MÉXICO -- Hacía mucho tiempo que no se daba la noticia de tanto pelotero mexicano debutando en las Grandes Ligas como está ocurriendo en esta temporada. Siempre ha existido la presencia mexicana, sea el año que sea, siempre se ha tenido el debut de peloteros aztecas; pero nunca tantos jugadores de posición como en el 2020.
De alguna forma es entendible, se vive una temporada de 60 juegos en las mayores, donde el común denominador, es la prisa por ganar, por no quedarse atrás, es decir, es el equivalente a jugar béisbol de septiembre en abril, y eso ha traído una cantidad de lesiones inusitada que ha provocado el irrumpimiento de muchos jugadores, quizás de manera prematura, a la gran carpa.
Muchos de los jóvenes que vemos debutando todos los días obviamente tienen el talento para estar ahí, pero posiblemente no sea el tiempo correcto, no son un producto terminado y terminan subiendo y bajando del equipo grande al estilo de una montaña rusa.
Los equipos tampoco tienen muchas opciones este año debido a la pandemia, no hubo temporada de ligas menores, y solo se tiene acceso al campamento alterno que tiene cada organización donde hay peloteros que pueden ser llamados en cualquier momento para integrarse a la acción.
El beisbolista mexicano suele aparecer a gran nivel normalmente como lanzadores; no son pocas las historias de pitchers mexicanos que trascienden cada año, debutan y permanecen como peloteros de Grandes Ligas por mucho tiempo. Los lanzadores abridores eran la especialidad del béisbol mexicano, normalmente controlados, con velocidad promedio y muy inteligentes para competir.
Hoy el pelotero mexicano, es más atlético, más apegado a la universalidad del biotipo beisbolístico. Los pitchers llegan cada vez más jóvenes, lanzan más duro, y desde etapas muy tempranas de su formación, hay instrucción personalizada con los conceptos del béisbol actual y con la posibilidad de ser formado acorde a las ideas de los fundamentos estadounidenses de la pelota.
Hoy vemos a Andrés Muñoz lanzando a cien millas, a Roberto Osuna que, aunque se encuentra lesionado, está entre los mejores cerradores del béisbol y con rectas de hasta 98 millas, de igual manera José Urquidy o Luis Cessa; la velocidad en los lanzadores es más importante que nunca, y afortunadamente el pelotero mexicano ha ido demostrando con el paso del tiempo que lo puede hacer y si no, lo puede desarrollar poco a poco.
Pero esa es la desventaja con respecto a los prospectos de otros países, donde abundan las escuelas formativas de cada organización de Grandes Ligas; en México eso no existe, y si los descubren es gracias a los buscadores de talento dispersos en el país, a los esfuerzos particulares de cada familia que pone su dinero para el desarrollo del muchacho o que paga los viajes para competir.
El gobierno mexicano detectó el problema y se ha dado a la tarea de fungir como la escuela formativa de estos jóvenes, en ausencia de las organizaciones de Grandes Ligas. Pero los frutos serán recogidos dentro de algunos años, una vez que el programa madure y los chicos crezcan en todos los sentidos.
Da enorme gusto saber que, a pesar de tanta limitación en el tema, los jugadores mexicanos siguen llegando a Grandes Ligas y sobretodo que hoy parece cambiar esa tendencia de solo exportar lanzadores. Los pitchers siguen saliendo, Víctor González, Humberto Castellanos y Jesús Cruz se han presentado este año en las mayores, pero la nota ha sido el arribo de Isaac Paredes, Luis González y Ramón Urías.
Sigue faltando mucho, el techo es muy alto, no hay jardineros mexicanos, hay que trabajar más en la velocidad del pelotero de posición, en la capacidad de hacer contacto, de poncharse menos y de tratar de detectar el talento a tiempo; no es lo mismo llegar a los 20 o 21 años con margen de error, que presentarse a los 27 y si se tardan un poco en madurar, la edad les juega una mala pasada y los equipos optan por el prospecto más barato y más joven.
La competencia es feroz a nivel internacional, Colombia ha demostrado lo que puede hacer y se comienza a voltear hacia allá, Cuba siempre con mucha calidad, Venezuela y República Dominicana acaparan el mercado junto a Puerto Rico, pero los Curazoleños también aprietan el paso.
Ha sido un año extraño para el pelotero mexicano, la pandemia ha abierto puertas que estaban cerradas desde hace tiempo, ahora es cuestión de responder, permanecer, trascender y consolidarse.
Mientras todo esto sucede en MLB, en Corea, el también mexicano Roberto Ramos llegó a 27 homeruns con los LG Twins y se ha colocado a tres cuadrangulares de empatar la cifra histórica para un pelotero mexicano en la KBO en poder de Karim García quien conectó 30 en 2008 con los Gigantes de Lotte.