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El sueño dominicano de ser pelotero

SAN CRISTOBAL, República Dominicana - A Edgar Ferreira se le acaba de pedir que deletree su nombre para un equipo de cámara de ESPN, y después de una mirada en blanco, dice, en español, "A-E-I-O-U".

Se le pide que lo vuelva a deletrear. Una vez más, Ferreira, de 23 años, recita las vocales.

Hay un silencio. ¿Podría haber entendido mal? Se ignora, y comienza una entrevista.

Es mejor con los números.

Cuando tenía 18 años de edad, dice Ferreira, podía lanzar una pelota de béisbol a 95 millas por hora. Los Cardenales de San Luis le ofrecieron 3.500 dólares por firmar. Un agente de la calle, conocido como "Buscón", le dijo que había más dinero allí fuera para él. Si Ferreira tomaba el certificado de nacimiento de un hombre más joven, podría ganar más dinero.

Ferreira dice que él no quería, pero se convirtió en César Miguel de los Santos, de 17 años de edad. A los Angelinos les gustó lo que vieron y le ofrecieron 75.000 dólares, pero los funcionarios del consulado norteamericano en la República Dominicana se dudaban de la partida de nacimiento. Cuestionaron a Ferreira agresivamente. Dos días antes de que él recibiera el cheque, confesó. El dinero nunca llegó.
Como Ferreira cooperó, la Major League Baseball lo suspendió sólo por un año. Ferreira siguió jugando al béisbol, pero luego su hombro de lanzamiento empezó a dolerle.

Sin una organización profesional para monitorear sus lanzamientos y tendiendo a lesionarse, el hombro no iba a mejorar. Y eso fue todo.
En el transcurso de un año, Ferreira había sido estampado como un salvador para su familia, había sido deshonrado, luego vio impotente como su sueño fue apagado por la lesión en su hombro derecho.

"Mi espíritu se hundió", dice. "Grité mucho. Me dije: 'Yo no voy a poder ayudar a mi familia'".

Pero el tema de conversación en un cálido día tropical en la choza de la lata y madera donde vive Ferreira es la reforma. La Major League Baseball ha tomado medidas en los últimos 19 meses para reducir el desenfrenado fraude de identidad y el consumo de drogas que hacía que realizar negocios en la isla fuera riesgoso para los equipos y posibles jugadores de Grandes Ligas como Ferreira. ¿Hubiera su historia sido diferente si esas reformas hubieran estado en vigor hace cinco años?

"Ellos me hubieran ayudado más, y yo tendría más capacidad", dice Ferreira. A pesar de que no puede decir exactamente cómo.
Lo que tiene es una vaga sensación de que algo hubiera sido diferente. Él está seguro de que podría haber sido un grande. Alguien debiera haberlo cuidado un poco. Todo lo que recibió fueron los consejos de un agente de la calle que desapareció una vez que el gobierno de los EE.UU. comenzó a sospechar.

"Hubiera llegado a las Grandes Ligas, porque mi nivel de desarrollo era de grande nivel", dice. "Mi sueño era llegar al Salón de la Fama".
Ahora es un entrenador - más que nada asistente de un entrenador - en una de las muchas academias de béisbol privadas del país, muchas de las cuales son propiedad de inversores estadounidenses y europeos. Las perspectivas de Ferreira, como entrenador analfabeta, en un país pobre, no son prometedoras.

Progreso con la presencia de la MLB, pero sigue habiendo malestar

Diecinueve meses después de que comenzara el movimiento de reforma, incluso los críticos más afilados de las Grandes Ligas están de acuerdo que la corrupción que acosó a la máquina de béisbol dominicano ha mejorado con la presencia de un departamento de investigaciones de MLB. Hay menos casos fraude de edad e identidad, y con una mayor educación, el número de jugadores que dan positivo por sustancias dopantes se ha reducido. (Los expertos en anti-dopaje coinciden en que en un país donde el ingreso per cápita anual es de $ 5.200, es muy poco probable que los jugadores estén venciendo al sistema mediante el uso de drogas costosas y sofisticadas).

Pero queda una sensación constante de inquietud acerca de la dependencia del país sobre los $125 millones que el béisbol pone en la economía cada año, y el hecho de que una nación soberana deba depender de la bondad de extraños para sobrevivir.

"La [MLB] vino aquí, y creo que se aprovechó de una comunidad, una república, que sujetaron a su influencia", dice Epy, un explorador legendario de la República Dominicana que firmó a más de 40 jugadores de Grandes Ligas. "Porque éste es un país extremadamente pobre. A mi modo de ver, aplastaron a nuestro país".

Hay músculo en la isla, en el tendón sudoroso de miles de niños en los campos y en los hombros de hombres que han vivido más allá de su capacidad de soñar, cargando machetes mientras caminan a cortar caña en los campos.

Pero la isla es muy vulnerable.

El país no cuenta con grandes exportaciones, y con excepción de los turistas en los resorts de playa y unos pocos focos de riqueza en edificios cerrados en desarrollo, el país es tercermundista.

El propio Colón les mostró hace 500 años lo que significaba estar a merced de alguien más poderoso. A día de hoy, la gente espera que los turistas vengan y que los huracanes no, pero tienen poco poder para afectar a cualquiera de los dos. Pocas entidades tienen el poder sobre el país que tiene el béisbol.

El amor por el juego llegó generaciones atrás, por el Caribe desde Cuba. Las élites cubanas que rechazaron el fútbol como el deporte de los imperialistas españoles enviaron a sus hijos a ser educados en los Estados Unidos, donde aprendieron el juego. Volvieron a Cuba con el béisbol. Los trabajadores dominicanos que llegaron en barcos a trabajar en las fábricas de azúcar cubanas aprendieron el deporte allí y se lo llevaron de vuelta a su isla.

Se convirtió en una pasión, pero después de que Felipe, Matty y Jesús, los famosos hermanos Alou, llegaron a Estados Unidos a finales de 1950, seguido por cientos más, de Juan Marichal a Pedro Martínez, se convirtió en un camino fuera de la isla.

"Todo el mundo que tiene un hijo, es como tener dinero en el banco, o estar jugando para ganar la lotería", dice el hijo de Felipe, Moisés Alou, quien jugó 17 temporadas en las Grandes Ligas. "Muchas de estas personas cuentan con sus hijos para salir de la pobreza. Por lo tanto, cuando los padres tienen un hijo de entre 14 y 16 años de edad, y ven que ese chico tiene talento, van a hacer todo lo posible para que lo logre y así tener una mejor vida".

En el mundo del béisbol profesional, la República Dominicana se volvió conocida como "el salvaje oeste". Irrita a algunos dominicanos, aun cuando reconocen que el término no es incorrecto.

"No es el salvaje oeste, es un poco salvaje nomás", dijo Astin Jacobo Jr., un entrenador independiente (que desprecia el término "buscón") y el hijo de uno de los exploradores originales del país de la MLB. "Quiero decir, el problema con los certificados de nacimiento, no era un problema del béisbol, era un problema nacional. Este es un país del tercer mundo. Estoy bastante seguro, si nos remontamos a la década de 1800 o principios de 1900 en los Estados Unidos, solían tener muchos problemas con eso también".

Sí, dice, ha habido un problema con jugadores utilizando documentos fraudulentos y potenciadores de rendimiento. Pero ese legado no debiera recaer sólo sobre los hombros de sus compatriotas.

"Todo lo que hemos aprendido, lo aprendimos de los americanos", dice Jacobo. "Quiero decir, no utilizamos esteroides aquí; nuestros chicos no son tan inteligentes. Quiero decir, tenemos médicos y esas cosas, pero nuestros muchachos no son tan inteligentes. Los esteroides venían de los Estados Unidos. Lo de cambiar edades, eso también vino de los Estados Unidos. Solían decir: "Me gusta este chico, pero yo no lo quiero con 19 años de edad. Me gustaría que tenga 16 años". Los dominicanos pensaban, "Ajá, sí que hay diferencia en las cosas que te gustan".

"Estamos muy vilipendiados por eso y no es correcto".

Cita con el comisionado envió gran mensaje

Durante décadas, la corrupción en la República Dominicana era un secreto abierto en el mundo del béisbol profesional, y muchos criticaron a la Major League Baseball para tolerarlo.

El mayor signo para algunos de esos críticos sobre la seriedad con que Bud Selig se estaba tomado lo de la reforma fue cuando se dieron cuenta que el escogido para esa reforma era el veterano ejecutivo Sandy Alderson.

Un oficial de la Marina en Vietnam y un graduado de derecho de Harvard, Alderson fue el gerente general de los Atléticos de Oakland de 1983 a 1997, y fue el mentor del actual gerente general de los Atléticos, Billy Beane, de la película "Moneyball". Él se convirtió en jefe de operaciones de MLB, luego en presidente de los Padres de San Diego, y actualmente es el gerente general de los Mets de Nueva York.

Alderson se convirtió en jefe de supervisión de las Grandes Ligas en América Latina en el 2010, después de que estallara una serie de escándalos, incluyendo los sobornos tomados por el personal de la MLB con respecto a la firma de bonos que se daba a prospectos dominicanos.
Alderson dice que Jacobo estaba en lo cierto con respecto a que la corrupción no se limita a los dominicanos.

"Había la misma preocupación por la conducta de algunos empleados del club que por la conducta de los scouts independientes", dice Alderson. "Fue un problema que se extendió en toda la industria en la República Dominicana y en otros lugares de América Latina. Una de las cosas que ayudó a nuestra credibilidad allí fue el hecho de que no apuntamos dedos, pero admitimos que había otras cosas con las que necesitábamos lidiar en nuestra propia situación".

Pero antes de que pudiera explicar al establecimiento del béisbol dominicano que iba a ser justo, el primer tema a tratar fue la posibilidad de un draft. Para muchos dominicanos, especialmente para los entrenadores independientes que desarrollan talento, la idea de un draft internacional ha sido siempre vista como una amenaza existencial.

Sólo los jugadores nacidos en los Estados Unidos, sus territorios y Canadá están incluidos en el draft amateur. Los jugadores dominicanos, al igual que otros en todo el mundo, firman como agentes libres. En un país pobre, el trabajo, como la mayoría de las cosas, es de bajo costo. Los equipos pueden firmar alrededor de 10 jugadores dominicanos por el costo de un jugador elegible del draft, así que hay una mayor probabilidad de que la misma cantidad de dinero gastada en la República Dominicana produzca un jugador que algún día llegue a un club de las Grandes Ligas.

No tener un draft ha afectado a los dos lados de la escala de pagos. En la parte más alta, los mejores prospectos pueden ganar más a través de guerras de ofertas más altas de la que podrían conseguir en un draft. Pero los jugadores que no son elegidos en lo más alto tienden a firmar por menos de lo que ganan jugadores nacidos en Estados Unidos y Canadá, permitiendo a los equipos seguir comprando en cantidad.

Cuando Alderson llegó a la República Dominicana el año pasado y llevó a cabo reuniones en el Occidental en Santo Domingo, Jacobo y otros cazatalentos independientes reunieron docenas de jugadores prospectos y se presentaron frente al hotel coreando "No queremos draft, nosotros no queremos draft".

"Un draft sería como lo que le sucedió al Titanic", dice Jacobo.

"Somos nº 1 del mundo en una sola cosa, el béisbol. Y si nos sacan el béisbol, estamos muertos. Nos borran del mapa. Quiero decir, nadie sabría quiénes somos los dominicanos".

El tema es parte de las actuales negociaciones laborales entre las Grandes Ligas y la asociación de jugadores, y ambos cuerpos se negaron a discutir al respecto. Alderson dice que no sabe si las partes que están negociando en Nueva York decidirán establecer un draft mundial, pero dice que el miedo que los dominicanos tienen es infundado.

"Hay demasiados jugadores, hay un interés cultural en el juego", dice. "El béisbol ha invertido mucho allí y no van a salirse de curso sin una justificación mayor. Creo, incluso, que si tienen un draft, muchos jugadores dominicanos serán firmados después del draft como agentes libres".

Alderson, quien ya no lidera la iniciativa de control de las Grandes Ligas, dice que la misión en la República Dominicana era convencer a la MLB que sin reformas, el béisbol en el país moriría con o sin draft.

Cuando Alderson fue presidente de los Padres, dos jugadores dominicanos fueron suspendidos cuando se los descubrió cometiendo fraude al decir su edad, y uno dio positivo por drogas que mejoran el rendimiento.

"La inversión total fue de alrededor de un millón y medio de dólares", dice. "Y eso fue a parar a la basura básicamente. Como un hombre de negocios, olvídense del béisbol, si pierdas un millón y medio periódicamente, empiezas a repensar toda tu estrategia".

"Son un gran producto, pero la gente se olvida que son niños".

Mientras los dominicanos esperan resignadamente el resultado de las negociaciones laborales, tanto la atención de las Grandes Ligas como de las partes a favor de la reforma se ha puesto sobre la falta de educación del país y lo que sucede con los jóvenes cuando no llegan a convertirse en jugadores.

"Son un producto, pero la gente se olvida que son niños; tienen 16 años y son esencialmente niños, y están inmersos en una industria en donde pocos llegan", dice Charles Farrell.

Farrell manejó el programa deportivo para el Jesse Jackson's Operation PUSH durante años pero se mudó a Santo Domingo y está trabajando en abrir una escuela para jugadores jóvenes dominicanos llamada Dominican Republic Sports and Education Academy. "El daño colateral es abrumador, donde sólo pocos llegan en el sistema del béisbol y el resto son arrojados a la basura básicamente. Son inservibles si no pueden llegar a las Grandes Ligas".

Farrell dice que menos del 3 por ciento del producto bruto interno se gasta en educación, y que el 10 por ciento de la población nunca fue a la escuela. Sólo el 22 por ciento termina el octavo grado.

"He ido a escuelas aquí donde no hay papel, lápices, libros en las aulas, donde no hay electricidad, no hay luces en las aulas. No hay ventilador en pleno verano, con 35 grados de calor", dice Farrell. "Entonces tienes un niño que dice, '¿Me siento en una clase calurosa sin libros ni papel ni lapiceros y trato de aprender algo? ¿O me voy a jugar al béisbol en un lindo día de sol y trato de convertirme en millonario?'".

Flavio Espinal, un abogado y ex embajador dominicano en Estados Unidos, dice que es difícil para los estadounidenses entender la brecha educativa existente entre ambos países, especialmente para los jugadores.

"[En la República Dominicana], a la mayoría de esos niños, cuando demuestran talento, los sacan de la escuela. Los sacan de su ambiente natural y los ponen en un lugar para jugar béisbol y entrenar", dice Espinal. "Reciben algo de educación, quizás los fines de semana o uno o dos horas por la noche. Van a instituciones de entrenamiento independientes y de ahí pasan a tener la posibilidad de firmar con algún equipo".

Es por eso que los "Buscones", catalogados como parásitos por los críticos, son considerados una parte esencial del sistema: no hay alternativas para desarrollar talento. No hay Ligas Pequeñas, no hay béisbol en preparatoria. La mayoría de los jugadores ni siquiera juegan partidos, sólo entrenan todo el día.

Como parte de las reformas de Alderson, Espinal le dijo a los equipos de las Grandes Ligas con academias en la República Dominicana que desarrollen sus propios programas educacionales, con el pensamiento que los elementos exitosos serán utilizados para crear un enfoque más comprensivo y amplio. Dice que entiende por qué los críticos como Farrell están preocupados porque las Grandes Ligas no sigan un programa que no le pondrá dinero en el bolsillo a los dueños.

"Hasta que no haya un programa educativo que sea implementado, va a haber dudas sobre ello", dice. "Creo que son preguntas legítimas. Van a tener que ver que el dinero ha sido usado por las Grandes Ligas y los clubes para educación post-carrera, y cosas que son fácilmente verificables".

En la tierra de la pobreza, los sueños - y los corazones rotos - son grandes

Y todas las partes reconocen que sea cual sea el sistema que las Grandes Ligas adopten, el asunto real sigue siendo la pobreza. Hay todavía muchos incentivos para hacer trampa y algunos innovadores han tratado de resolver el dilema con los certificados de nacimiento obteniendo certificados de Haití; hay olas de inmigrantes llegando de la parte haitiana de la isla y es más difícil para los investigadores determinar dónde han nacido esos jugadores.

Pero mientras las Grandes Ligas tengan magia para inspirar y poder para afectar a millones en el país, Farrell dice que las Grandes Ligas deben tomar responsabilidad por jóvenes como Ferreira, que quedan atrás.

"Te estás beneficiando por estar aquí e identificar a la próxima generación de talentos que está enriqueciendo los bolsillos de los dueños, proveyendo entretenimiento a los fanáticos y lo estás haciendo apoyado en niños de 16 años", dice Farrell. "Puedes tratarlos como un producto, algo que suele pasar a menudo, o puedes tratarlos como seres humanos que pueden convertirse en miembros productivos de la sociedad".

"He estado en tantos lugares donde he visto niños en academias o jóvenes con aspiraciones. Les preguntas cuál es su jugador favorito y te pueden nombrar a cada jugador dominicano en casi cualquier equipo y hablan del béisbol con ese encanto, esa emoción, y hay luz en sus ojos cuando les hablas. También he hablado con muchachos de 19 y 20 años que están ahora fuera del béisbol y tienen la mirada perdida, muerta".

"Es como si dijeran: '¿Qué soy yo? Mi vida está terminada'. Y eso para mí es un crimen".