La marca de 11-0 pone al equipo de Kenny Atkinson en los primeros planos de una NBA que no lo tenía en carpeta.
Los Cleveland Cavaliers ganaron once partidos consecutivos en el arranque de la temporada. Se trata del mejor comienzo de la historia para la franquicia, son el mejor equipo de la NBA, pero al mismo tiempo son una piedra en el zapato para quienes hubiesen deseado un amanecer con otros focos de contemplación.
Es que Cleveland no es Los Angeles. No es Boston. Ni tampoco es New York. Es una ciudad que se bañó en oro con LeBron James, pero que siempre voló bajo el radar. ¿Por qué ahora las cosas iban a ser distintas con Kenny Atkinson al mando? ¿Los Cavaliers? ¿En serio?
En serio. Muy en serio.
Vale la pena ver lo que están haciendo. Hay que evitar deslumbrarse por un par de noches con los vuelos de Ja Morant, las volcadas de Anthony Edwards, los brazos de plastilina de Victor Wembanyama o la durabilidad extrema de LeBron James. Hay que buscar a Cleveland en el mapa, clavar un alfiler y elegirlos. Porque detrás de ese 11-0 hay secretos por develar. Duerme, detrás de esa tipografía dorada, el color de la uva. La alquimia de los buenos vinos requiere tiempo y maduración. La que empezó con J.B. Bickerstaff, continuó ahora con Atkinson. Uno lo sembró.
Otro lo está cosechando.
Los Cavaliers transitan días para el recuerdo. Un básquetbol enérgico, juvenil, de vanguardia. Lleno de colores. Un verano entre amigos: amanecer en la playa, entre copas, con la suave brisa que despeina. Las risas se suceden una tras otra. El fuego en el centro de la escena, viejo Prometeo que encadena almas rumbo a la eternidad. Jóvenes para siempre. Con Donovan Mitchell, Darius Garland, Jarrett Allen y Evan Mobley como póker de ases. Con una estructura detrás que los soporta y cobija en partes iguales.
Cleveland es algo nuevo que no vimos venir. ¿Hay algo mejor que eso? Y en esa magia de la incertidumbre, en esa hoja en blanco con todo por descubrirse, radica la aventura. ¿Hacia dónde van? ¿De dónde vienen? ¿Cómo lo hicieron?
Reina, luego de la monarquía del Rey LeBron, la democracia. La energía del pueblo. Adiós al todos para uno, bienvenidos el todos para todos.
Los Cavaliers se nutren de la energía de los demás. Ese es su principal superpoder: neutralizar lo mejor que hace el rival en beneficio propio. Dime lo que haces y te diré lo que te haré: con 22 puntos procedentes de pérdidas de balón, el conjunto de Atkinson lidera la NBA. Están cuartos en el total, además, en robos de balón, con 9.5 por juego. Además del combo sin balón en la pintura de Allen y Mobley, ahora también le han sumado energía vital en el perímetro.
A la excelente defensa que ya traían de 2023-24, le han agregado ofensiva en el inicio de 2024-25. En cinco de las once victorias en fila anotaron más de 130 puntos por juego y tienen la mejor eficiencia ofensiva de toda la Liga (120.5), delante de los Golden State Warriors (117.9) y los New York Knicks (117.0).
La profundidad de equipo ha sido también factor en este comienzo. Al aporte de Caris LeVert (46% de triples), Ty Jerome (3.3 asistencias por juegos) y Sam Merrill (40% de triple), se le suma el especialista defensivo Isaac Okoro. Hay un crecimiento, de todos modos, que merece ser destacado aparte, y es el de Garland.
De ser un buen jugador, pasó a ser en este arranque una estrella de la NBA. Atkinson llegó a decir que aspira a que su 'otro' base, en trabajo combinado con Mitchell, lance al menos 10 triples por aparición. Una situación específica de confianza para un equipo que está decimosexto en intentos detrás del arco (36.2 por partido), más de 15 triples menos intentados en comparación del líder de la competencia Boston Celtics (51.3). Eso sí: Cleveland tiene, en este apartado, el mejor porcentaje de toda la NBA con 42.2% de efectividad. A veces, más no es sinónimo de mejor.
Si el arranque de los Cavaliers lo hubiesen tenido los Knicks o los Lakers, todos estarían hablando de campeonato. Cleveland, sin embargo, sigue estando bajo en las casas de apuestas, porque, como es costumbre, vuela bajo el radar. Un mercado chico, que se fue en segunda ronda de los playoffs pasados ante los campeones Celtics en cinco partidos, parece tener que hacer más que esto para llamar la atención. Así son las cosas, pero esa falta de luces, ese avanzar en el ostracismo, los fortalece. Como dice el dicho, no lo verán venir.
"Ganar diez partidos y tener récord 10-0 es algo. Es como la magia, ¿no?", dijo Atkinson hace días.
Jóvenes, rápidos y furiosos. Un rayo. Así viajan los Cavaliers en el mes de noviembre, y ahora tendrán cinco partidos que servirán para poner un primer semáforo en rojo o bien catapultarlos a una discusión más seria. Fuera de casa ante los Bulls y Sixers lunes y miércoles respectivamente, luego ante Bulls nuevamente y Hornets viernes y domingo en casa, y finalmente ante los campeones Celtics, en Boston, el martes próximo.
Es mucho más difícil tapar un agujero que doce. Nadie es mejor que todos juntos. Frases que calzan a la perfección en el básquetbol de equipo que muestra el equipo de Ohio, que aún luce lejos de la racha de triunfos en serie regular más larga de la historia (33 partidos, Lakers, 1971-72, del 5 de noviembre de 1971 al 7 de enero de 1972), pero que ilusionan con dar un nuevo salto de calidad.
La temporada es joven. Tan joven como estos Cavaliers, que, en un Este que tiene a poderosos como Celtics y Knicks, son una noticia de lujo.
¿Éxito pasajero? ¿Franquicia revelación? El tiempo, queridos amigos, pone todo en su lugar.