Ni una hora transcurrió de la primera jornada del WTT Contender de Buenos Aires cuando la pregunta, que con el correr de los días se convertirá en una especie de bucle, ya se escucha en el Pabellón América del Parque Olímpico: "¿Le vas a pedir una foto a Calderano?".
Los mismos chicos, jóvenes jugadores de tenis de mesa -tratándose de un deporte de nicho, la mayor parte del público lo es-, suben la apuesta al ver una remera amarilla a lo lejos, en las mesas dispuestas para la entrada en calor. "¿Ese es Hugo Calderano?", pregunta uno de los más pequeños, sorprendido, como si estuviera viendo por primera vez en su vida a su ídolo.
Porque está viendo por primera vez en su vida a su ídolo.
"Si tira la pelota muy alta cuando saca, es Hugo", responde, muy atento, uno de sus amigos.
"Sí, es él", confirma su hipótesis, pero no se da cuenta de que no solo descubre la presencia del tercer mejor jugador del planeta en tierras argentinas, sino que abre oficialmente una competencia paralela quizás casi tan importante como el prestigioso certamen del Circuito Mundial: la carrera por la foto con Hugo.
El tenismesista brasileño de 29 años, rockstar in crescendo en su país, principalmente a partir de la Copa del Mundo que ganó este año en Macao, venciendo a los mejores chinos, todavía no se inmuta. Está en su hábitat natural, la mesa.
Habituado a que el furor por las figuras del deporte se reparta con otros jugadores top, Hugo vive una experiencia diferente en Buenos Aires, en vísperas del WTT Star Contender de Foz do Iguaçu, donde será más local que nunca: la gente solo tiene ojos para él.
Su presencia estelar en el Parque Olímpico, ubicado en la zona sur de la capital, genera una tendencia: tandas y tandas de chicos y chicas deciden enfrentar el frío porteño cuantas veces hagan falta para conseguir la ansiada y, a esta altura, necesaria foto.
La puerta trasera del recinto deja de ser, entonces, solo para los jugadores inscriptos al torneo. Es la puerta en la que chiquitos y chiquitas se amuchan y se ponen en puntitas y hasta se persignan para que la combi que se acerca a la zona de ingreso sea la indicada. La de Hugo.
En la que depositan ilusiones y, cuando logran su objetivo, cumplen sueños.
"¡Me saqué foto con Calderano!", es una de las frases más repetidas en las gradas del estadio. Y siempre, sin excepción, es acompañada por una huella dactilar que enciende la pantalla del celular y deja a la vista al héroe. El ídolo brasileño pero también ídolo latino y sudaca es de carne y hueso y está acá con nosotros.
Siendo las estrellas locales jugadores más cercanos, a los que uno acostumbra a ver en torneos nacionales, la figurita difícil es Hugo. La que hasta hoy nadie tenía y ahora todos muestran con orgullo.
Fiel a su estilo, muy cercano a sus fanáticos, Calderano frena y se saca fotos con cada chico y cada chica presente, desde la previa de la jornada matutina hasta el post del turno vespertino. "Siempre me gusta mucho jugar en América Latina, me gusta que la gente me apoye mucho. Estoy muy contento de estar aquí, me siento en casa", dice el semifinalista olímpico con la humildad que lo caracteriza.
Y añade: "Me gusta mucho ver a la gente apoyando al tenis de mesa, apoyándome a mí. Es muy bueno tener esta amistad entre los países latinos, porque siempre estamos luchando contra los asiáticos y los europeos, entonces es bueno estar ahí y representar a un continente", resume luego de su debut en dobles mixto junto con Bruna Takahashi, número 18 del mundo y también su compañera de vida, un partido en el que estuvieron al borde del abismo y ganaron a pura jerarquía y huevos (sí, huevos, y también ovarios) ante un complicado tándem indio.
"Uno de mis objetivos siempre fue hacer al tenis de mesa más popular, no solo en Brasil, sino en el continente de América, y me encanta ver tanta gente aquí mirando desde el primer día de clasificación, así que creo que estamos cumpliendo el objetivo", añade en un español perfecto -uno de los tantos idiomas que habla con fluidez- el hombre de la semana, que en Argentina también busca revancha luego de perderse el importantísimo US Smash de Las Vegas por un problema de visado. El primer paso ya lo dio, al vencer al local Leandro Fuentes en sets corridos.
Pero más allá de los resultados, Hugo está feliz de estar en casa. Lo dice cuando declara, pero no puede evitar gritarlo con la mirada. Esa mirada que también esconde la de un niño carioca que ayer tuvo ídolos y ya, quizás sin proponérselo, se convirtió en el máximo exponente histórico de todo un continente.
Acepta cada foto con una sonrisa, firma paletas, remeras y hasta estuches y se sube a la combi saludando a los chicos que lo siguen, admiran y copian, tratando de algún día parecerse a él.
