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Partido de vieja escuela

"Me divierte jugar partidos así", contó Stepanek Getty Images

BASILEA -- En una época no demasiado lejana, la gira bajo techo europea, la serie de torneos que cierra la temporada, era casi prohibitiva para los jugadores criados en canchas lentas que no sabían o podían adaptarse a las condiciones.

Apellidos como Sampras, Becker, Edberg, Rusedski, Ivanisevic, Stich, Henman, Krajicek, Bjorkman, cada uno en su tiempo y con su estilo, apostaban al saque, varios de ellos agregaban voleas con mayor o menor habilidad, hasta que llegó el proceso comentado y conocido: desaparece la carpeta sintética, la preparación física es superior, la ciencia avanza y ayuda en el entrenamiento y recuperación. Escasean los especialistas en superficies específicas, el jugador debe saber atacar y defender. Las raquetas cambian su composición y se convierten en armas de fuego, las pelotitas pasan a ser grandes como las de béisbol, crece la potencia de los tiros y la rapidez de los desplazamientos, pero baja la velocidad de las superficies. La devolución ya no le tiene miedo al servicio, los peloteos son extensos y las grandes finales se definen en cinco horas. El austríaco Julian Knowle, doblista, escribió una vez en tuiter: "Llegamos al día en que Roland Garros es más rápido que Wimbledon".

Hoy estamos en Basilea, una ciudad con clima extraño para la época, mediodías de 25º C en un octubre que suele ser detestado por el frío, la lluvia y el color gris. En el Jakobshalle, salón multipropósito que recibe a los protagonistas del Swiss Indoors, Radek Stepanek y Michael Llodra nos proponen viajar en el tiempo: los puntos duran tres o cuatro bolas, los saques se contestan con una subida a la red si es que el otro no avanzó primero, las destrezas en la volea provocan aplausos de aquellos temerarios que osaron pagar 59 francos (63 dólares) para ver los partidos de clasificación.

La superficie dura recibe el nombre de la marca -Greenset- y es calificada como "media", con velocidad 3 en un rango de 1 a 5 por la Federación Internacional de Tenis. Aun así, es un festival de toques y voleas, una muestra que hay otros tiros y búsquedas posibles que los que suelen verse por televisión.

Llodra es frontal y utilizará su mejor servicio para intentar definir adelante. Stepanek, un oportunista: intenta hacer daño de diversas maneras, con tiros profundos o cortos, planos o con slice, y evaluará luego de cada disparo cuán incómodo está Llodra para decidir si subir y cerrar.

Ambos son inteligentes en las respuestas, buscan los ángulos antes que la fuerza y preparan el punto para el segundo tiro. La primera volea es para incomodar, la segunda para definir. La devolución es para encontrar una bola más fácil y pasar en el disparo siguiente. Se conocen, saben dónde y cómo buscarse, y se divierten pese a estar poco acostumbrados a enfrentar a rivales con un estilo similar al propio. Finalmente, Stepanek prevalece por 7-6 (8-6) y 6-3 en una hora y 45 minutos.

No es casual que el checo tenga 33 años, Llodra 32, y que ambos acrediten historial y buen presente en la especialidad de dobles. "Me divierte jugar partidos así, es muy bueno para el espectáculo salir de la norma", dice Stepanek en charla con ESPNTenis. El checo, 35º del ranking, debió jugar la clasificación por no haberse anotado a tiempo. "Todavía no sé bien si me olvidé de decirle al encargado de la ATP o éste se olvidó de anotarme, pero ya está. Como decimos en mi país, los ganadores nunca están cansados", dice Radek. Llodra, 82º del mundo, está lejos del espíritu ganador del año pasado, cuando fue 21º.

"Me siento viejo al decir esto, pero yo tuve que cambiar mi manera de jugar y adaptarme a las condiciones. No fue fácil", dice Stepanek, quien sumaba más visitas a la red en 2004, cuando perdió la final de Paris-Bercy (carpeta sintética) ante Marat Safin. Su mejor ranking (8º) lo alcanzó dos años después, a los 29. "Hoy no ves gente que suba a volear mucho y es lógico: no están acostumbrados, no lo aprenden, van, los pasan y se quedan preguntándose para qué van".

En una entrevista reciente en The Guardian, John McEnroe comparaba: "En mi época, jamás habríamos visto a un Isner o un Del Potro, con esos servicios, jugar Wimbledon desde el fondo". En marzo, Pete Sampras coincidía en nota con CNN: "Me encanta ver a Roger, Nadal, Djokovic, pero es triste ver Wimbledon hoy. Todos se quedan atrás".

Stepanek explica: "Algunos jugadores pueden mejorar la volea, pero es un defecto de la formación. La sensación automática de saber que el tiro será bueno y efectivo para poder cerrar adelante, eso se aprende con profesores o buenos entrenadores. Cómo cubrir los ángulos y dar menos espacio para que te pasen, eso se siente desde pequeño, aunque lógicamente puede mejorarse de grande". Sampras contó que desarrolló el saque y volea "a los 13 ó 14 años. Si tienes 20 y no lo haces, ya es demasiado tarde".

"Ese tipo de juego desaparecerá cada vez mas por las pistas y porque las bolas son mucho mas lentas que hace 15 años", pronostica Carlos Moyá ante la consulta de ESPNTenis. "Antes, subir a la red con un gran saque o golpe de ataque era sinónimo de ganar el punto, hoy no es así. Me gustaría ver a más jugadores con ese sistema, quizá no tantos como antes, no tan pocos como ahora", agregó el español, ex Nº1 del mundo.

Roger Federer, en su versión ultraofensiva de Wimbledon y Wimbledon II (Juegos Olímpicos), utilizó el saque y la derecha para subir con más frecuencia. Jo-Wilfried Tsonga sorprendió con un cambio en esa dirección el año pasado: latigazo y para adelante. Milos Raonic, aun con una volea menos segura y a caballo de su buena derecha invertida, quiere imitar a su ídolo Sampras. El canadiense es un tenista de estos tiempos: no sube desde el servicio. Isner intenta lo mismo que Milos, también de a ratos Marin Cilic, Ryan Harrison y Matthew Ebden, por citar a otros jóvenes. Nicolas Mahut, Feliciano López -gran feeling en la volea- y Lucasz Kubot se aventuran a la red tras el servicio. Sacadores como Ivo Karlovic, Gilles Muller o el ascendente francés Kenny de Schepper utilizan sus bombas para subir. Pueden faltar tres o cuatro apellidos en la lista -uno infaltable, Tommy Haas-, pero en los primeros 150 del mundo no se debería encontrar mucho más.

Los puntos de dos o tres pelotas pueden derivar en partidos aburridísimos: no se pide un regreso a décadas pasadas, sino variedad. "Definitivamente extraño el choque de estilos marcados que hubo en una época; el que subía constantemente contra el gran defensor o jugador de fondo", afirma Javier Frana. "Es una cuestión de gusto. Es interesante que tenistas de aquella época tengan vigencia aun cuando las superficies extremadamente rápidas hayan casi desaparecido. Se cruzan con generaciones actuales que no saben cómo neutralizar ataques constantes, no están acostumbrados".

A pedido, Stepanek hace memoria... "¿Superficies bien rápidas? Quedan Tokio y Shanghai. Cincinnati es algo rápida, y dicen que Dubai, pero no estoy yendo. El césped ya no es rápido, ninguno de los torneos. Tampoco París-Bercy", afirma el checo, quizá no enterado de que el nuevo director de Bercy, Guy Forget (otro artista en la red) promete que la superficie no tendrá la lentitud del año pasado, que se sentirá igual que la del Masters de Londres.

"El cambio en mi juego fue un proceso largo, pero no importa -dice Stepanek-. Yo me divierto igual".