Marzo de 2020
El mundo entero está convulsionado. Todavía se debate entre la incredulidad, las teorías conspirativas y las advertencias de los científicos.
La pandemia ya es un hecho, pero la situación es tan de ciencia ficción que muchos no se resignan a creerlo.
No puede ser.
Nosotros, los del progreso infinito.
Los reyes de la tecnología.
Los de la Internet que democratizaría el conocimiento.
A nosotros no nos puede detener un virus.
Eso pasaba a principios del siglo XX, cuando el mundo era otro.
No puede ser.
Pero es.
Y la mayoría de los deportes en el mundo decretan la suspensión, reprogramación o directamente cierre de sus temporadas.
Las ligas más importantes de fútbol del mundo, la NBA, la ATP y la WTA. Y siguen las firmas.
Entonces las miradas se posan, indefectiblemente, en el COI. Porque el evento deportivo más importante de todos los programados para 2020 es, sin discusión posible, Tokio 2020.
Y el COI, que se había mantenido hermético ante la defección de la casi totalidad de las Federaciones y Asociaciones deportivas del mundo, empieza a mostrar fisuras.
Porque, para colmo, los Juegos Olímpicos tendrán lugar en Asia, el continente del que según los infectólogos, surgió el virus maldito.
Y mientras las cifras de infectados en todo el planeta crecen a velocidad de película apocalíptica, Thomas Bach, el titular del COI, busca un tono de tranquilidad para decir -finalmente- que se tomarán cuatro semanas para definir el futuro de Tokio 2020.
Pero la realidad lo pasa por encima. Como le pasa por encima al mundo.
Dos días después llega el inexorable anuncio: Tokio 2020 se realizará en 2021.
Enero de 2021
El mundo tiene esperanza otra vez.
Hay varias vacunas desarrolladas para el coronavirus que ya demuestran ser eficaces.
Algunos países ya comienzan a inocular a su población.
En el movimiento olímpico sucede algo análogo.
Luego de la gran polvareda que levantó la decisión de posponer los Juegos, vinieron meses de incertidumbre -"¿Cuándo se realizarán, en el invierno del hermisferio norte, rompiendo la histórica tradición? ¿O habrá que esperar aun más?- , pero ahora el panorama parece bastante claro.
Tokio 2020 se llevará a cabo exactamente un año después de lo que estaba previsto originalmente. Iban a comenzar el viernes 24 de julio de 2020. Empezarán el viernes 23 de julio de 2021.
O eso es lo que dicen.
Porque mientras algunos empiezan a redondear con un fibrón rojo ese 23/07 en el calendario del año que está a punto de comenzar, en el propio Japón se siguen publicando encuestas que marcan que la mayor parte de la ciudadanía está en contra de la realización de los JJOO.
Es casi una constante.
Ni un solo sondeo refleja optimismo popular con el evento.
Eso ya no es noticia.
Vuelve a las tapas de los diarios por un motivo: corre el fuerte rumor de que los Juegos Olímpicos se cancelan definitivamente.
Un parlamentario japonés, uno de los diarios de mayor circulación del país, una fuente interna del COI. No se sabe bien de dónde salió, pero la versión da la vuelta al mundo al ritmo de las redes sociales.
Como hace algo más de 9 meses, el silencio del COI alienta los rumores.
Hasta que lo rompe.
"Absolutamente falso", dice Thomas Bach a través de un comunicado.
Fin de las dudas... ¿fin de las dudas?
Junio de 2021
El primer día del mes parece demoler la incredulidad. Mientras ningún especialista externo al COI o la organización de Tokio 2020 se anima a certificar que los Juegos Olímpicos van a ocurrir, arriba a Japón el equipo femenino de softbol de Australia.
Es la primera delegación extranjera que se instala en el país para participar de los JJOO.
Sin importar los cambios de planes que día a día anuncia el gobierno de Japón -público extranjero sí, público extranjero no (al final será no), espectadores en los estadios sí, espectadores en los estadios no (al final será sí, con un máximo de 10 mil), pantallas gigantes para que los japoneses puedan ver los JJOO sí, pantallas gigantes no (al final será no)- las chicas australianas se instalan plácidamente en el país y, sin quererlo, le dan la primera certeza a Tokio 2020.
Ya no hay vuelta atrás.
Un año tarde. Sin espectadores extranjeros. Pero los Juegos Olímpicos sucederán.