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Luis Scola: "Es un orgullo ocupar el mismo rol que Kobe Bryant"

Luis Scola será uno de los embajadores globales del Mundial de básquetbol 2023. FIBA

Si hay un jugador con el que podemos asociar rápidamente al Mundial de básquetbol, ese es Luis Scola. Es uno de los grandes protagonistas de la historia y para 2023 seguirá ligado al torneo, aunque desde un lugar diferente: será embajador global de la Copa Mundial de Básquetbol de la FIBA, que se disputará en Filipinas, Japón e Indonesia.

El dos veces medallista olímpico (oro en Atenas 2004 y bronce en Beijing 2008) y dos veces subcampeón del mundo (Indianápolis 2002 y China 2019) brindó una entrevista para FIBA en la que entregó sus puntos de vista sobre su nombramiento, su trayectoria y el desarrollo del básquetbol mundial y continental.

-¿Qué significa para vos que te hayan elegido como embajador global del próximo Mundial?

-Para mí tiene un significado grande. Es algo que me da alegría, estoy contento con eso porque claramente mi carrera está muy identificada y vinculada con los Mundiales de básquetbol. Tuve la oportunidad de estar en cinco y también de jugar un montón de otros torneos. Algo que me pasó cuando me retiré fue que pensé en cómo iba a extrañar todo lo que representa un Mundial, un Juego Olímpico o un Torneo de América, que jugué muchos también. Cuando me llamaron para proponerme el rol de embajador, dije ‘no es lo mismo que jugar, nada es lo mismo que jugar, pero no me pierdo el Mundial, voy a estar otra vez, voy a ser participante con un rol que es distinto a ser un espectador’.

Scola, el segundo máximo anotador de todos los tiempos de la Copa del Mundo con 716 puntos, es una de las grandes leyendas de la competición. Participó en cinco ediciones, y con su marca de 41 partidos jugados en el torneo está empatado en el primer puesto con el mítico jugador brasileño Ubiratan Pereira Maciel.

-Jugaste los cinco Mundiales que se disputaron en el siglo XXI, sos el segundo máximo anotador de la historia. ¿Qué peso tiene eso en tu carrera?

-No hay duda de que tiene un valor que no es necesario que explique cuál es porque todos lo saben. Cuando jugaba yo decía que no miraba esos datos porque cuando me retirara iba a tener tiempo de revisar todo lo que había hecho, pero la realidad es que ya retirado tampoco lo miro. Ya me acostumbré a vivir así. Jugué, hice cosas buenas, otras malas también y no me quedo en ninguna, ni en las buenas ni en las malas. No me pasa eso de decir ‘me hubiera encantado ganar una Euroliga, ser campeón de la NBA o jugar un All-Star Game’, todas cosas que no hice. No me pasa eso en lo más mínimo, no me mortifica. Todo es parte de un viaje increíble que tuve la oportunidad de vivir y lo tomo como un todo. Esto fue lo que pasó, fue espectacular y me encantó haberlo vivido. Hoy me toca estar en otro lugar y quiero crear el próximo viaje para que sea igual de divertido que el anterior. Al margen de los puntos y los torneos jugados, es discutible el valor de una trayectoria. Puede haber distintas visiones u opiniones sobre la misma estadística. Por ejemplo, Oscar consiguió todos sus puntos en cuatro Mundiales. A mí me enorgullece mucho la longevidad que tuvo mi carrera, el hecho de haber estado tanto tiempo en un lugar en el que yo deseaba tanto estar.

-¿Destacás algún recuerdo en especial de tus participaciones en los Mundiales?

-Pasaron muchísimas cosas en todos estos años, me cuesta elegir una en particular. Podría ser el de 2002, que fue el primero, o el de 2019, por ser el último, pero también el de 2010 porque fue el torneo que me puso en otro lugar, me puso en una discusión en la que yo hasta ese momento no estaba, más que los Juegos Olímpicos de 2004 y 2008.

-En la Copa del Mundo de 2023 vas a ocupar el rol que tuvo Kobe Bryant en el de 2019. Mostraste por Kobe un respeto muy grande públicamente. ¿Qué representa esto para vos?

-Es tremendo. Que Kobe haya sido el embajador anterior, valida la importancia de este rol y a mí me da mucho orgullo ocupar el mismo puesto que él. Después, el desenlace de la vida de Kobe fue algo circunstancial. Soy un gran admirador de la historia de su vida y tengo un respeto muy grande por su carrera, que claramente terminó de una manera cinematográfica con el accidente. Pero antes de eso, su vida y su carrera ya eran cinematográficas, casi como todo guionado. Un final así fue en línea con todo lo que le pasó. Fue muy triste, muy abrupto, pero también de lo que fue él: siempre haciendo ruido, mucho ruido, la gran mayoría de las veces por sus logros y esta última con tristeza y con el sabor de que nos dejó una persona imprescindible antes de tiempo.

El sábado 29 de abril, en el Araneta Coliseum de Manila, una de las sedes de la Copa del Mundo en Filipinas, se llevará a cabo el sorteo que ubicará a los 32 equipos clasificados en sus grupos correspondientes. Scola participará en su rol de embajador.

-¿Qué expectativas tenés para el sorteo del Mundial?¿Hay algún duelo particular que te gustaría que se dé?

-Espero estar ahí, pasarla bien, encontrarme con gente querida y disfrutar de un rol por el que estoy muy contento y de un evento que seguramente estará a la altura. Podré disfrutar el sorteo desde un lugar diferente al que siempre estuve y tengo mucha expectativa por eso. No hay ningún enfrentamiento en particular que me gustaría más que otro.

-¿Cómo vivías los sorteos de los Mundiales cuando eras jugador? ¿Recordás alguno en especial por cómo lo hayas vivido o por cómo te enteraste de los rivales del grupo o los posibles cruces?

-Nunca les presté atención a los sorteos, no me parecía que era importante que yo estuviera pendiente. En el que estuve un poco más atento fue en el último, el de la Copa del Mundo 2019, porque la clasificación a los Juegos Olímpicos dependía del Mundial, entonces ahí el sorteo influía porque de acuerdo con cómo se formaran los grupos el camino a Tokio podía tener mayor o menor dificultad. Generalmente no me enteraba cuándo eran los sorteos y no los seguía en vivo, simplemente me contaban al otro día o me enteraba a través de las redes sociales.

Evidentemente, Scola le daba mucho más valor a lo que podía resolver dentro de la cancha que a lo que indicaran la suerte o el destino. Además de sus presencias en Mundiales o Juegos Olímpicos, Luis tuvo nueve participaciones en torneos de América: 2 medallas de oro, 4 de plata y 3 de bronce, siempre con el objetivo de la clasificación correspondiente cumplido. Recibió cuatro premios al jugador más valioso y es el máximo anotador de la historia con 1306 puntos. Scola, el gran capitán argentino, es el ícono de la mayor competencia de América.

-¿Qué valor le das a esos campeonatos como parte del proceso de preparación para el siguiente Mundial o Juego Olímpico?

-Ahora cambió y están las ventanas de clasificación para el Mundial y luego el Mundial te clasifica a los Juegos Olímpicos. Pero antes debías ir al FIBA Américas a ganarte la clasificación, entonces todo lo que se logró después en Mundiales y Juegos Olímpicos son hijos de los FIBA Américas. En la mayoría de esos torneos no fue nada fácil conseguir la clasificación, de hecho, en todos los que nos llevaron a Juegos Olímpicos y en varios por los que fuimos a Mundiales. Muchos fueron muy difíciles, como México 2015, Mar del Plata 2011, que estuvimos a un tiro de quedar afuera, Las Vegas 2007 y San Juan 2003, que fuimos con el equipo completo y nos llevó a Atenas 2004. La gente a veces se olvida, y está bien que así sea ya que no tiene por qué acordarse de un proceso entero. Es como si ahora nos pusiéramos a hablar de las Eliminatorias para el Mundial de fútbol de Qatar. No te vas tan lejos a recordar. Pero nosotros, desde dentro, tenemos bien claro que esos torneos tuvieron una relación directa con todo lo que conseguimos después. Es muy probable que sin buenas performances en los torneos continentales, algunos de esos logros no existirían.

La no clasificación de la Selección Argentina para el Mundial 2023 fue una gran sorpresa y un golpe duro para todos los amantes del básquetbol. Si bien esta entrevista fue realizada previo a la última doble fecha de partidos, justamente en la que el equipo dirigido por Pablo Prigioni no alcanzó su objetivo, Scola ofreció una mirada clara del sistema de clasificación.

-¿Qué consideración tenés sobre las ventanas clasificatorias para los Mundiales?

-FIBA está en el proceso de reestructuración de sus competencias y desde mi punto de vista está por el camino correcto, en el sentido de buscar resolver las problemáticas que van surgiendo. Por ejemplo, a mí me gusta mucho el formato de las ventanas, aunque sé que no es algo unánime. Las ventanas no deben ser valoradas hoy, recién cuando todos los jugadores puedan participar de todas las ventanas podremos decir si están bien o están mal. Si entre la ventana de julio y la de febrero tenés un equipo completamente distinto, entonces se altera completamente el resultado deportivo y es un problema. Si todos los seleccionados pudieran competir al máximo nivel, a mí me parece que es el camino correcto para clasificar. Es muy bueno que todos los equipos puedan tener partidos de local oficiales, algo que nosotros rara vez tuvimos. Me da la sensación de que hay mucho camino por hacer, pero a la vez FIBA está buscando solucionar los problemas y está yendo en la dirección correcta, aunque algunas cosas llevarán más tiempo que otras.

-¿Cómo ves el futuro cercano de los seleccionados de América?

-Debemos dividir a América en tres grupos diferentes. Uno lo integran Canadá y Estados Unidos, que tienen un nivel totalmente diferente al resto, aunque después no termina de reflejarse tanto porque no siempre presentan a sus mejores jugadores, excepto Estados Unidos que sí lo hace en los Juegos Olímpicos y Mundiales. A nivel potencial, están muy por encima del resto, muy lejos, y tarde o temprano eso va a pesar y se va a sentir. Brasil y Argentina están en el segundo nivel: por historia y potencial son los únicos que les pueden competir, en algún momento particular, a los dos mejores, ya que tienen jugadores en el alto nivel de Europa y en la NBA. Tanto Brasil como Argentina tienen un problema de estructura grande, tienen un proyecto de básquetbol que está retrasado con respecto a lo que debería ser y ahí tienen un desafío grande. Si estos países logran hacer un proyecto a la altura del mundo que vivimos hoy en día, eso se va a reflejar en el nivel deportivo y en los resultados. Si no lo logran, el futuro es incierto: puede ir para uno u otro lado y dependerá de que aparezcan buenos jugadores para ganar más partidos, pero no tendrá influencia el proyecto. En el tercer grupo están los demás países, que claramente están por detrás por su potencial y por su organización. No me refiero a lo organizativo como armar una concentración o un partido amistoso que es cortoplacismo, te sirve para una semana, pero no te lleva a ningún lugar, sino a nivel estructura y como proyecto a largo plazo -para los próximos 15 años- y en todo concepto. USA Basketball es una mega compañía, la Federación de Canadá tiene mucho dinero invertido, training facilities, tienen de todo. No solo tienen el potencial sino la estructura que los va a llevar a un lugar que pronto va a ser inalcanzable para el resto de América si todo continúa como está hoy.

-¿Y con respecto a los jugadores?

-Hay un montón. Estados Unidos tiene millones, Canadá tiene muchos que nos sorprendemos de que sean canadienses, Brasil tiene mucho potencial. Hay muchos buenos jugadores en el continente, pero la estructura es la que te hace maximizar las posibilidades y es lo que hace que un jugador con potencial llegue o supere las expectativas y también hace que la base de la pirámide de jugadores para elegir sea más grande. Cuando la base es más grande, entonces hay más jugadores con proyección, más jugadores altos, más jugadores atléticos y más jugadores talentosos. Para armar el proyecto de cualquier país hay que pensar a 15 años. Por ejemplo, Argentina no puede pensar en un proyecto con Campazzo porque como mucho le queda un Mundial. La siguiente competencia, en todo caso, es un micro proyecto para el que se prepara a un equipo con el deseo de competir lo mejor posible. Pero para el largo plazo, hay que pensar en los chicos de 13 años que recién salen de mini básquet. Y los primeros resultados los podés ver recién 10 años después, pero eso es solo si te va muy bien y no es una mirada realista que te vaya a ir bien con los primeros jugadores. Una vez que comienza a girar la rueda y todo se estructura, empiezan a aparecer los resultados. Lo que también se debe lograr es que cada vez más chicos jueguen al básquetbol y no solo que los que ya juegan tengan más chances de hacerlo bien. Cuando se amplía la base, se debe reclutar a los que tienen más capacidades físicas porque entre los 13 y los 15 años es lo más importante: que sean altos, largos, atléticos, flacos con poco porcentaje de grasa, que tengan buen alcance y buena envergadura. Cuando se arma ese rompecabezas y se agranda la base de la pirámide, entonces se puede crecer para arriba. En cambio, si la base es angosta se puede crecer, pero en algún momento la estructura va a tambalear y eventualmente se va a romper.

-En ese marco de jóvenes, tuviste la posibilidad de ver en Buenos Aires el Sudamericano U15 en el que jugó Tomás, uno de tus hijos. ¿Cómo fue esa situación para vos?

-Fue muy loco. Veía a la gente con la camiseta número 4 de Scola y mi hijo me decía ‘mirá, tienen mi camiseta’ y yo me reía. Estar en ese torneo fue un momento especial para mí como padre. Vivir desde fuera una experiencia que siempre tuve desde dentro fue algo completamente distinto.

-¿Cómo te ubicás en el rol de ver partidos ya como un exjugador?

-Lo cierto es que transicioné bien a estar fuera de la cancha, no miro los partidos volviéndome loco por entrar a jugar, no me pasa eso. Si un equipo hace un parcial de 10-0 y mete un triple que lo hace ponerse al frente para liquidar el partido y la cancha se cae, ahí digo ‘estaba bueno ser parte de eso’. O cuando veo a un jugador que mete 15 puntos en un cuarto y tiene una racha tan positiva, me pregunto ‘¿cómo habrá sido estar en la tribuna viéndome a mí hacer eso, que en algunos partidos conseguí ese tipo de producciones? ¿Era así lo que se veía?’. Pero no me muero por jugar o por entrenar.

Sin dudas, será extraño ver un Mundial en el que Luis Scola no sea uno de los protagonistas como jugador. Pero, al menos, el actual CEO de Pallacanestro Varese le dará aún más valor a la competencia desde su flamante rol de embajador.