Moyá, otro grande en apuros

En una noche de grandes tenistas, después de que sufrieraGustavo Kuerten en el primer turno, un inspirado Luis Horna tuvo a mal traer al primer favorito, el español Carlos Moyá, quien sin embargo sobrevivió

Por SEBASTIAN CONTURSI

BUENOS AIRES -- Noche de grandes en el Buenos Aires Lawn Tennis Club. Primero, fue el turno de Gustavo Kuerten. Y a última hora, apareció Carlos Moyá, quien en un partido sumamente complicado tuvo que remar contra la corriente para vencer a un inspirado Luis Horna, por 6-7 (4-7), 6-3 y 7-5.

Una vez más, el más débil (Horna venía de la clasificación) se empeñó en hacerle la vida imposible al gran favorito (Moyá es el número cuatro del mundo). Pero aunque el peruano volvió a jugar un partido enorme, como lo hizo durante todo el torneo, no le alcanzó para quedarse con el pase a las semifinales de la Copa AT&T.

Ya en el primer set quedó bien claro que Horna no estaba intimidado, ni mucho menos, ante un rival de semejante calibre (ganador, por ejemplo, de Roland Garros, en 1998).

Por el contrario, el pupilo de Gabriel Markus (tan en boga esta última semana, tras haberse alejado de David Nalbandian) jugó un tenis de alto vuelo, pegándole muy fuerte y con mucha precisión a la pelota desde el fondo de la cancha.

En seguida se puso 3-0 y la sorpresa se instaló en el estadio, que volvió a tener casi 5 mil personas en las tribunas, aunque curiosamente algunos de ellos se fueron al término del partido de Kuerten.

Moyá quebró el servicio del peruano en el séptimo juego y logró la paridad en el octavo, demostrando que no estaba dispuesto a resignarse ni un centímetro. A esa altura ya era un gran partido, destacándose la enorme velocidad con la que viajaba la pelota.

Finalmente, se decidió en el tie-break, donde Moyá se mostró algo errático.

En el segundo set la cosa fue muy diferente. Porque Moyá le dio aún más profundidad a sus golpes y empezó a meter las pelotas que antes se iban. Por ejemplo, sus característicos passings, "muñequeando" como los dioses.

Sin embargo, tampoco es que hubo enormes diferencias. Sólo un quiebre (en el cuarto juego) marcó el desequilibrio. Pero suficiente como para pensar que Horna no sobreviviría mucho tiempo más.

Pero parece que lo de los psicólogos es cierto nomás. Según Horna (que en lo que iba del año había ganado un sólo partido, y por Copa Davis) el trabajo mental que realizó con un psicólogo le permitió "disfrutar cada pequeño momento de los partidos", y así soltarse mucho más.

Moyá se puso 4-2 tras quebrar en el tercer juego. Pero a partir de allí Horna ganó los tres juegos siguientes y la cosa se dio vuelta.

Sobre todo, porque hubo una jugada que marcó su tremendo grado de confianza. Moyá tiró un globo y Horna, que estaba en la red, se equivocó en el cálculo. Pero corrió la pelota y casi milagrosamente ganó el punto con una devolución poco ortodoxa.

Esto le valió que todo el estadio se pusiera de pie para ofrecerle una ruidosa ovación.

Pero al parecer la muestra de afecto fue contraproducente. Porque sirvió para agrandar a Moyá, que de situaciones adversas sabe un rato largo.

En el juego siguiente el español metió dos pelotas en los flejes y un saque ganador y se puso 5-5. Y no conforme con esto, le quebró el servicio a Horna, que se equivocó en el momento clave, al intentar hacer un juego de saque y red.

La estocada final fue de lujo, como corresponde a un grande. Moyá acertó una volea impecable y cerró el partido con un ace. ¿Algo más?

"Horna hizo un partido grandísimo. Nunca pensé que lo tenía controlado, ni mucho menos. Estaba jugando con mucho peso y no tenía en claro que iba a ganar. Ahora espero hacer una gran semifinal con Guga (Kuerten), que está jugando muy bien. Si en este momento está donde está, sólo se debe a la lesión que sufrió el año pasado", señaló Moyá tras su triunfo.

-ESPNdeportes.com

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