas más amables en el béisbol. Es de un calibre similar al de Jim Thome. Así que sus compañeros de los Azulejos se sobrecogieron de la emoción.

"Lloramos en el hombro del otro por unos buenos 30 segundos," dijo el jardinero de Toronto Vernon Wells a los reporteros.

Tres meses más tarde, McDonald no pudo evitar pensar que la intervención divina estaba presente. Se había perdido casi un mes mientras atendía a su padre enfermo, y su única actividad de béisbol consistía en entrenarse con un equipo local de una secundaria.

"Yo no bateo cuadrangulares con lanzamientos rompientes," dijo McDonald. "Alguien me estaba ayudando a sacar esa pelota del estadio."

El cuadrangular no pudo traer de vuelta al padre de McDonald, pero si le dio a la familia una distracción de la angustia de la tragedia. Entonces sucedió algo gracioso: McDonald conectó un cuadrangular como emergente contra Jon Lesterde Boston, un sobreviviente de cáncer. Entonces apareció en la radio de Boston para hablar sobre su padre en el telemaratón de Jimmy Fund y bateó su tercer cuadrangular de la temporada ante Michael Bowden de los Medias Rojas. McDonald entró a la temporada con 13 vuelacercas en 1,713 turnos al bate. Esta temporada tiene seis en 114 turnos. Y todo comenzó con ese inexplicable batazo ante los Gigantes.

"Cada vez que juego contra un equipo nuevo, tengo a alguien que viene donde mí y me habla sobre mi padre y me dice que van de vuelta a la internet a observar el cuadrangular," dijo McDonald. "Definitivamente sigue siendo emocional, pero es más emocional en un sentido alegre.

"Joe Girardi ha pasado por esto con su familia, y me dijo, 'Honra a tu padre al salir a jugar el juego de la manera que sabes hacerlo. Juégalo duro, y estarás en un buen lugar y tu papá estará contento.' Eso me chocó. Seguiré haciendo eso."

John Lindsey

Lindsey

John Lindsey recibe el llamado

El receptor de los Tigres Max St. Pierre es un retrato a la perseverancia. Pasó 14 años en las menores antes de ganarse una promoción en septiembre hacia Detroit -- donde jugará para un manager, Jim Leyland, quie sabe mucho acerca de la vida en los arbustos.

Pero St. Pierre no fue el ascenso más enternecedor del 2010. Ese honor le corresponde al primera base de los Dodgers de Los Angeles John Lindsey.

Lindsey se ganó su puesto en las mayores, bateando .353 con 25 jonrones y 97 remolcadas para el equipo Triple-A Albuquerque esta temporada. Pero había pasado por suficientes decepciones para saber que las oportunidades no llegan tan fácil. Había jugado 16 años y amasó 6,342 apariciones al plato en liga menor cuando el manager de Albuquerque Tim Wallach le dijo que se uniría al equipo grande en San Diego. La relevación le chocó con tanta fuerza, según dijo Lindsey, que "se me aflojaron las piernas."

De seguro, Lindsey es un sobreviviente. Firmó su primer contrato profesional con Colorado al ser seleccionado en la 13ª ronda del sorteo del 1995 -- el mismo año que los Rockies utilizaron su selección de primera ronda para escoger a Todd Helton, quien tiene cinco apariciones en el Todos Estrellas y que ya ha acumulado 2,232 hits de por vida en su résumé.

Los compañeros de Lindsey en los Dodgers le han mostrado su apreciación por su persistencia. Jamey Carroll y Ryan Theriot se llevó a Lindsey y su compañero novato Russ Mitchell a un centro comercial en Houston y les compró nuevos trajes, y el manager Joe Torre le regaló la tarjeta de la alineación de ese primer partido como un souvenir.

"Si conoces a John Lindsey, sabrían la razón por la que se merece esta oportunidad," dijo el gerente de los Dodgers Ned Colletti. "Además de tener una gran temporada en Triple-A, ha pagado todas sus deudas, y algunas otras más."

A sus 33 años, Lindsey fue el jugador no asiático más viejo e hacer su debut en Grandes Ligas desde que Alan Zinter debutó con los Astros a sus 34 años en el 2002. Lindsey añadió el punto final a su actuación cuando conectó sencillo ante Nelson Figueroa de Houston para su primer hit en las mayores con su familia completa en las gradas.

"Fue increíble," le dijo Lindsey al diario local de su ciudad natal en Mississippi. "Se sintió justo como cuando conecté mi primer hit en el béisbol de Dixie Youth en Hattiesburg."

Rocco Baldelli

Baldelli

El intento de regreso de Rocco Baldelli

In 2002, Carl Crawford y Rocco Baldelli estaban unidos por la cadera como los jardineros jóvenes y atléticos en Tampa Bay. Crawford, el ex reclutado para football en Nebraska, posería una increíble combinación de forma física y velocidad. Y la revista Baseball America describió a Baldelli, su Jugador del Año en Liga Menor, como el "paquete total, y mejorando."

Ocho años más tarde, Crawford tiene cuatro Juegos de Estrellas en su résumé y un potencial contrato de nueve cifras en su agenda invernal. En contraste, Baldelli enfrenta un futuro nublado en el deporte. Acaba de cumplir 29 años, y tiene un gran total de 387 turnos al bate desde 2007. Pero todavía tiene tendencia a lo dramático.

La carrera de Baldelli se ha visto afectada por las lesiones y por una condición médica que lo lleva a la fatiga crónica, y se sentó en el mercado de agentes libres sin encontrar empleo. Los Rays lo trajeron al entrenamiento primaveral como instructor especial, y firmó un contrato de liga menor en julio y logró labrarse su camino con paradas en Clase A Charlotte y Triple-A Durham antes de la expansión de los rosters en septiembre.

Baldelli regresó a Tampa con un cuadrangular como emergente contra Mike González de Baltimore con el primer swing de su temporada 2010 de Grandes Ligas. Donde eventualmente lo llevará, eso nadie lo sabe. Pero si ha dejado algunas memorias indelebles en su propio camerino.

"Me siento muy bien por este tipo," le dijo Evan Longoria a Marc Topkin del diario St. Petersburg Times. "Él es un profesional en todos los aspectos. Solo la persistencia pura de su viaje a través de las Grandes Ligas y en las menores, y su sube y baja. No puedo hacer nada más que felicitarlo."

Trevor Hoffman

Hoffman

El rescate 600 de Trevor Hoffman

Los compañeros de Hoffman no son los únicos que lo tienen en alta estima. La leyenda de los Cerveceros Robin Yount escuchaba por radio el partido que significó el rescate 600 de Hoffman, y se sintió lo suficientemente movido como para tomar el teléfono y felicitar personalmente a Hoffman.

"Eso fue bien bonito," dijo Yount. "Obviamente soy fanático de los Cervceceros, y fue bien bueno escuchar esto. He estado en los camerinos lo suficiente para conocerlo un poco, pero desearia haberlo conocido mejor. Que gran tipo."

El salvamento 600 de Hoffman marcó la culminación de un improbable camino en su carrera. Por poco no logra llegar a las mayores como campocorto de pobre bate en el sistema de fincas de Cincinnati antes de obtener su gran oportunidad con San Diego luego de un cambio en 1993 con los Marlins. Se convirtió en un accesorio con los Padres, aprendiendo a adaptarse con una recta que lanzaba a unas medianas 80 mph luego de lastimarse el hombro, y luego llegó a un sitio al que jamás nadie había llegado antes. Hasta que Mariano Rivera consiga 42 rescates más, Hoffman vivirá en una fraternidad de una sola persona.

Hoffman llegó a los 600 salvamentos a los 42 años, así que fue más que apropiado que el out final fuera con un rodado conectado por el campocorto de 40 años Craig Counsell. Los compañeros de Hoffman lo cargaron fuera del terreno, y los Cerveceros celebraron la hazaña en el camerino.

En su discurso post juego, Hoffman se disculpó con sus compañeros por haber lanzado tan pobremente en abril y mayo y por haber puesto al equipo en mala posición tan temprano. Perdió su puesto de cerrador ante John Axford, pero se aprovechó de algunas oportunidades recientes para alcanzar ese número tan grande y redondo.

"Soy un gran fanático de las películas del Viejo Oeste," dijo el gerente de Milwaukee Doug Melvin a los reporteros. "Me siento como John Wayne en el camerino."

Logan Morrison

Morrison

Los Morrisons se fortalecen a través del béisbol

Tom Morrison, ex jugador de football de la Universidad de Kansas y compañero en la Guardia Costanera, tenía una pregunta en mente cuando los médicos le diagnosticaron cáncer del pulmón Etapa IV.

"¿Voy a vivir lo suficiente como para ver a mi hijo conectar su primer hit en Grandes Ligas?"' dijo.

La devastadora noticia llegó en abril, y la respuesta a la pregunta llegó al Citi Field a finales de agosto. Luego de viajar 29 horas por tren desde Louisiana a Nueva York porque su condición médica le impide viajar en avión, Morrison observó a su hijo, Logan, jugar el jardín izquierdo para los Marlins de Florida e irse de 5-1 ante los Mets. Padre e hijo compartieron su historia y desnudaron sus emociones en una entrevista en el dugout con reporteros al día siguiente.

"El béisbol ha logrado agrupar la familiar," dijo Logan Morrison.

Un mes más tarde, Logan Morrison posee robusto promedio de embase de .395, y su mayor fanático sigue tan determinado como siempre. Justo el otro día, Tom Morrison se apareció en un partido entre Cerveceros y Marlins en Milwaukee. Ningún viaje en tren es demasiado extenso para un hombre en búsqueda de memorias.

Daniel Nava

Nava

El grand slam de Daniel Nava en Fenway

Por años, David Eckstein ha sido catalogado como un pelotero pequeño pero muy determinado. Firmó con Boston por un bono de $1,000 al ser seleccionado en la ronda 19 del sorteo de 1997, y luego terminó siendo un papel vital en los equipos campeoniles en Anaheim y San Luis como un campocorto de 5 pies 7 pulgadas que tiene que empujar la pelota a través del diamante hasta la primera base.

Quizás la carrera de Daniel Nava no llegue a ser tan buena como la de Eckstein, pero siempre tendrá un turno, un swing y un momento para atesorar.

Nava hizo un gran alboroto en televisión nacional en el Fenway Park en junio cuando bateó el primer pitcheo hecho por Joe Blanton de Filadelfia para un grand slam. Se unió a Kevin Kouzmanoff, Jeremy Hermida y Bill Duggleby de los Filis de Filadelfia de 1898 como el cuarto jugador en la historia en conectar un grand slam en su primera aparición al plato.

Nava, quien medía apenas 4-pies-8 como novato en secundaria y pesaba 130 libras cuando se graduó, trabajó como encargado de la propiedad en la Universidad de Santa Clara luego de fallar en hacer el equipo. Su subsecuente odisea lo llevó al Colegio de San Mateo, de vuelta a Santa Clara y entonces a una estancia con los Chico Outlaws en la Liga Dorada independiente de béisbol cuando los Medias Rojas finalmente lo notaron. Ellos lo firmaron por $1 y acordó pagarle a la liga independiente un total adicional de $1,499 si se mantenía durante todo el entrenamiento primaveral del 2008.

Dos años más tarde, Nava batea .243 en 148 turnos al bate con el equipo grande. El inventario incluye 13 dobles, un triple y su inolvidable cuadrangular.

"Ellos lo firmaron por un dolar," dijo el padre de Nava, Don, a John Tomase del diario Boston Herald. "Ellos lo compraron por un dolar. Y luego él los recompensó con un jonrón con bases llenas en el estadio más majestuoso de las Grandes Ligas, con nosotros en las gradas, en su primer pitcheo. Esto tiene que ser el cielo."

Mike Sweeney

Sweeney

Michael Young

Young

Baños de champaña para Young y Sweeney

Imaginense pasar más de una década en las grandes ligas y rara vez haber jugar un partido importante en septiembre, y mucho menos octubre. Esa ha sido la realidad del jugador del cuadro de Texas Michael Young, quien ha sufrido días de pitcheo inefectivo en Arlington sin siquiera haber olfateado la postemporada.

Lo mismo le ha pasado a Mike Sweeney, un tipo que es muy popular entre sus compañeros, cortés con los fanáticos y con la prensa, y acostumbrado a sentarse en casa a ver los partidos de otoño siendo jugados por alguien más.

Young y Sweeney se han combinado para 11 apariciones en el Juego de Estrellas y dos premios del Hombre del Año Marvin Miller por trabajo caritativo, y ambos han sido nominados para el premio Roberto Clemente Award por espíritu deportivo e involucramiento con la comunidad. Y ahora ambos tendrán la oportunidad de jugar béisbol cuando más importa.

Young ha aparecido en 1,503 juegos en su carrera sin haber jugado nunca en un partido en postemporada, pero eso podría cambiar la semana que viene cuando los Vigilantes se midan a los Rays o los Yankees en la Serie Divisional de la Liga Americana. Lo mismo aplica a Sweeney, cuya racha de 1,451 sin playoffs terminará cuando los Filis hagan su aparición en la Serie Divisional de la Liga Nacional.

"Sería algo demasiado buen si pudieramos reunirnos en la Serie Mundial," dijo Sweeney, primera base sustituto y bateador emergente para los Filis. "El estar en esa lista es algo solitario. Nunca quise mirarla porque es algo deprimente. Tuve algunos buenos años en Kansas City, pero siempre reservaba viajes para pescar a principios de septiembre porque ya sabía que estábamos eliminados."

A pesar que Young y Sweeney ya han sido liberados, el jardinero de San Luis Randy Winn se mantiene como el líder de la futilidad en el béisbol con 1,714 partidos y sin ninguno en la postemporada. Aubrey Huff de San Francisco, tercero en la lista con 1,474 juegos y sin juegos en los playoffs, tiene oportunidad de salirse de esa lista si los Gigantes aseguran su boleto a la postemporada esta semana.

Otros momentos buenos

El juego perfecto de Roy Halladay y los partidos sin hits de Ubaldo Jiménez, Matt Garza y Edwin Jackson; Jamie Moyer lanzó una blanqueada a sus 47 qños; Matt Stairs rompiendo el récord de Cliff Johnson con su 21er jonrón como emergente; Jim Thome pasándole a Frank Robinson y Mark McGwire en la lista de jonrones de todos los tiempos; Mike Leake siendo colocado en el roster del Día Inaugural de los Rojos, y Aroldis Chapman llegándo a las 105 mph en la pistola de radar; los debuts memorables de Jason Heyward y Stephen Strasburg; el poderoso discurso de aceptación de Andre Dawson al ser exaltado al Salón de la Fama; y la gira de despedida de Bobby Cox con Atlanta.