La clavadista mexicana no olvidó incluir al cubano Yunieski Hernández en sus palabras de agradecimiento luego de conquistar la presea de bronce en Tokio
El 2020 significó para la medallista olímpica mexicana Gabriela Agúndez un año de incertidumbre total, entre la postergación de los Juegos Olímpicos a causa del COVID-19, pasando por el incendio que destruyó parte del gimnasio del CODE en Jalisco, hasta padecer en carne propia la enfermedad que azotó el mundo.
Pero la prueba más fuerte que la clavadista nacida en La Paz vivió, fue perder a una de las personas que dejó una huella importante en su vida. Mientras Agúndez iniciaba la cuarentena por COVID-19, el entrenador Yunieski Hernández falleció tras sufrir un infarto fulminante como consecuencia del tumor en el cerebro que le fue detectado meses atrás.
Hoy, con la medalla de bronce en sus manos y la gloria olímpica que fue construida con las lecciones que Yunieski le enseñó, Gaby Agúndez dedica el metal al entrenador que la dirigió en sus primeros clavados.
"Muy feliz y muy agradecida con todas las personas que ha estado con nosotros, viéndonos competir y que estuvieron apoyándonos. Le mando un abrazo con mucho cariño al profe que de seguro celebró esta medalla con nosotros desde el cielo".
Tras la muerte de Hernández y la superación de los obstáculos personales que tuvo en plena pandemia, Agúndez decidió mudarse a Guadalajara con miras a la participación olímpica en clavados sincronizados con Ale Orozco, pareja que consiguió la segunda medalla de bronce para México en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Bajo la tutela del entrenador cubano, Agúndez se proclamó medallista de los Juegos Panamericanos de Lima 2019, en los Juegos Centroamericanos de Veracruz 2014 y los Juegos Olímpicos de la Juventud en Argentina 2018.