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Jorge Eduardo Sánchez: Nostalgia y boxeo

MÉXICO -- En los últimos meses, muchos boxeadores han buscado salir del retiro para recuperar sus carreras o para hacer exhibiciones que brinden ingresos económicos; la situación no es sencilla, mucha gente ha perdido sus empleos por la pandemia y normalmente un peleador no tiene otra forma de sostener a sus familias si no es peleando o auxiliando en algún gimnasio.

En su momento lo hizo Julio César Chávez con fines altruistas, combates con el “Azabache” Martínez y ahora con el “Travieso” Arce.

Están en su libre derecho de ejercer la profesión y de cobrar por sus presentaciones. A Chávez, se le sumó Eric Morales, y ahora se sabe que en los próximos días se dará una exhibición entre Daniel Zaragoza y Humberto “Chiquita” González, dos glorias del boxeo mexicano y estupendos campeones mundiales en la década de los ’80 y ’90.

A nivel internacional es sabido que el 12 de septiembre en Las Vegas, Mike Tyson y Roy Jones Jr. estarán peleando en un combate de pesos completos. Si sirve para sacar a alguien de problemas económicos, adelante; siempre y cuando se haga con cuidado y poniendo especial énfasis en la salud neurológica de los peleadores.

Los boxeadores suelen retirarse del deporte porque ya no alcanzan las facultades para competir y ganar con regularidad; lo primero que se va con el boxeo son las piernas del peleador, suelen permanecer las combinaciones aprendidas pero las piernas ya no acompañan los movimientos, se ven desfasados, desarticulados y además se resienten los golpes de una manera completamente diferente.

La acumulación de golpes es preocupante en el boxeo, las verdaderas consecuencias neurológicas van saliendo con el paso de los años y retomar la actividad después de una dura carrera solamente expone de manera innecesaria la salud del practicante.

Difícil decirle a un peleador amateur o profesional, que marque los golpes, difícil que sobrelleven una pelea de boxeo sea exhibición o no, sin que se aterricen golpes de poder. La situación es que el peleador retirado quiere demostrar que todavía puede, que todavía “trae”, y eso provoca subir el ritmo, la intensidad. Normalmente en sesiones de sparring el peleador dice: “Como veo doy”, comienzan con cachetadas y terminan buscando arrancar la cabeza del rival.

El ego y la soberbia son factores, la necesidad del aplauso, el reconocimiento colectivo, el miedo al olvido y la condición económica son factores que potencian el regreso de un peleador a la actividad. Solo se necesita que alguien tenga éxito para que los demás se den cuenta que se pueden generar recursos económicos, que se puede ganar dinero así. Reitero, no tendría nada de malo si no se pusiera en riesgo la salud de los peleadores.

Afortunadamente en México, las exhibiciones a las que hacemos referencia son permitidas con careta, lo cual reduce el riesgo de una lesión, pero no es garantía de nada. En Estados unidos el combate entre Tyson y Jones será sin careta, lo cual no parece ser una buena idea teniendo enfrente a un tipo con el poder de Mike Tyson quien debe estar entre los 5 primeros pesos pesados de la historia con un poder devastador de puños.

Ojalá esto no abra la puerta a más y más peleadores saliendo del retiro para exponer sus vidas en un cuadrilátero después de los 50 años, aunque es muy romántica la idea, es un sueño ver a las grandes leyendas de nuevo en un ring, y los que disfrutamos de sus carreras, nos conformamos con chispazos de sus legendarias actuaciones.

Es increíble ver a Chávez tirar su portentoso gancho al hígado, a Eric Morales dominar a distancia con su técnica inolvidable o ver a Daniel Zaragoza intercambiar golpes de principio a fin como solía hacerlo cuando estaba en activo, pero el boxeo no es un juego, por más que se trate de exhibiciones, el deseo de agradar al público puede llevar a forzar la máquina.

Las redes sociales han llevado a creer a Mike Tyson que sigue siendo una fuerza destructora de la naturaleza, lo peor del caso es que pudiera noquear a dos o tres por aquí y por allá; cuando piense que está listo para retar a alguno de los boxeadores en activo vendrá la decepción, el coraje. Se nos olvida que se fueron porque perdían con el que sea hace 20 años, porque ya no había nada en el boxeo.

Ojalá no se presente una tragedia ni ocurra una desgracia. Es maravilloso verlos cómo en sus buenos tiempos en ambientes controlados, con exámenes de todo tipo que verifiquen su estado de salud. Sin embargo en el boxeo nunca se sabe.

A regular estas actividades, a poner atención, no dejan de ser golpes y sería imperdonable que alguien saliera lastimado.