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En caída libre

BUENOS AIRES -- En los últimos 12 meses, muchas cosas están cambiando en la vida de Roger Federer, quien no hace mucho era el mejor tenista del mundo.

El suizo está pasando por una situación muy delicada, como todos saben, desde que perdiera el año pasado la final de Wimbledon contra Rafael Nadal. La temporada no venía bien porque ya había perdido las semis del Abierto de Australian contra Novak Djokovic, que luego salió campeón, y Murray lo había derrotado en Dubai, donde Roger había ganado en varias ocasiones con un juego brillante.

En aquella rueda de prensa, Federer ya había criticado el juego de Murray y su actitud no había sido la mejor de cara a los periodistas y al público. De ahí en más, la cosa fue para peor y sólo una victoria en el US Open, donde mostró su mejor juego en toda la temporada y la medalla de oro en el dobles olímpico de Beijing lo hicieron volver a soñar con igualar el récord de Sampras, de 14 títulos de Grand Slam.

Volviendo a la conversación que tuve en Miami con Tony Nadal, el tío y coach del Rafa, que pueden ver en mi blog, los dos estábamos de acuerdo en que Federer ya es el mejor de la historia, porque Sampras sólo jugó una semifinal de Roland Garros, mientras que Roger disputó tres finales. Y no sólo eso, sino que el suizo ganó torneos de categoría Master 1000, antes Masters Series, en polvo de ladrillo.

Esto, unido a los Gran Slams y a la capacidad de ganar en cualquier superficie, y de la forma en que lo hizo durante cuatro o cinco años, lo convierten en el mejor jugador de la historia, sólo comparable con el australiano Rod Laver, con quien estaría casi a la par.

En cuanto a lo visto en Miami, la verdad que es un tanto desesperante, porque Roger no sólo no encuentra su mejor tenis desde hace ya muchos meses, sino que aquellos a los que les ganaba con facilidad (Roddick, por ejemplo) ahora le complican mucho los partidos, y la nueva generación de estrellas (Nadal, Djokovic, Murray y los que vienen) ya le están ganando en la mayoría de las ocasiones.

En la parte personal, estoy segura de que ser padre es algo que lo ilusiona porque, según lo que llegó a mis oídos, Roger y Miroslava habrían estado buscando este bebé hace más de un año. Sin embargo, esta buena noticia en lo personal no lo está ayudando a desdramatizar su mala racha (si así se puede llamar a ganar un Grand Slam y jugar dos finales de los últimos cuatro).

Además, Roger no solamente pierde, sino que muestra su peor cara como hizo en Miami, con una actitud en la cancha poco digna de un grande y con una rueda de prensa en la que aparentemente no estuvo correcto con una prensa que siempre lo ha tratado como a un ídolo y un genio.

La situación puede llegar a ser muy peligrosa, tenísticamente hablando, porque a su falta de confianza se suman factores que no formaban parte de su esquema o su rutina en los últimos años y esto puede dar lugar a una posible frustración de llegar al récord de Gran Slams ganados. Como si fuera poco, no gana un torneo desde octubre del 2008, en su Basilea natal.

Volviendo a su paternidad, hay dos opciones. Una que se dedique a su bebé tanto como deba y esto le saque concentración y tiempo de trabajo, lo cual perjudicaría claramente a su juego. Y, la segunda, es que la llegada del hijo le quite la presión que le está generando el récord de Sampras, y se dedique a jugar lo mejor posible y a disfrutar del tenis de nuevo, en lugar de pasar por un sufrimiento constante, como lo está siendo desde que perdió aquella final en el All England Lawn Tennis Club.

Personalmente, me encantaría que vuelva a disfrutar de su juego y que siga jugando por mucho tiempo, porque volví a verlo en vivo contra Roddick y hay una cosa que está clara: Roger tiene unos golpes que NADIE tiene hoy en el circuito y quién sabe cuánto tardará el tenis en regalarnos a otro talento que se le asemeje.