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Ser positivo

El de Johnson fue el caso más resonante de la historia olímpica. Getty Images

BUENOS AIRES -- Con el correr de los años, el gran negocio de las empresas y la competitividad de los atletas en los Juegos Olímpicos fueron en aumento. Los récords se transformaron en algo que trascendía el honor: eran fama y dinero. Eran gloria mundial. Los deportistas buscaron superarse sin importar las consecuencias. La ambición desmedida desembocó en la trampa: se llegó al punto de consumir fármacos prohibidos para mejorar el rendimiento, sin importar la autoridad del reglamento y -peor aun- sin conocer sus efectos secundarios o a largo plazo.

La muerte del ciclista danés Knut Jensen en Roma 1960 -las sospechas indican que sucedió por el consumo de una dosis masiva de estimulantes-, fue el punto de quiebre para el Comité Olímpico Internacional (COI), que desde ese momento comenzó a buscar una solución para el dopaje. En México 1968, el sueco Hans-Gunnar Liljenwall inauguró la lista de doping positivo en unos Juegos. Pero es una rueda que nunca para. Los nuevos fármacos generan nuevas pruebas para detectarlos y drogas enmascaradoras que tapen el consumo del atleta.

Valga esta introducción como punto de partida. ESPN.com los invita a que se acomoden, y lean, a continuación, el relato de algunos de los casos de doping positivo más llamativos de la historia olímpica.

QUE PAREZCA UN ACCIDENTE
Desde un nacimiento hasta un velatorio, un accidente de tránsito es una buena coartada para evitar cualquier tipo de cita que uno tenga y no quiera ir. Ya sea porque no le cae bien algún convocado o porque no esté seguro que podrá pasar un control antidoping. Este último caso tiene un ejemplo en Atenas 2004 con los griegos Kostas Kenteris y Ekaterini Thanou.

Medallistas en Sidney 2000, días antes del comienzo de los Juegos Olímpicos de Atenas fueron citados a un control antidoping, pero se mantuvieron "prófugos" y reaparecieron el primer día de competición, justificando sus desapariciones con un accidente de moto. Hasta el 2011 se mantuvieron las investigaciones para comprobar la veracidad de los hechos. Nunca se pudo.

En mayo de ese año, los condenaron a 31 meses de cárcel por fingir pero, cuatro meses mas tarde, fueron liberados de culpa y cargo por falta de pruebas en su contra. Los siete médicos que atendieron a los deportistas en la noche del siniestro y los dos testigos del accidente, que habían sido condenados, también fueron absueltos. Sin embargo, el ex entrenador de los dos atletas, Christos Tzekos, fue condenado a 12 meses de cárcel por posesión de sustancias prohibidas, aunque ha sido dejado en libertad bajo fianza.

En 2006 Kenteris y Thanou reconocieron haber evitado tres controles de antidopaje por lo que se les prohibió participar durante dos años.

YO, TÚ, ÉL, NOSOTROS...
Diego Armando Maradona fue suspendido por doping positivo en dos ocasiones. En 1991, por cocaína, jugando para el Napoli, y en 1994, por efedrina, lo que significó su despedida del Mundial de Estados Unidos. Tres años más tarde decidió contratar como entrenador al hombre del caso más famoso de dopaje en los juegos olímpicos, Ben Johnson.

Jamaiquino, nacionalizado canadiense, rompió el récord de los 100 metros llanos en dos oportunidades, la última en la final de Seúl 1988 con un tiempo de 9,79 segundos. Tres días más tarde fue despojado de su medalla porque se encontró esteroide Stanozolol en su examen de orina. Carl Lewis, segundo en la carrera, fue quien se quedó con la dorada.

Pero la historia no termina allí. El Comité Olímpico de Estados Unidos (COEU) encubrió, entre 1988 y 2000, a 11 atletas estadounidenses que habían dado positivo en pruebas antidopaje, entre los que figuraban Lewis, ganador de nueve medallas doradas. La acusación fue hecha en 2003 y procede del doctor Wade Exum, quien dirigió la oficina antidopaje del COEU desde 1991 hasta 2000. Pero Lewis fue liberado de culpa y cargo por el mismo comité bajo el argumento de "uso inconsciente".

LA GRAN PESADILLA AMERICANA
En la Agencia Federal de Prisiones de Estados Unidos figura con el Nº 84868-054. Durante seis meses tuvo a su disposición la pista de 400 metros de la prisión federal de Bryan, estado de Texas, que está iluminada pero sin flashes, sin público, ni aplausos.

Marion Jones mintió y pagó. El 5 de octubre de 2007, La ex atleta confesó haber consumido tetrahidrogestrinona (THG), más conocida como The Clear (El Claro, bautizado así porque no dejaba rastro), en la previa de Sidney 2000. Durante esos Juegos Olímpicos, la estadunidense logró tres medallas doradas (100 m, 200 m y 4x400 m) y dos de bronce (salto en largo y 4x100 m). Luego de su relato de sinceridad, con lágrimas en las mejillas, todo cambió. También fue acusada de perjurio en un caso criminal por fraude y lavado de dinero en el que estuvo vinculado su ex compañero Tim Montgomery.

Seis meses de prisión, dos años de libertad condicional y 800 horas de trabajo comunitario fue la sentencia que debió cumplir a sus 32 años. Vale aclarar que durante los siete años entre las medallas y la confesión muchas investigaciones la culpaban de doping positivo. Pero nunca se comprobó. En 2004, su ex marido, C.J.Hunter, declaró haber visto como Jones era inyectada a la altura del estomago en la Villa Olímpica de Sidney. "Y así es como, con gran vergüenza, me presento ante ustedes y les digo que he traicionado su confianza", fue la ultima frase de su testimonio, con el cual el sueño americano se transformó en pesadilla.

EL DESASTRE ORGANIZADO DE ALEMANIA ORIENTAL
En los años '70 y '80, Alemania Oriental logró mejorar notablemente la performance de sus atletas en los Juegos Olímpicos. De hecho, con la nadadora Kornelia Ender como bandera, fue una de las naciones con mejor actuación en los Juegos de Montreal, en 1976.

Con el tiempo se supo que miles de atletas del Este recibían esteroides y sustancias que mejoraban su rendimiento, sobre todo para demostrar su superioridad sobre el oeste. Muchos de los deportistas pensaban que estaban tomando vitaminas... No era así. Y expusieron su organismo y su salud a un tratamiento que podía generarles cáncer, malformaciones, infertilidad, cambios hormonales y hasta una muerte prematura.

Tras la caída del Muro de Berlín, en 1989, varios de los involucrados salieron a confesar su dopaje, parte de los planes del gobierno para lograr medallas y generar una identificación nacional a partir del deporte. La propia Ender dijo que recibía inyecciones desde los 13 años. Otra nadadora, Barbara Krause, sostuvo que no la dejaron participar de los Juegos del '76 porque los médicos habían calculado mal la cantidad de drogas que le habían aplicado y temían que diera positivo en un control.

Finalmente un tribunal alemán decretó que la máxima autoridad del deporte en Alemania Oriental, Manfred Ewald, y el médico Manfred Hoeppner eran culpables por "dopaje sistemático en deportes competitivos".

FIESTA, QUÉ FANTÁSTICA, FANTÁSTICA ESTA FIESTA
"Tenía un índice tan alto de testosterona porque la noche anterior había hecho cuatro veces el amor y además me había tomado unas cervezas", confesó el atleta Dennis Mitchell. El nivel de testosterona de una persona aumenta cuando ésta está excitada sexualmente. Cuando secreta semen, gasta la testosterona, pero pone en marcha un mecanismo de feedback positivo: los testículos generan mucha más testosterona que la que el organismo necesita. Es lo que el estadunidense Mitchell, de 32 años, explicó para justificar el doping positivo que tuvo en julio de 1998.

Pero le faltó un detalle científico para que la coartada de su "reunión nocturna" se sostuviera. El nivel de testosterona no se mide en valores absolutos cuando se analiza la orina en un control antidopaje, sino en su relación con la epitestosterona, otra sustancia producida por el organismo. En una persona sana, esa relación en la orina suele ser de 1:1 o 1,5:1. Pero en este caso se elevó a 6:1, claro y evidente que el atleta recurrió a testosterona externa. Mitchell obtuvo la medalla de bronce en los 100 metros en los Juegos Olímpicos de 1992.

Paradójicamente, en 1998, momento del dopaje, era el presidente del Comité de Atletas de la Federación de Atletismo de Estados Unidos, una entidad que lucha contra las drogas en el deporte. Es por eso que el caso se puso en manos de la IAAF, quien lo sancionó con dos años sin competencia oficial. Tiempo suficiente para más noches de amor y alcohol.

EL TAMAÑO IMPORTA
Más de uno habrá pensado en probarlo en alguna ocasión. Pero también, más de uno duda si realmente funciona. Eso sí, que al consumirlo te dé doping positivo ya corresponde a una historia de película. Entonces LaShawn Merrit tendría que mudarse a Hollywood. Es que el estadounidense, actual récord olímpico en los 400 metros, tuvo la desafortunada elección de probar la calidad de ExtenZe, producto cuyo fin es el alargamiento del pene. Su record lo consiguió en los últimos juegos, Beijing, con un tiempo de 43,75 segundos, con la cual se sitúa en el 6to lugar en el ranking de todos los tiempos.

En octubre de 2009, un análisis le dio positivo por ingerir DHEA, considerado la hormona de la juventud, sustancia que contiene el fármaco. La suspensión fue por dos años. Pero en agosto del año siguiente, participó del mundial de atletismo en Daegu, después de que la Federación Estadounidense de Atletismo (USATF) haya considerado su solicitud. Él mismo lo definió como un error "tonto, inmaduro y egoísta". Sincero en su autocritica.