<
>

El Barça celebra la continuidad de Xavi con triplete de Lewandowski

play
Golazo de Lewandowski para su hat-trick y liquidar el partido en Montjuic (1:16)

Robert Lewandowski marcó un golazo de tiro libre para firmar su hat-trick y el 4-2 ante Valencia. (1:16)

Robert Lewandowski convirtió tres goles en la victoria del Barcelona sobre el Valencia y continúa la pelea por el segundo puesto con el Girona.

El Barcelona celebró con sufrimiento la continuidad de Xavi en el banquillo. El entrenador anunció la pasada semana su decisión de seguir a pesar del desplome del equipo ante Paris Saint-Germain y Real Madrid, y sus jugadores le obsequiaron con un triunfo tan necesario como insólito ante el Valencia. 4-2, con hat-trick de Robert Lewandowski, en un partido que tuvo de todo.

La jornada comenzó con una tormenta de agua monumental y acabó con el equipo azulgrana celebrando un triunfo más abultado que merecido, con hat-trick de Lewandowski, jugando contra un rival en inferioridad y que fue capaz, como tantos otros, de ponerle de los nervios. Y todo ello sin que se luche por el título. Ahora ya se pelea por ser segundo en el campeonato, una situación imposible de aceptar al comenzar el curso y difícil de creer después.

Pero es que en el momento actual del Barça todo tiende a ser posible y lo imposible se hace real. No siendo suficiente quedarse sin disputarle el título de Liga al Real Madrid seis jornadas antes de finalizar el campeonato, ahora el equipo de Xavi se encuentra peleando con el Girona por acabar LaLiga en segundo lugar para asegurarse su participación en la Supercopa de España, un torneo menor... que le significan un ingreso de 8 millones de dólares.

Y el dinero no es hoy por hoy en el club azulgrana un tema secundario ni mucho menos menor. Con una deuda monumental y la necesidad de lograr ingresos por cualquier medio, esta, la pasada y la próxima temporada, quedarse sin esos ingresos de la Supercopa, dos semanas después de despedirse de la lotería que significa jugar el Mundial de Clubes (50 millones largos de dólares), se antoja un drama en azulgrana.

Una Supercopa de España sin la presencia del Barça, por primera vez desde que el torneo se vendió a Arabia Saudí, se entiende la confirmación de la caída del club, en un momento en que la necesidad aprieta en todos los sentidos. Y de una u otra forma toda esa presión acaba por trasladarse al terreno de juego, donde el equipo de Xavi parece haber perdido aquel empuje que entre enero y abril, hasta la derrota frente al PSG, le hizo soñar con imposibles.

SUFRIR Y GOLEAR

El partido, ya en la primera parte, fue una suerte de sinsentido. A los 20 minutos Peter González rozó el 0-1 en una contra que le dejó solo frente a Marc-André ter Stegen... pero su remate raso salió demasiado cruzado y casi de inmediato Fermín López, una de las pocas notas positivas de la noche, anotó el 1-0 con un excelente cabezazo que pareció dar calma a la noche. Nada más lejos de la realidad.

A la media hora llegó el empate por un error garrafal de Ter Stegen regalándole el balón y el gol a Hugo Duro; la primera parte la acabó mandando el Valencia tras un penalti clarísimo de Ronald Araújo a Peter González, que Pepelu transformó en gol. Del 1-0 al 1-2... y al descanso se fueron así, aunque con el Valencia en inferioridad numérica por la expulsión, decidida por el VAR acertadamente, del arquero Mamardashvili al rechazar fuera del área un balón con el brazo.

Con superioridad numérica y ante un rival en el que la inexperiencia era absoluta (la alineación del Valencia tenía una media inferior a los 22 años), al Barça le ocupó 37 minutos largos darle la vuelta al marcador con la aparición indiscutible de Lewandowski, autor de un hat-trick inverosímil. Primero, para empatar a centro de Gundogan, después, para remontar en un error de Domenech y, por fin, para dibujar una goleada injusta ya en tiempo añadido.

De fútbol, poco. Muy poco. De ideas, pocas también, muy pocas. Pero la inferioridad del Valencia le fue rebajando a medida que pasaban los minutos y el Barça pudo acabar respirando. Y celebrando un triunfo poco lucido pero absolutamente necesario.