Un intento de golpe de Estado, una llamada de Zoom de tres horas y un sindicato en el limbo. Esto es lo que sigue para la fracturada MLBPA.
INMEDIATAMENTE DESPUÉS de la videollamada por Zoom que desató el caos dentro de la Asociación de Peloteros del Béisbol de Grandes Ligas (MLBPA por su abreviatura en inglés), un jugador veterano sorprendido por el motín que se desarrollaba frente a sus ojos pensó: "¿Qué ca---- fue eso?" Durante casi tres horas, según comentó, fue testigo de cómo varios años de frustraciones acumuladas por los peloteros líderes de varios equipos fueron descargadas sobre el liderazgo de la MLBPA. Y un momento al final de la reunión quedó indeleble en su mente.
Esa misma tarde, se había iniciado un esfuerzo coordinado por parte de varios peloteros para reemplazar a Bruce Meyer, vicedirector ejecutivo del Sindicato y principal negociador en temas laborales, por Henry Marino, el abogado que organizó a los jugadores de ligas menores que eventualmente se convertirían en miembros de la MLBPA. El asunto fue sometido a una votación informal poco antes de finalizar la llamada. La mayoría significativa de los jugadores asistentes alzó sus sus manos a favor de un cambio. Enfrentado a la posibilidad de que su segundo a cargo y elegido personalmente por él fuera objeto de una moción de censura por gran parte de la junta ejecutiva del Sindicato, el director ejecutivo de la MLBPA Tony Clark expresó al grupo que la destitución de Meyer era decisión exclusiva de este último.
No estaba equivocado. La normativa que rige el Sindicato otorga a Clark, y no a los peloteros, el derecho de contratar y cesantear ejecutivos. Pero la actitud mostrada por Clark en aquel momento irritó a varios peloteros de todo el béisbol durante las jornadas del martes y miércoles, envolviendo al Sindicato en la clase de intrigas palaciegas usualmente reservadas para las series que la cadena HBO emite los domingos por la noche. El veterano forma parte de un grupo importante de jugadores consternados por los comentarios de Clark luego de haberle escuchado reiteradamente, durante más de una década al mando de la MLBPA, que los peloteros estaban al mando del Sindicato. En consecuencia, las bases cuestionaron no sólo el turbio futuro de Meyer, sino también la viabilidad a largo plazo de Clark en la dirección ejecutiva.
La videoconferencia llegó a su fin sin arrojar claridad sobre el futuro del liderazgo sindical. Desde entonces, los simpatizantes de Clark han cerrado filas en torno a él, intentando conseguir el apoyo de los peloteros con miras a lo que consideran será un enfrentamiento por el control de la MLBPA. Si bien es cierto que Clark podría mantenerse a cargo del Sindicato que ha guiado por más de 10 años, su jugada de poder le ha perjudicado considerablemente, y los lideres de los peloteros tienen poder para votar y unilateralmente quitarle el puesto. Si lo hacen, Marino (el hombre de 33 años que sorprendió a la clase dirigente del béisbol con una audaz jugada de poder) podría dejar de ser el segundo a cargo después de Clark y asumir el liderato de la MLBPA, aunque deberá trabajar para convencer a los líderes de los peloteros que quedaron a oscuras sobre su movimiento y que le conocen muy poco.
Las entrevistas que sostuvimos con más de veinticuatro involucrados en la lucha (ejecutivos sindicales, los terceros que buscan sacarlos de sus cargos, jugadores miembros de la junta ejecutiva del Sindicato y que hacen vida en todo el béisbol, aparte de agentes influyentes) nos ofrecieron un retrato de un ente sindical en la encrucijada, justo en medio de una temporada baja marcada por inversiones por debajo de lo esperado en agentes libres. Los núcleos de cada bando han quedado firmemente establecidos: líderes sindicales, los escépticos con Marino y el poderoso agente Scott Boras abogan por mantener lo establecido. Por otra parte, varios peloteros de Grandes Ligas, todos los líderes de jugadores de Ligas Menores e influyentes representantes apoyan la remoción de Meyer y, quizás por extensión, de Clark.
Luego de haberse ufanado por largo tiempo de ser el Sindicato más cohesionado de Estados Unidos, la MLBPA se enfrenta a una decisión clave que podría ayudar a guiar el futuro de este deporte. El actual contrato colectivo se vence el 1º de diciembre de 2026 y por ello, la MLBPA tiene tiempo de sobra para reconstruir la solidaridad y llegar suficientemente provista de fuerzas para su choque quinquenal con Major League Baseball. La dirección que tome podría depender de qué parte termine convenciendo a los peloteros sobre su visión.
"¿POR QUÉ AHORA?", preguntó otro líder de los peloteros el pasado martes. La temporada 2024 del Béisbol de Grandes Ligas estaba a pocas horas de empezar con el enfrentamiento entre Los Angeles Dodgers y San Diego Padres en Seúl. Y el Sindicato se enfrentaba a la posibilidad de una guerra interna.
La urgencia tenía varias razones, pero una de ellas era el calendario. La conclusión de los entrenamientos primaverales estaba cerca y los deseosos de un cambio temían que los peloteros perdieran el interés en temas de política sindical en medio de una temporada. Así fue hace seis años, cuando un grupo de jugadores frustrados con un mercado de agentes libres que hizo historia por su inercia intentó formar una coalición para destituir a Clark, el ex primera base All-Star que en diciembre de 2013 se convirtió en el primer jugador retirado en dirigir el Sindicato tras el deceso de Michael Weiner. Dichos intentos quedaron en nada y Clark (que en 2016 lideró las negociaciones de la contratación colectiva en medio de fuertes críticas de los peloteros) se comprometió a contratar ayuda.
Así fue cómo entró en escena Meyer, veterano abogado que había laborado con los Sindicatos de jugadores de los otros tres deportes profesionales masculinos de mayor arraigo en Estados Unidos (fútbol americano, baloncesto y hockey sobre hielo). Llegó al Sindicato del béisbol mayor con actitud de bulldog y deseos de luchar con la oficina del Comisionado para recuperar gran parte del terreno económico perdido por la MLBPA en 2016. Casi de inmediato, Meyer causó desagrado dentro de Major League Baseball, algo de lo que se ufanaba orgulloso.
Meyer se negó a conceder cuando MLB quería reducir los sueldos de los peloteros en medio de la pandemia del COVID-19 y el comisionado Rob Manfred terminó implementando una temporada de 60 juegos, cuando ambas partes no pudieron llegar a un acuerdo para volver al terreno. El acuerdo de contratación colectiva eventualmente alcanzado representó para los peloteros un aumento de $20 millones en el límite más bajo del impuesto al lujo, un incremento del 20% del sueldo mínimo, un fondo de bonificaciones de $50 millones para los jugadores elegibles para someterse al arbitraje, una lotería del draft con la intención de evitar el fenómeno conocido como "tanking" y diversos incentivos para evitar mantener a los novatos en Ligas Menores y manipular su tiempo de servicio. Mientras que el subcomité ejecutivo (lleno de clientes de Boras, que ocupaban cinco de los ocho puestos que lo conforman) votó 8-0 en contra del acuerdo, una gran mayoría de los peloteros mostró su apoyo.
Sin embargo, las semillas de la desilusión sembradas en dichas negociaciones han germinado en pleno dos años después. Luego de dos mercados de agentes libres robustos después de la firma del último contrato colectivo, el mercado este año se ha desacelerado dramáticamente, pasando de $3.900 millones garantizados el año pasado a $2.900 millones, con varios peloteros veteranos desempleados a la víspera de la temporada. Los jugadores han cotilleado sobre la ausencia de un plan claramente definido para no caer rendidos ante la enorme y efectiva unida de relaciones laborales de MLB, junto con quejas sobre los onerosos sueldos y viáticos disfrutados por los líderes del Sindicato, que no han hecho más que aumentar en años recientes. A criterio de varios peloteros, la derrota más reciente fue la puesta en libertad de J.D. Davis por parte de los San Francisco Giants. El veterano infielder apenas recibió $1,15 millones de los $6,9 millones de su sueldo porque la contratación colectiva vigente no garantiza los contratos adjudicados en casos de arbitraje salarial.
Aparte de todo lo anterior, se ha afianzado la narrativa sobre una presunta relación laboral entre Meyer y Boras. No existen pruebas firmas que la sustenten y ambas partes la niegan. Sin embargo, entre varios peloteros y especialmente entre agentes que compiten con Boras, la percepción se ha acrecentado hasta convertirse en realidad, a pesar de que el veterano miembro del subcomité ejecutivo Andrew Miller dice no haberla visto.
"Ojalá nunca hubiéramos llegado a este punto de tira y encoge", expresó Miller a ESPN. "No siempre estuve de acuerdo con Bruce, pero [su comportamiento] ha sido profesional. Creo en sus declaraciones que indican que eso no es cierto. No he visto nada que despertara mi preocupación".
La idea entre algunos que buscan un cambio: cesantear a Meyer podría herir a Boras, que se encuentra en medio de una temporada baja marcada por el colapso del mercado de agentes libres gracias a la presencia de numerosas estrellas representadas por él. Si Boras fuera vulnerable, Meyer podría ser el intermediario para atacarle.
Si algún cambio fuera a ocurrir, tenía que ser rápido. Y Marino y sus simpatizantes creían que él era la persona capaz de impulsarlo.
Marino fue relevista zurdo y pasó dos temporadas a principios de la década de 2010 entre las organizaciones de Arizona y Baltimore. Los míseros salarios pagados a los peloteros de Ligas Menores le horrorizaron y después de estudiar Derecho en la Universidad de Virginia, dejó su empleo en un bufete de abogados para intentar lo que hasta entonces nadie se había atrevido a hacer: sindicalizar a los peloteros de Ligas Menores. Como director ejecutivo de la organización Advocates for Minor Leaguers, Marino combinó argumentos morales con su manejo astuto de las redes sociales para influir en el cambio, asegurando que los equipos pagasen por las residencias de los jugadores de las Menores. Su trabajo llamó la atención de la MLBPA, que aportó recursos económicos al grupo y el apoyo por parte de Clark a los esfuerzos de Advocates (asesorando a Marino o hablando con los peloteros) sentó las bases de una asociación que terminaría poniendo su puesto en peligro.
Con los peloteros de Ligas Menores preparados para sindicalizarse, la MLBPA les ofreció unirse a ella y formar una unidad de Ligas Menores junto a su grupo de Grandes Ligas. Sería uno de los logros más destacados de Clark como director ejecutivo. Jugó siete años en las Menores. Vivió en carne propia la exigente rutina. Sabía que la sindicalización mejoraría drásticamente las vidas de más de 5.500 peloteros.
A principios de septiembre de 2022, la MLBPA envió planillas para que los peloteros autorizaran su adhesión al Sindicato. Poco después, la Oficina del Comisionado reconoció voluntariamente la unidad de Ligas Menores y Clark se refirió a Marino en sus declaraciones al diario The Wall Street Journal: "Su constancia con la causa es tan alta como la de cualquier otra persona con la que he estado. Se nota claramente en la forma como lucha por los peloteros y su disposición a comprometerse en todos y cada uno de los temas principales... Si hubiera la posibilidad, Harry es alguien que quieres que forme parte de la ecuación".
La unidad de Ligas Menores recibió 34 asientos (para un pelotero de cada organización y cuatro miembros del subcomité) para unirse a los 38 ligamayoristas que conformaban la Junta Ejecutiva. Esto desconcertó a algunos ejecutivos sindicales, que se preocuparon ante la posibilidad de que otorgar 47% del poder de votación a peloteros que no habían pasado ni un solo día en Grandes Ligas pudiera tener resultados desastrosos. Especialmente si alguien como Marino moviliza al grupo.
Y así ocurrió en semanas recientes. Marino, que se incorporó a la MLBPA como consejero general adjunto tras los esfuerzos de sindicalización, dejó el Sindicato en julio de 2023, tres meses después de negociar el primer contrato colectivo de las Ligas Menores. A pesar de sus choques con Meyer, con quien trabajó en el acuerdo, y otros ejecutivos del Sindicato, se mantuvo en el radar de un grupo de líderes de peloteros de Grandes Ligas impresionados por su trabajo con los jugadores de las categorías inferiores del béisbol organizado.
A principios de este año, dichos líderes se pusieron en contacto con Marino para hacerle una petición: Ven a arreglar el Sindicato. La coalición en busca del cambio está conformada por peloteros activos y retirados. Ex peloteros tales como Daniel Murphy, miembro del subcomité ejecutivo en 2020, respaldaron la llegada de nuevos líderes. Murphy indicó este miércoles a ESPN: "No depende de mí si les quitan sus puestos, pero creo que finalmente los chicos están viendo la verdad".
Con el apoyo generalizado de los peloteros de Ligas Menores, Marino estaba consciente de que requería acaparar mayores simpatías entre los actuales ligamayoristas. Si era capaz de presentar una visión convincente, según creían sus partidarios, los jugadores de Grandes Ligas se unirían a una campaña para sustituir a Meyer. Durante los entrenamientos primaverales, Marino sostuvo reuniones secretas con representantes de peloteros en Arizona y Florida, evitando a los clientes de Boras por temores a que éstos sabotearan sus esfuerzos. En días recientes, Marino presentó su estrategia en un documento de una página distribuido a algunos peloteros y obtenido por ESPN. En dicho escrito, criticó el "equipo mediocre y falta de una estrategia clara de negociación" de la MLBPA, afirmó que ésta sostiene "relaciones improductivas con la comunidad de agentes y la liga" y denunció sus "hábitos de gasto inexcusables". Marino prometió "devolver el poder a los miembros" mediante "recomendaciones fundamentadas por la data y el raciocinio", aparte de "recortar el despilfarro y los excesos". El documento reza: "Nuestro trabajo es enriquecerlos a ustedes y no al revés".
Además, Marino tenía un plan de acción para sus primeros 250 días como parte del liderazgo sindical. Contrataría una firma externa que auditaría las finanzas de la MLBPA, llevaría a cabo una encuesta entre los peloteros para conocer sus problemas con el Sindicato y las prioridades de negociación, aparte de iniciar una búsqueda a nivel nacional de altos directivos y un equipo de negociación colectiva "bajo la supervisión de la Junta Ejecutiva". En la asamblea de la Junta de la MLBPA de noviembre de 2024, según indica el documento, Marino presentaría sus nuevas contrataciones, objetivos actuales y estrategia de negociación, propondría un nuevo presupuesto y ofrecería un plan para mejorar la comunicación.
Su consorcio creció y para el sábado, la mayoría de los líderes de peloteros (tanto de Ligas Menores como Mayores) expresaron en privado que estaban a favor de sustituir a Meyer por Marino. Marino informó a Clark y le propuso un plan: Marino estaría a cargo de las negociaciones y formaría un equipo de veteranos abogados laboralistas. Creía que Clark vería la naturaleza binaria de la oferta: Clark podría decir que sí y en teoría unificaría al grupo, pero diciendo que nadie podía lanzar al Sindicato a un conflicto y ponerse a sí mismo en peligro. Clark pidió tiempo para pensarlo.
En la jornada del domingo, varios líderes peloteros de Grandes Ligas se preguntaban a través de un chat grupal si querían reemplazar a Meyer con Marino (creado para dejar registro de los votos de los jugadores participantes). Dicho chat sirvió para confirmar que Marino contaba con el respaldo de la mayoría. Al día siguiente, después que los ejecutivos sindicales terminaran su última reunión en persona de su gira primaveral visitando a los 30 equipos de las Mayores, el entorno de Marino se puso en contacto con Clark y le reafirmaron que querían trabajar con él como director ejecutivo y Marino como segundo al mando. Poco después, Clark convocó la videoconferencia por Zoom.
Pronto quedó claro que la interpretación de Marino sobre la situación (creyendo que Clark aceptaría y despediría a Meyer) era incorrecta. Clark apoyó a Meyer, que también participaba de la videoconferencia. Escucharon las quejas de los peloteros sobre diversos tópicos, desde la disminución en la inversión en agentes libres hasta la exasperación por el hecho de que algunos peloteros de alto nivel no sabían que Clark firmó un nuevo contrato por cinco años en noviembre de 2022 hasta que lo leyeron en internet. Los peloteros insistieron en la poca comunicación de los líderes sindicales.
Otros jugadores se refirieron a la hipocresía de Marino sobre el mismo tema. Su campaña había dejado intencionalmente a varios peloteros (y por extensión, a sus equipos) a oscuras. Un acto contrario a la solidaridad que predicaban y el enfoque de Marino (que pidió a Clark que se le incluyera en la videoconferencia, pero no se le concedió el acceso) molestó especialmente a algunos peloteros no familiarizados con Marino. Aunque el apoyo a Meyer fue limitado, los jugadores preguntaron por qué el Sindicato necesitaba un cambio y cómo Marino, con su poca experiencia, les haría un mejor ente.
Diversas informaciones sobre la reunión empezaron a circular entre los peloteros durante la noche del lunes. A la mañana del lunes, el tema dominaba las conversaciones en los clubhouses de todo el béisbol. Se pusieron de manifiesto una gama de emociones: furia, confusión, envalentonamiento. Algunos representantes de jugadores estaban al tanto de la jugada de Marino sin informar a sus respectivos clubhouses. Otros que habían quedado fuera no tenían respuesta a las preguntas de sus compañeros. Ejecutivos de ambas partes pasaron la jornada al teléfono, exponiendo sus argumentos a los peloteros. Boras decidió ir a la prensa, fustigando a Marino a través del portal The Athletic.
"Si tienes problemas con el Sindicato y quieres participar en él, llévales tus ideas", expresó. "No las expones públicamente, no creas un golpe de estado ni causas un caos dentro del Sindicato. Si tu objetivo es ayudar a los peloteros, nunca debes hacerlo así".
Para los convencidos de la existencia de un vínculo entre Boras y Meyer, los comentarios del agente sirvieron de validación, perjudicando más a Meyer (y a Clark) a los ojos de los peloteros. Aunque sería una mala práctica que los dos máximos responsables del Sindicato de Jugadores no tuvieran una relación con el agente que representa más ligamayoristas que nadie, las luchas de poder se vuelven sucias y cada pequeña cosa se exagera al máximo.
Marino tampoco estaba inmune. Sus críticos lo pintaron como un Svengali cuyo poder sobre los peloteros de Ligas Menores tenía poco peso, incluso si arrastraba votos. Argumentaban que se doblegaría ante Major League Baseball e implementaría un tope salarial. Que tiene vínculos con las agencias CAA y WME, cuyos clientes tienen algunas de las voces más fuertes, de la misma forma que Meyer estaría ligado a Boras. Que su estrategia fue un acto de agresión, indecoroso, en un desafío a la historia y el protocolo.
A través de un comunicado, Marino afirmó a ESPN: "He dedicado en pleno las últimas dos semanas a reuniones y conversaciones telefónicas con peloteros de Grandes Ligas. Tres cosas han quedado claras luego de dichas conversaciones. Primero: los peloteros quieren saber cómo se invierte el dinero que tanto les ha costado ganar. Se merecen una auditoría completa de las finanzas de la MLBPA. Suponiendo que su personal no tiene nada que ocultar, esto no debería ser un problema. Segundo: los peloteros han perdido su confianza en el actual equipo de negociación de la MLBPA y quieren avanzar en una nueva dirección".
"Tercero: los peloteros tienen preguntas sobre mí y cómo podría ser esa nueva dirección. Es totalmente justo. A pesar de que el deseo de cambio de los peloteros lleva cierto tiempo latente, ha salido a la superficie de una forma inesperada para todos, incluyéndome, en la última semana. Como siempre, estaré disponible para conversar con cualquier pelotero con deseos de que su voz sea escuchada y sus interrogantes sean respondidas".
LA POSIBILIDAD DE QUE una dupla conformada por Clark y Marino liderase el Sindicato murió este lunes. Quizás nunca fue viable, era una medida a medias. Pero esa realidad obliga a los peloteros a asumir el tipo de posiciones incómodas que podrían salvar a Clark. Porque, a pesar de todos los defectos que los peloteros sugieren que tiene el Sindicato, toda la insatisfacción que se filtra, les agrada su persona. Les agrada lo suficiente como para renovar su contrato hasta 2017. Y puede que les agrade lo suficiente como para permitir que lo cumpla hasta el final.
"La MLBPA ha sido y siempre será totalmente transparente con sus jugadores", expresó Clark este miércoles a través de un comunicado enviado a ESPN. "Recientemente, negociamos dos contratos colectivos en representación de nuestros miembros: un acuerdo de Grandes Ligas que logró beneficios tangibles para los peloteros en medio de la amenaza de un paro patronal por parte de los dueños de equipo, y el primer acuerdo de la historia en nombre de los peloteros de Ligas Menores. Un intento de toma de poder por parte de un ex empleado descontento no cambia estos hechos en absoluto".
"Ante nosotros, está la pregunta de cómo construir a partir de este punto. Estamos sosteniendo dichas conversaciones y las seguiremos manteniendo con nuestros miembros".
Una vez la política termine y se haga una votación para definir el futuro de la MLBPA, todo dependerá de las cifras. A pesar de que la Junta consiste en 72 puestos, actualmente hay 11 posiciones vacantes para representantes de Ligas Menores, lo que reduce las cuentas de Marino para la tentativa remoción de Clark. Es poco probable que Clark sea capaz de captar a alguno de los 23 peloteros de Ligas Menores con voz y voto (incluso a pesar de que éste les dirá que no serían miembros del Sindicato sin que hubiera impulsado la creación de una unidad de Ligas Menores), dejando a Marino a ocho votos de alcanzar la mayoría. Sin embargo, si Clark fuera destituido y Marino optara al puesto, su llegada a la dirección del Sindicato con la fuerza de apenas la cuarta parte de los clubhouses de las Mayores le dejaría débil desde el primer momento.
Consciente de ello (y de que Clark podría escribir su final si forja nexos con Meyer), la maniobra de Clark podría ser una repetición de lo vivido en 2018: acceder a destituir a Meyer o aceptar su renuncia para después iniciar la búsqueda de un nuevo vicedirector ejecutivo, con la diferencia de que en esta ocasión tendría más ayuda de la Junta Ejecutiva. En este momento, podría ser el camino más despejado para su supervivencia. Pero Clark no ha ido en dicha dirección cinco días después de su primera reunión con Marino, dando indicios de su vínculo con Meyer.
Clark empezó a hacer control de daños en la jornada del martes, expresando a los peloteros que sus palabras indicando que la decisión de mantener o despedir a Meyer recaía únicamente en su persona no reflejaban su sincero sentimiento de que el Sindicato es dirigido por la voluntad de los peloteros. Su poder de convencimiento (si los jugadores terminan creyendo que Clark es sincero, o simplemente se trata de un hombre que busca salvar su puesto) será la clave del éxito de su intento de sobrevivir en los próximos días. El subcomité ejecutivo también se reunió en la noche del miércoles.
Después vendrán más llamadas telefónicas, más tomas de contacto, más retórica apasionada. La claridad no tardará en llegar. En un correo electrónico enviado a los peloteros el martes por la tarde, obtenido por ESPN, Clark pidió a los peloteros que se pusieran en contacto con él con cualquier pregunta y que volvería a convocarlos como grupo en los próximos días.
"El eje central de este Sindicato", expresó en el escrito, "siempre ha sido, y siempre será, los Peloteros".